CAPÍTULO 8.
Noviembre de 2021.
-Miriam perdona que te haya llamado- se disculpó por vez número cincuenta Lucía, la niñera de Julia, cuando la gallega cruzó la puerta de su piso, esta tampoco pudo evitar notar la cara de preocupación de la chica por lo que no dudó en sonreírle para calmarla.
-No es nada Lucía, de verdad, toma - la calmó buscando dinero en su bolso.-Pero Miriam si no he estado ni la mitad del tiempo -dijo al ver que la rubia estaba pagándole lo habitual.
-Toma, de verdad, gracias -insistió dándole el dinero con una sonrisa- y puedes irte tranquila, yo me encargo.
-Vale, avísame por favor- le pidió abrigándose para enfrentar el frío que la esperaba fuera.
Los cinco minutos que tardó en despedir a Lucía casi la hicieron olvidarse del incidente que la obligó a regresar antes a su casa.
Aquella tarde Miriam había tenido que recurrir a la niñera otra vez, un importante cliente le había cambiado de horario la reunión y ya luego se iría del país por lo que era prácticamente imposible postergarla. Pero la suerte estaba de su lado porque la chica proveniente de Barcelona estaba disponible y la gallega no había terminado de pedirle el favor que ya le había asegurado que iría por Julia y luego pasaría la tarde con ella.
La sonrisa de la niña se esfumó rápidamente cuando notó que quién había ido por ella no era su mamá, y si bien quería muchísimo a Lucía, aquella tarde su presencia no le cayó del todo bien, por lo que en el trayecto hasta el piso sólo se limitó a mantenerse en silencio o a responder escuetamente las preguntas que recibía.
-¿Julia quieres un pedazo de tarta? -le ofreció mientras le preparaba la merienda.
-No tengo hambre- apenas balbuceó apoyando su cabeza sobre sus manitas que las tenía cruzadas encima de la mesa.
-Tienes que comer algo, pequeña, has gastado mucha energía- le sonrió mientras le acariciaba el pelo.
-¿Cuándo viene mi mamá?- ignoró completamente su insistencia en que comiese.
-Pues no lo sé en verdad, me ha dicho que tenía una reunión importante, pero supongo que en unas horas.
-Siempre tiene reuniones importantes- bufó cruzándose de brazos sobre el respaldo de la silla, el tono que usó claramente impactó a la chica que nunca la había escuchado así.-Es que Miriam tiene mucho trabajo- sonrió intentando disuadir su actitud.
-Y por eso mi papá ya no viene - soltó enojada y salió corriendo hacia su habitación.
A Lucía le costó volver en sí luego de la contestación de la niña, la conocía desde hacía casi tres años, sabía que era una niña inteligente pero aquella contestación había ido un poco más allá, había dolor y enojo en sus palabras. Fueron segundos lo que en realidad tardó en correr a buscarla, recostada sobre su cama, hecha un bollito, así la encontró. La cabeza la tenía escondida entre sus pequeños brazos y se podía escuchar un sollozo desde allí.
-Ven aquí- la pidió sentándose a su lado, pero la pequeña no se movió, al contrario, intensificó el llanto.
Lucía creyó que darle unos minutos no estaría mal, Miriam, que ya tenía un trato casi de amigas con ella, le había comentado que su situación Pablo no era la mejor, y aunque Julia se había comportado dentro de lo normal, le había pedido que frente a cualquier momento atípico la llamara. Por eso cuando el llanto de la niña no se calmó, suspiró y buscó su móvil para comunicarse con la gallega.
-Hola pequeña- la saludó Miriam de rodillas al lado de la cama y dejando una caricia en su cabeza.
Cuando Alba le comunicó que Lucía la había estado llamando, no dudó en pedirle a su cliente el transportar el resto de la reunión a una videoconferencia, los detalles más importantes los habían resuelto así que el hombre no puso ninguna oposición, y luego de unos saludos cordiales, Miriam salió corriendo hacia su piso.