CAPÍTULO 9.
NOVIEMBRE, 2021.
-Hola Mimi- saludó la pequeña cuando vio entrar a su vecina acompañada de su madre.
-Hola peque, cómo estás? -sonrió sentándose justo a su lado en la gran mesa del comedor y por respuesta recibió una sonrisa a través del vaso de jugo de naranja que Miriam ya le había servido.
El día de Mimi había comenzado en picada ni bien puso un pie fuera de la cama, el sábado luego del encuentro con Miriam en el baño, sintió que la fiesta había finalizado para ella y no dudó en recoger su abrigo e irse sin dar aviso. De ahí el motivo por el cual su padre no había cesado de hacerle saber lo enfadado que estaba con ella por dejarlo así como así.
Mimi no dudó un segundo en correr a su piso y cambiar su vestido por el pijama, pero viendo el panorama que había quedado en su tensa relación con su padre, igual se lo pensaría dos veces la próxima vez, si existiese.
Luego de mandar a la sección de archivo del Whatsapp la conversación con su padre, un e-mail llegó a su casilla de correo informando que no reunía las condiciones para el empleo que buscaba aplicar. Mimi no era alguien que se desanimaba fácilmente, pero arrancar el día de aquella forma igual no era lo mejor.
Nada más llegar a su piso, luego de una mañana intensa en el gimnasio, notó que se había dejado allí las llaves para entrar, pero como si fuera poco una señora lluvia comenzó caer bañándose de pies a cabeza las cinco cuadras que la separaban del lugar, de ida y de vuelta.
Pero la cosa no finalizó allí, porque hasta llegó a buscar en Google la posición de los planetas para justificar tanta mala suerte, ¿la razón? cuando por fin se preparaba para una ducha de relajación se encontró con que el agua caliente no funcionaba, haciendo que lo que comenzó siendo un plan de relax terminó con ella calentando agua en ollas para al menos poder quitarse el sudor y el agua de lluvia.
Y tal vez por esa razón, su almuerzo consistió en algunas porciones de pizza fría sentada en el sofá mientras miraba por vez número cincuenta algunos capítulos sueltos de Friends que ya se sabía de memoria, y tal vez también fue ese plan el que la llevó a dormirse una larga siesta allí mismo.
Pero al despertar no todo fue a mejor, un dolor punzante de cabeza la retuvo unos cuantos minutos más en el sofá y se maldijo la misma cantidad de tiempo el haberse dormido en aquella postura tan incómoda que la había cansado aún más.
Fue cuando su cuerpo se recuperó que decidió subir hasta la terraza del edificio que había descubierto días antes y se había convertido en su lugar favorito del edificio, aunque también descubrió que tendría que compartirlo con su vecina.
Flashback.
-Hola- saludó Miriam con la misma sonrisa que la granadina le dibujaba.
-¿Qué tal vecina?- y volvió la vista al frente cuando la rubia se colocó a su lado contemplando la vista y el cielo que se teñía de diversos tonos de naranja.
-Veo que has descubierto este lugar- comentó después de unos segundos en los que se había perdido mirando lo que se alzaba frente a sus ojos.
-Es increíble la vista de este sitio, ¿y el cielo? puff, - bufó sorprendida mirando hacia arriba.
-Lo sientes tan cerca por un momento- confirmó imitándola- aquí subo cuando allá abajo todo comienza a ahogarme- sonrió resignada y consciente de que había dejado salir sus penas en apenas unas palabras.
-¿Quieres que me vaya? - preguntó Mimi mirándola y notando que allí había una Miriam nueva, ni la mujer empoderada de la fiesta con una empresa a sus espaldas, ni la vecina estructurada que había conocido hacía nada, ni la madre sobreprotectora que había descubierto que era, en ese instante creyó ver a Miriam, sólo a Miriam con todo el peso de todas sus facetas sobre sus espaldas.
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