- Lo odio, lo odio, lo odio. –me dije a mí misma intentando convencerme– Yo estuve dispuesta a acompañarlo a la fiesta, bailar, incluso quedarme en su casa porque fue su petición, dormir en su cama, no asistir a mi trabajo y que se haya ido así sin más tirándome aquí en mi apartamento. Es un maldito desgraciado. –me senté en mi cama– No puedo dejarme controlar por ese tipo solo por el hecho de tener una buena verga y cogerme tal como me gusta, es que en serio. –lo imaginé– Lo quiero dentro de mí.
Pasé horas y horas pensando en Harry, su rostro, incluso no puedo negar que la manera en la que me gritó en la cocina me gustó, nadie había logrado eso en mí. Me revolqué en la cama intentando dormir desde la mañana, pero era imposible, de cabeza, medio lado, boca abajo, mi cerebro no me dejaba descansar.
Tomé tres duchas, más de cinco tazas de café, no recuerdo que tanto tiempo estuvo encendido el equipo de sonido con rock psicodélico. Le escribí un mensaje a Sheila pidiéndole el número de su dealer de confianza, saben, hace tiempo no fumo marihuana, lo hacía en la universidad para poder despejar los problemas y convencerme de que todo estaba bien.
Intenté escribir algo, poder plasmar lo que había pasado en la madrugada, como sus manos rodearon mi cintura y me subieron a la barra de la cocina, como me tocó el abdomen mientras yo estaba encima de él acariciándolo. Esa escena era jodidamente caliente para mí, y a pesar de que he tenido muchas experiencias sexuales muchas más locas que coger en un bar, me gustaría volverlas a cumplir pero con él.
Ni siquiera me había importado la hora, pero me asomé en la ventana de mi sala luego de ir por otra taza de café y recoger el paquete que me había traído el jíbaro noté que el sol ya se estaba ocultando. Me senté en mi cama de nuevo y observé la alfombra blanca que mimaba mis pies, sedosa como las plumas de un ave, armé el primer cigarro y lo encendí.
Entonces lo decidí.
Iría a buscarlo.
Me quité el panty que llevaba, sabía por algún motivo que él lo preferiría así. Busqué una falda corta y provocativa que compré en un viaje a Londres, la ajusté subiéndola un poco más de lo normal. Luego una camiseta con un buen escote que lo provocara. Quería de nuevo mis tacones pero no los encontraba, me asomé bajo la cama y encontré el paquete que me había enviado. Que estúpida. Lo había olvidado de nuevo. Lo saqué para tirarlo en la cama y ponerme de pie, lo miré con calma hasta decidirme si abrirlo o no. No sé por qué razón no querría saber qué clase de vestido había ahí, entonces lo tomé y lo lancé de nuevo bajo la cama. Los tacones también estaban abajo, entonces me los puse. Me maquille tan simple pero con algo de rubor y labial rojo. Le hice una trenza a mi cabello para que pudiera jalarlo con posesión.
El verdadero desafío era lograr entrar a su edificio sin que los guardias me vieran, quería que fuese una sorpresa para él. ¿Y si no está en su apartamento? Bueno, da igual, podría esperar a que él llegara.
Tomé el primer taxi que encontré, no quería ir en mi auto para no dejar ninguna sospecha. Todo lo que hago por una verga, increíble.
El viaje fue algo lento debido a la lluvia que bañaba la ciudad y el frío congelaba mis piernas desde la punta de los dedos hasta mi cadera. Logré meditar un poco sobre lo que hacía y a su vez admiraba las luces de la ciudad al interferirse por las gotas de agua que golpeaban la ventana trasera del taxi, pero el efecto del cannabis y mi deseo por estar a su lado no me dejaban detener.
Le pedí al conductor que se detuviera una cuadra antes del edificio. Me senté en la parada de bus más cercana para poder observar una manera lógica de entrar, por Dios, qué estaba a punto de hacer, incluso, si llegase salir mal podría ir directamente a la cárcel por invasión a propiedad privada.
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Adicción [+18]
RomanceDos mujeres intentan unir el amor desenfrenado con el sádico trato sexual que reciben por parte de su príncipe azul, creando así un cataclismo de emociones que producirán un deseo desesperado por querer ser el tipo de sumisa ideal para él. No obstan...