CAPÍTULO 11.
Noviembre de 2021.
Nada más Miriam abandonó el piso, Mimi corrió a sentarse en el living justo enfrente del ordenador para calmar la sensación desagradable que le causaba el estar en la oscuridad. Como si fuera poco su móvil ya le había avisado la poca batería con la que contaba y los minutos de espera se hacían cada vez más largos, aunque sólo hubiesen pasado 5.
Comenzaba a relajarse cuando comenzó a escuchar como Julia tosía desde la zona donde estaban las habitaciones, para ese momento su móvil ya se había apagado por lo que juntó coraje y con la vela que Miriam había dejado consumiéndose sobre la mesa del comedor, fue a ver a la pequeña.
Siguió los quejidos de la niña hasta la habitación que supuso era de Miriam porque allí estaba recostada sobre una gran cama de dos plazas.
-Hola Juli - la saludó suavemente Mimi procurando no asustarla.
-¿Mimi?- preguntó pero nuevamente un ataque de tos la invadió.
-Si peque, soy yo, Miriam ha ido por más velas porque se ha ido la luz - explicó mientras servía un poco de agua en el vaso que estaba sobre la mesa de noche - toma que te va a hacer bien - y la pequeña tomó el vaso entre sus manos - ¿mejor? – Julia asintió.
-Estoy malita - balbuceó la niña sentándose y tapándose sus piernitas con las mantas que cubrían la cama.
-Lo sé, me lo ha dicho tu mami - sonrió Mimi enternecida mientras le dejaba una caricia en el pelo - ¿te duele algo?
- Aquí - se señaló la garganta - y un poco aquí - señalando también la zona de la panza.
-Y tienes un poco de fiebre - añadió la rubia tocándole la frente - ¿has ido al doctor?
-Me llevó mi mami - le contó hasta que la tos volvió a ella.
- Sh sh, tranquila - y se sentó más junto a ella y Julia no dudó en acurrucarse sobre su vecina, gesto que a la rubia la tomó más que por sorpresa.
Bajito comenzó a tararear una de las típicas canciones de cuna y a dejar caricias en su largo cabello rubio tan parecido al de su madre. Quiso comprobar cuánto tiempo había pasado desde que Miriam se fue pero su móvil no sólo estaba lejos, sino que recordó que se había apagado rato antes, sin embargo la espera no se hizo mucho más larga porque sintió las llaves en la puerta y no podía ser más que Miriam.
-Juli ha venido mamá - susurró pero cuando miró el rostro de la pequeña ya había vuelto a caer completamente dormida.
Intentaba moverla evitando despertarla cuando Miriam entró a la habitación y se encontró con aquella estampa.
-¿Se ha despertado?- preguntó la gallega en voz baja acercándose a cambiar la vela ya casi consumida por una de las nuevas que había comprado.
-Le agarró un poco de tos y he venido a darle un poco de agua - explicó la rubia escapando del agarre de la pequeña que hizo unos ruiditos pero rápidamente se volvió a acomodar para dormir.
En la apenas claridad que desprendía la vela, Mimi siguió a Miriam que le hacía señas para que volviesen a la cocina. En el pasillo que separaba las habitaciones del comedor, ambas tuvieron que contener la risa cuando Mimi chocó a Miriam y un grito de susto se ahogó en su garganta.
-¿Estás bien? - le preguntó la gallega riendo mientras se dirigía a la cocina con vela en mano y Mimi detrás.
-Si joder, pero ya verás que no me hace mucha gracia la oscuridad -bufó mientras tomaba el vaso de agua que Miriam le había servido sin preguntar pero que agradeció.
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