"Corrió lo más rápido que sus pequeñas piernas le permitían, nuevamente llegaría tarde a su hogar. No deseaba preocupar a sus padres, ellos eran tan buenos y siempre estaban al pendiente de ella más aun al descubrir su poder como sacerdotisa. Se detuvo abruptamente al sentir una presencia, como si estuviera siendo presa de algo o de alguien así que lentamente fue inspeccionando el lugar hasta que su mirada azul vio del otro lado de río una figura masculina.
- ¿Quién eres tú? – cuestiono inocente. - ¿Acaso estas perdido?
La risa estridente del desconocido la descolo, no podía visualizar muy bien al individuo. La noche era demasiada oscura y tenebrosa, cualquier maldición aprovecharía para atacar.
- Esas mismas preguntas debería de realizarlas yo, niña. – burlón fue acercándose más, aunque sabía que el rio era un intermediario entre ellos. - ¿Qué hace una tierna pequeña sacerdotisa a plena Luna llena? ¿Acaso no te dijeron que este tipo de noches nos excita a nosotros las maldiciones?
Y como si fuera obra del destino la pequeña niña vio como la luz de lunar ilumino a esa "persona" mostrando a un joven de aproximadamente dieciocho años, su cabello era rojizo con tonalidades rosadas, su rostro era muy bello, pero demasiado peligroso y portaba unos extraños símbolos.
- No te han dicho que observar por mucho tiempo a alguien es de mala educación. – en un pestañeo se encontraba frente a la peliceleste y se agacho para estar a su altura. – Y bien, ¿te quedaste muda del miedo?
- No, simplemente veo tu mirada vacía. – respondió con inocencia. – Eres una maldición muy poderosa, pero la soberbia te llevara a tu condena y por consiguiente a tu muerte.
Los ojos rojos de la maldición se abrieron de la impresión, no por las palabras carentes de sentido de esa pequeña sacerdotisa, sino porque percibía tranquilidad en su ser y le sonreía con inocencia.
- Ademas usted no me da miedo señor maldición. – ahora si Sukuna rio ante lo "educada" de esta mocosa.
- Tengo nombre mocosa. – tocando su cabello que desprendía demasiada energía maldita y olfateando su aroma a vainilla. – El tuyo, ¿Cuál es?
- Mis papás me tienen prohibido hablar y decirles mi nombre a desconocidos. Y creo que eso también incluye a las maldiciones. – decía poniendo su dedo índice en su mentón.
- Entonces ya rompiste sus reglas. – susurrando como una serpiente en el oído de ella. – Pero está bien, antes de matarte te diré mi nombre...Soy Ryomen Sukuna. – beso la mejilla cálida y rosada de esa pequeña de alrededor de diez años.
Entonces sintió como ella tomaba sus mejillas y viendo ambos a los ojos percibió una bondad estremecedora, una que daba repugnancia.
- Mucho gusto Sukuna-sama, mi nombre es Cian la de la compasión. – la sonrisa sádica de Sukuna volvió a surgir y comprendiendo lo que significaba o más bien que era esa mocosa prosiguió. - ¿no tratara de matarme? – vio como este negaba con la cabeza y sus ojos rojizos fijo en los azueles de ella.
- Muy bien Cian, no te matare. Porque tú dulzura te traerá hacia mí en su debido tiempo, cuando tus heridas sean profundas y las cicatrices no puedan ocultarse. Cuando sientas que tu vida llena de desdicha te ira consumiendo hasta llegar a tu limite. - juntando su frente con la de ella. – Y cuando ya no tengas más alternativa de regresar a hacia mí, en este mismo lugar, para descubrir que tu mayor cualidad será la responsable de tu muerte, por la atracción del infinito.
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¿Cuál es tu tipo ideal?
FanfictionDespues del combate en las escuelas de hechiceria de Tokyo y Kyoto, una visita inesperada a los alumnos de Gojou Satoru desato en su mente una idea descabellada, realmente ¿cuál es tu tipo ideal? Encontrandose con una respuesta que llenaba todas sus...