CAPÍTULO 17.
Diciembre de 2021.
MIRIAM.
-Julia un rato más y ya es la hora del baño- le recordé mientras terminaba de confirmarle a Alba la agenda del día siguiente.
-Vaaale mami- respondió con tono cansada y me hizo sonreír en silencio.
No me declaraba fanática de dejarla pasar mucho tiempo con la tecnología, por suerte tampoco eran sus momentos favoritos y siempre prefería algún juego o colorear, pero aquella tarde de jueves me había llevado trabajo a casa que debía terminar si o si por lo que agradecí que se entretuviera mirando Youtube.
En el mismo instante en el que presioné la opción de apagar el computador el timbre de la puerta del piso sonó, Julia ni se inmutó con el sonido, ni con la caricia que dejé en su cabeza al ir a abrir la puerta.
Sabía bien quién estaba del otro lado, lo sabía porque habíamos estado todo el día hablando y me prometió el postre si yo cocinaba la cena y no me pude negar, no a ella.
Pero la sorpresa me la llevé yo una vez más.
-Pablo, ¿qué haces aquí?- pregunté sin abrir mucho la puerta pero aún así él lo tomó como una invitación a pasar, y por las cajas de pizza que llevaba supuse que no sólo pasaba a saludar.
-Hola Miriam a ti también- dijo irónico y me dejó dos besos que no llegué a responder- ¿Julia?
-Podrías haberme avisado que vendrías - lo frené cuando quiso avanzar hacia donde estaba la niña, que por suerte aún no se había percatado de su presencia.
-No sabía que necesitaba cita para ver a mi hija.
-No la necesitas - respondí cansada y apenas hacía un minuto que había llegado- pero apenas preguntas por ella, no la ves desde aquel día y ahora vienes como si nada hubiese pasado, con una pizza - señalé las cajas- cuando también sabes que cuido su alimentación.
-Tienes razón, perdóname- dijo antes de acariciar mi brazo- no quiero estar mal contigo, sólo que estoy por el fin de semana en Madrid y me apetecía verla, es mi hija Miri - añadió con una sonrisa, y como en algún momento aquellos gestos fueron mi debilidad, tal vez por eso mi cuerpo reaccionó frente a la costumbre bajando la guardia.
-Pasa- señalé con la cabeza hacía el salón y antes de caminar hacia allí dejó un beso en mi frente.
El grito de felicidad de Julia me anticipó que la sorpresa le había sentado más que bien y por mi parte sólo quedaba ponerme feliz por ella.
-¿Mami tú sabías?- me preguntó cuando llegué a ellos y me la encontré aferrada a su cuello, negué con la cabeza y sonreí.
-¿Estás contenta?- asintió y dejó un beso largo en la mejilla de su padre- igual es hora del baño Juli, vamos y ya después cenamos que aún nos queda un último día de guardería.
-Mami- renegó aferrándose más a él sin intenciones de separarse.
-Anda, hazle caso que ya luego me cuentas cosas, además mientras tu tomas el baño yo bajo al carro a por unos regalos - con esto último la convenció y luego de darle otro beso corrió hacia su habitación.
-No tenías que traerle nada, ella te quiere a ti - le dije antes de ir atrás de Julia.
Me costó lo suyo ayudar a la niña a bañarse, la ansiedad la vencía y no la podía culpar. Hacía casi tres semanas que Pablo se había ido definitivamente de la casa y el mismo tiempo hacía que no veía a Julia. Si que en alguna que otra ocasión habían hecho videollamada o él se había encargado de dejarle una nota de voz, pero a Julia no le bastaba, lo sé y no porque me lo haya dicho. Hay cosas que se perciben y yo lo hice, pero no tuve el valor de sentarme para hablar con ella de aquello.
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