Cicatrices

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"Kasumi veía con dolor como su madre nuevamente le pintaba su cabello de color azabache, la pequeña nunca comprendió porque había nacido con ese color tan peculiar distinguiéndola de las demás personas, incluso busco en algunos álbum familiares alguien que portara su mismo color, pero nuevamente llegaba a la misma conclusión: Nadie excepto ella tenía ese feo color de cabello. Su padre la mayoría del tiempo no estaba en casa se la vivía en el trabajo y cuando llegaba solamente solía jugar con sus otros dos hermanos, dejándola a un lado como si fuera la peste, pero ella sabía que él la amaba, simplemente debía de permanecer callada frente a ellos y no hablar "de las cosas feas que veía".

Una vez cuando fue a terapia por una recomendación de su maestra de primaria, le hicieron que dibujara aquellos seres que solía ver, llegando la psicóloga a la conclusión de solo es su imaginación, la falta de amigos y la mala relación en su casa fue detonante para que imaginara ese tipo de seres los cuales su aspecto grotesco era por los daños que estaba teniendo en su corta infancia, pero todo cambio el día que diagnosticaron a su madre con cáncer, después su padre perdía los empleos por inexplicable razones, hasta que un día escucho una conversación de sus abuelos: "Todo es culpa de Kasumi, desde el nacimiento de esa niña esta familia esta maldita", "Ella nunca debió nacer, fue un error", etc.

Dia con día vio como las cosas iban empeorando y la situación económica fue peor así que comenzó a trabajar a escondidas de sus padres después de la escuela, a fin de cuentas, cuando su padre se encontraba en casa la ignoraba solo que su mirada cambio a una llena de odio, su madre apenas podía con la casa y ella se esmeraba para que sus hermanos no sintieran la tensión en su hogar. El segundo peor día de su vida fue cuando llego a uno de sus múltiples trabajos una señora le dio propina de más por cargar sus bolsas, estaba tan feliz que fue con su padre a compartir su alegría:

- Mira papá, me gane esto en mi trabajo. – extendiéndole feliz el dinero al hombre frente al televisor, que simplemente al verla arrugo el entrecejo.

Miwa hizo un pequeño puchero, deseaba llorar, pero ya era grande tenía once, así que arriesgándose hizo algo que sus hermanos hacían con su padre cuando estaba de mal humor. Sin pensárselo dos veces brinco sobre su papá, sorprendiéndolo, pero no logro el mismo resultado que sus hermanos en lugar de reír y abrazarla, lo único que sintió fue como él tomaba su rostro para empujarla tan fuerte y provocando que cayera en la mesa de vidrio. Lo último que recuerda es a su madre llorando en su charco de sangre.

Cuando fue dada de alta tuvo que mentir diciendo que se había caído jugando con sus hermanos, su madre le dijo eso para que su padre no fuera a la cárcel con la gente mala, pero ¿si ella era mala no debería estar en ese lugar? Aun le dolían los puntos que tenía en la espalda aún más cerca de la cintura, el doctor aseguro que quedarían cicatrices, pero para ella no importaba las físicas sino aquellas que en su tierno corazón de una niña han estado perdurando las cicatrices de su alma y corazón.

- Vamos Kasumi, hay que regresar a casa. – su mamá estaba más desmejorada por el cáncer. - ¿Qué pasa cariño? ¿Te duele algo?. – ella asintió, mientras lloraba. - ¿Dónde?

- Aquí, mamá. – señalando su corazón. – Aquí me duele mucho, mami ¿soy una mala persona? ¿soy un monstruo? ¿Por qué mi papá no me ama?

Kasumi solamente sintió como los brazos de su progenitora la rodeaban y comenzaba a llorar junto con ella.

- No mi vida, tú no eres mala ni un monstruo. – limpiando las lágrimas de los azules ojos de la niña. – Simplemente tú eres demasiado especial, tanto que a tu papá le da miedo. Pero yo te amare siempre, Kasumi. Nunca lo olvides, pase lo que pase tu mamá siempre te amara".

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