Horas después.
Los rayos de sol nunca han sido problema para dormir en las mañanas, las gruesas cortinas que adornan las ventanas por las que tengo una vista al mar, cumplen su cometido al dejar que la luz que brota de la estrella del alba no albergue en mi morada.
No recuerdo a qué horas llegue de Manchester, lo que sí sé es que el sol ya había emergido. Tenía que descansar lo suficiente para poder verme con Susana, aunque estaba emocionado porque admitió probar mi látigo y lo que eso implica, ella no está cien por ciento segura de querer hacerlo y lo sé porque nunca hemos llegado a pasar nuestros límites, pero no puedo perder mi postura, no puedo simplemente revocar eso, ya tomamos una decisión y ella aceptó.
Me levanté a las 13:03 y la primera reacción que tuvo mi cuerpo fue dirigirse al baño a vomitar, no recordaba hace cuanto había consumido algún alimento, solo tenía memoria del último trago y los diez miligramos de heroína que me hicieron conciliar el sueño, eso me causaba unas enormes nauseas.
Posterior a desayunar, me situé frente al espejo del baño de mi apartamento y la llamé.
- ¿Quieres que te recoja o vienes? –pregunté sin más vigilándome frente al vidrio reflector que me enseñaba la figura de un tipo completamente asqueroso, un bueno para nada, un ente estepario que se consume a un ritmo descomunal el dinero del legado de su padre, era el tipo que arruinaba mi vida, yo.
- Harry, no me trates como si fuera cualquiera, por favor.
- ¿Quieres que te recoja o vienes? –repetí.
- No lo sé. –dudó– La verdad es que hoy Drake quiere que pase el día con él.
- Susana te comprometiste conmigo. –un breve silencio apareció.
- Pero Harry...
- ¡Pero nada! –le grité.
- Está bien, buscaré la manera. –entró en un corto silencio– ¿dime a qué horas?
- Pasaré por ti a las tres en el Greenbank Park.
- Pero... –internamente me llené de miedo pensando en que me cancelaría– Ahí estaré. –lo sabía, era mía.
15:26.
Bajamos de mi camioneta en el garaje del edificio donde resido. Desde que la recogí no había expresado ninguna palabra, ni siquiera una sonrisa en su rostro, sabía que algo andaba mal. Ella es muy extrovertida, no hay día en el que no pueda notar una dulce curvatura en sus labios o miradas con maldad, y quizá piensen que actuaba de esa manera por mi forma de tratarla, para nada, ella es completamente sumisa a mí, es el trato que debe merecer.
Cuando entramos a mi apartamento, retiré su chaqueta de cuero desgastada con suavidad y la coloqué en el sofá.
Aseguré la puerta y guardé las llaves en mi bolsillo.
- ¿Quieres ir al cuarto enseguida? –indagué esperando respuesta, pero ella solo asintió.
Se sentó en mi cama cruzando las piernas y estirando su vestido, me observó y se dejó llevar por la gravedad hasta quedar acostada. Nunca la había presenciado en un momento así, entonces decidí mostrar algo de prudencia y acostarme con ella.
- ¿Todo bien en casa? –pregunté intentando que al menos su boca se moviera.
- Creo. –fue la única palabra que brotó de sus afables labios.
- No puedo ayudarte así Susan... –una arcada poseyó mi cuerpo y me envió directamente al baño.
Volví a vomitar.
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Adicción [+18]
RomansaDos mujeres intentan unir el amor desenfrenado con el sádico trato sexual que reciben por parte de su príncipe azul, creando así un cataclismo de emociones que producirán un deseo desesperado por querer ser el tipo de sumisa ideal para él. No obstan...