CAPÍTULO 10.
NOVIEMBRE DE 2021.
Ya había pasado un mes desde que Mimi se había mudado al nuevo piso, un mes en el que se había cansado de enviar emails solicitando empleo pero que, por una u otra causa, eran rechazados, y ya comenzaba a sentir el peso de sobrevivir con sus ahorros que comenzaban a reducirse. La opción de pedirle a su padre siempre estaba, pero no era a lo que prefería recurrir visto y considerando cómo habían terminado la última vez que se vieron, además Mimi que era muy independiente, no le agradaba la idea de pedirle dinero a él, sentía que suficiente hacía con pagarle el piso.
Por otro lado, su madre, otra cuestión que la tenía preocupada. Cuando sus padres se divorciaron, Inma no dudó en reclamar la tenencia de su hija, aunque a decir verdad no había mucho que discutir, su ex marido era un hombre de mucho viaje y la idea de pasear a la niña entre niñeras no era una opción. Por eso no hizo falta más que firmar los papeles del divorcio para que la madre de Mimi se mudase a un piso muy distinto a la enorme casa en la que vivían, pero nada pequeño en realidad. Inma, provenía de una familia con dinero y fue uno de los motivos por el cual Juan se fijó en ella en un primer momento pero, a pesar del intento de mantener las apariencias en su círculo de élite, un matrimonio no puede mantenerse a base de mentiras, o al menos no el suyo. Para los 6 años de Mimi, su padre ya tenía varios ceros en el banco a su nombre resultado de varios negocios, algunos legítimos, y otros, bueno, otros no tanto.
Pero lo que realmente preocupaba a la granadina en los últimos días, era la salud de su madre. El último fin de semana había estado de paso por Madrid y Mimi no pudo evitar sentir el excesivo olor a whisky con el que cargaba siendo nada más que las diez de la mañana, y aunque la interrogó por el tema, la mujer supo salir de allí con una naturalidad envidiable. Y no era porque no pudiese tomarse una copa, aunque a las diez de la mañana no sea un horario muy acorde, sino que ese olor embriagador la transportaba directamente a los problemas con el alcohol que supo tener cuando ella era apenas una niña.
Por eso cuando Belén, su mejor amiga, le avisó que estaba en Madrid no dudó en rogarle que se vieran esa misma mañana, la chica proveniente de Barcelona reconoció al instante la urgencia en las palabras de su amiga, y luego de comprar varias cosas para desayunar se plantó en la puerta de su edificio.
-Hola ¿Pasas?- le preguntó Miriam amable a la chica que estaba parada en la puerta que no era ni más ni menos que la mejor amiga de su vecina, pero ella no lo sabía.
-Muchas gracias pero ahí bajaban a abrirme igual- sonrió la pelirroja, a ella y a su hija que la miraba atenta- ahí viene justo.
Y cuando Miriam se volteó se encontró con la granadina corriendo hacia ellas, aunque las esquivó para fundirse en un abrazo con la que era desconocida para ella.
-Permiso - pidió la gallega al ver que las chicas estaban ocupando la salida- es que llegamos un poco tarde ya -sonrió.
-¡Miriam perdona! - se disculpó Mimi percatándose de la presencia de sus vecinas y se apartó junto a Belén.
-No es nada, adiós- las saludó mientras bajaba los peldaños de la entrada y Julia miraba hacia atrás saludando a su simpática vecina.
-Guapa era un poco ¿no?- rio la catalana cuando Miriam desapareció.
-¿La has visto? - preguntó Mimi reafirmando el comentario de su amiga- y es que encima es simpatiquísima - añadió mientras subían al ascensor.
-¿De verdad? Pues no ha sido muy simpática que digamos.
-Calla que no la conoces de nada - revoleó los ojos mientras marcaba su piso.
-¿Y tú si? - preguntó con doble sentido y al ver que Mimi sólo sonreía mientras se mordía el labio inferior- ¡NO TE CREO! ¿Te has tirado a la vecina? - exclamó la pelirroja riendo sorprendida.