CAPÍTULO 8: El reflejo de la perversión.

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Días después.

Al principio fue complejo acostumbrarme a Susana como la nueva diseñadora a cargo, no puedo negar que hacía un trabajo excepcional, pues logró crear la primera colección de invierno en menos de una semana y todos sus bocetos eran exquisitos, ella expresaba su pasión por el arte de manera muy notoria, le encantaba estar en Marquesina envuelta en todo tipo de tareas, pero la forma en la que opacó el trabajo de Sheila fue muy evidente. No la odiaba por eso, pero si era un impedimento para ser su amiga, aparte en mi estaba naciendo una obsesión por el maldito de Harry, y ella obviamente, tenía algo con él.

Creo que no todo fue malo, los días siguientes a que Susana entrara a la empresa, era él quien la recogía en su gran camioneta. Tengo que confesar que aún tengo la duda del tamaño de su pene, pero ya no era una primordialidad. Debía enfocarme en mis responsabilidades y asuntos laborales, realmente las últimas semanas no estaba rindiendo al cien por ciento, necesitaba demostrarle a Marco que todo este tiempo que me brindo la confianza de dejarme como directora de producción valdría la pena.

- Aquí están los resúmenes de las producciones de esta semana, aumentaron más de un doscientos cuarenta y seis por ciento, así que estamos cumpliendo con el objetivo y el pedido de cada uno de los compradores. –expresé a Marco con indiferencia situando unas cuantas hojas en su escritorio.

- Perfecto Bice. –respondió el incrédulo.

- Cuando el informe del mes esté completo lo subiré a la base de datos de la empresa, así no tendré que traer toda una pila de papeles que no leerá.

- Me ofende tu comentario, pero tienes razón. Si de ahora en adelante todo lo que tengas que entregarme puedes hacerlo de manera virtual, estaré más a gusto. –me envió una mirada por encima de sus lentes.

- Así será. –volteé y emprendí marcha hacía el elevador.

Comencé a sentirme incomoda mientras caminaba, así que disimuladamente devolví mi mirada hacia Marco y tal como lo esperaba, no dejaba de ver mi culo a través de sus pequeñas gafas. Se lo comía con sus ojos y es que tendría su razón, mis nalgas son tan redondas que podría ahogarse entre ellas.

- Jefe, se da cuenta que es algo descortés. –inminentemente desvió su mirada.

- Lo siento Bice... No es lo que crees... –explicó nervioso y me regresé acercándome a su escritorio.

- Al menos debería decirme que le gusta, ¿no?

- No, no, no... –tragó saliva y comenzó a sudar– Yo no estaba observándola de esa manera. –quizá intimidarlo de esta manera sería una buena forma de tenerlo bajo mi control sin que me joda tanto, ¿saben cuánto deben pagar los jefes por una demanda de acoso sexual?

- Por favor, Marco, sé lo mucho que me deseas. –es un maldito viejo verde enfermo que desea cogerse a sus trabajadoras– Pero recuerda que estamos en un ambiente laboral y aquí no se puede. –me observó sorprendiendo y así lo quería, el zorro cayendo en la trampa para conejos– Además qué diría su esposa si se enterara...

- Lo siento Bice, no volverá a pasar. –al menos captó la indirecta– Creo que sí debemos enfocarnos solo en asuntos laborales.

- Me parece perfecto jefe. –reanudé mi marcha hacía el elevador para dirigirme al área de diseño.

Dentro del ascensor solté una carcajada por lo que acababa de ocurrir, acababa de chantajear a Marco Torricelli, siento que cuando logro proponerme ciertas cosas las puedo cumplir, pero mi espontaneidad me sorprende demasiado.

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