CAPÍTULO 13.

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CAPÍTULO 13.

Diciembre de 2021.

Por los días que Mimi venía teniendo todo apuntaba a que ese sería igual que todos, misma rutina, mismos pensamientos sobre cuestiones que le rompían la cabeza y un poco el corazón, ¿el principal motivo? su familia. Los problemas con sus padres la tenían mal pero lo más irónico era que con su padre no hablaba desde el día de la fiesta, sólo almacenaba sus llamadas perdidas, y con su madre pocas más fueron las palabras que habían cruzado.

Por primera vez en mucho tiempo Mimi se sentía sola, sabía que no lo estaba, tenía Belén que la visitaba a menudo, sus amigos desparramados por España también se hacían presentes con mensajes y videollamadas bastante diarias y semanales, e incluso había descubierto que su vecina también era una buena compañía y de la que disfrutaba más de lo pensado. Pero llegada la noche, cuando los planes se acababan, la temporada de la serie llegaba a su fin y sólo quedaban su plato por limpiar y una botella de cerveza vacía, el mundo se le hacía chiquito y sólo estaba ella entre aquellas paredes que se volvían más pequeñas de lo que en realidad eran.

Sin embargo, como cuando era más chica, encontraba refugio en aquella máquina de coser, la había desempolvado semanas antes para coser los atuendos de Miriam y Lali, y en los últimos días se había sentado frente a ella a mirarla, a admirarla, rozaba con la punta de los dedos cada pieza. Abría y cerraba el costurero, contaba una y otra vez las bobinas de hilos ordenados por color y que había tenido que renovar un año antes en Barcelona. Aunque en un compartimento de más abajo había guardado aquellos carreteles vacíos que en algún momento habían estado llenos y con ellos su abuela había hecho maravillas.

Pero aquel viernes pintaba distinto nada más dar el primer sorbo de café. No cabía en sí tanta euforia, incluso comenzó a dar saltitos por todo el comedor hasta que cayó rendida sobre el piso abrazando el móvil como si fuese el responsable de aquella alegría.
Quería llamar a todo el mundo, quería contarles a todos, quería contarles que después de un mes mandando correos por fin había recibido una respuesta positiva. No sabía aún para qué puesto, no se lo habían confirmado, sólo la habían llamado para una entrevista, pero para ella, incluso eso, era un montón, porque hasta ese momento todas las respuestas que había recibido eran negativas y hasta desalentadoras.
La querían ver aquel mismo día después de la hora del almuerzo, lo que era prácticamente unas horas después. Por lo que ni bien terminó de disfrutar aquel momento se recompuso rápidamente, terminó apenas el intento de desayuno que había preparado y corrió a la ducha.

Elegir el atuendo adecuado le tomó más tiempo del esperado, no había hecho muchas entrevistas en su vida, más bien había tenido suerte o si se quiere apellido. El apellido de su padre la había ayudado mucho y era consciente, tal vez por eso en sus redes llevaba el apellido de su madre y en asuntos informales también sólo se presentaba con su apellido. Lamentablemente no podía borrar de todos lados a su padre, tampoco era una desagradecida, claro que no, pero había aprendido con el tiempo que él nunca realizaba un movimiento sin intención. En sus anteriores trabajos, en donde había sido recibida en gran parte por su apellido, había tenido que realizar algunos favores para su padre que no le resultaron para nada agradables.

Por eso ahora era un nuevo comienzo, tal vez por fin podría hacer su propio camino.

Decidió almorzar fuera, en algún sitio cerca de donde la habían citado, necesitaba salir, estaba nerviosa, la panza le dolía pero aún así no podía borrar la sonrisa de su cara, estaba demasiado feliz. Pidió una ensalada y rio mientras la condimentaba, su vecina no creería que por segundo día la pizza no había aparecido en sus comidas.

Miriam, Miriam se metía cada vez más en sus pensamientos, ya no podía contar la cantidad de veces al día que se había sorprendido pensando en ella. Y en los últimos días lo había hecho más a menudo, no la había visto en toda la semana y eso la llevaba a pensarla más de lo necesario. ¿Ya habrá salido ¿Ya habrá llegado? ¿Estará jugando con Julia? ¿Estará trabajando? Era pisar el pasillo que compartían para sentirse avanzada con la presencia de la gallega, aunque también se le presentaba en momentos como ese, en el que simplemente se disponía a comer una ensalada.

perdona si te llamo amor | miriam2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora