6. "Despedida"

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Tomando la precaución de cambiarse de ropa antes de salir del refugio, Sasuke siguió a Naruto en la oscuridad del bosque.

No lograba distinguir nada familiar por donde caminaba y le parecía que se alejaban cada vez más de la ciudad. Se detuvieron justo delante de una pared baja de piedra, él lo ayudó a trepar hasta alcanzar la cima y después, apartando las ramas de un viejo sauce, le mostró el lugar que quería que viera.

Sasuke no dijo palabra, no porque no quisiera, sinó porque no podía. Frente a él se extendía un prado cubierto de césped y multitud de narcisos amarillos, que brillaban a pesar de la densa oscuridad. Respiró profundamente intentando mantener sus sentimientos a raya; y no porque estuviese triste, en cualquier caso porque la escena era tan hermosa, que no tenía forma de expresar lo profundo que caló la belleza en él.

Naruto se acercó y observó con detenimiento sus expresiones, complacido ante el efecto de su sorpresa.

—¿Por qué lo haces?— murmuró.

—¿Hacer qué?— preguntó con tono igual de bajo.

—Mostrarme tantas cosas hermosas.

—Porque quiero que te quedes conmigo— confesó. Él volteó a verlo, pero al sentir su mirada llena de confianza, desvió su atención a una de las flores.

—No puedo hacer eso— Naruto no se sintió intranquilo por su respuesta, o al menos él no lo percibió. Solo se agachó a su lado y adornó su cabello oscuro con uno de los narcisos. Luego se permitió tomar un mechón y olerlo, cerrando los ojos ante el aroma —Éste lugar me recuerda a mi tierra, extraño sentirme tan conectado con la naturaleza.

—¿Si lo añoras, por qué te fuiste?— preguntó Naruto, acomodando su espalda sobre el césped, con las manos debajo de la nuca. Sasuke se sonrojó al ver su pecho desnudo y marcado, haciendo contraste con la hierba casi negra de abajo.

—Fué mi padre el que me trajo, nunca quise dejar Escocia. Quizás algún día...

—¿Piensas volver?— interrumpió.

—No te miento si te digo que sí— confesó. Él estiró una mano y acarició muy levemente su rostro, solamente con la punta de los dedos.

—Yo iré contigo— Sasuke soltó una risita triste y se apartó un poco, para acostarse también.

Sus ojos negros se perdieron en la inmensidad de estrellas que se veían entre las ramas de los árboles.

—Nunca has salido del bosque, además, tienes una manada que cuidar.

—Me los llevaré a todos a cuestas. Seguro estarán encantados de visitar esos bosques de hadas de los que hablas— se acostó de lado y calzó su cabeza con una mano, para observarlo mejor. Estrechó los ojos cuando lo vió sonreír amplio.

—No me los imagino— admitió y después de un rato en que su vista se fué cansando, dijo: —Quizás... algún día— se quedó totalmente rendido del agotamiento en aquel lugar apacible y solitario.

Un suave vaivén lo mecía en sueños y el frío de la noche estaba totalmente bloqueado por una sensación cálida que emanaba el objeto en donde estaba apoyado su cuerpo. Pero el olor... ese aroma a llovizna, a brisa fresca... un torbellino templado y más que tenebroso, acogedor, lo afectaba de una forma tan profunda y cerril, que sacudía todas las fibras de su cuerpo.

Abrió los ojos para encontrarse con la barbilla de Naruto y su perfil. No tardó mucho en darse cuenta de que estaba caminando con él en brazos y a través de los árboles.

—Te quedaste dormido— Sasuke se sobresaltó y miró alrededor, aún era de noche —Tranquilo, ya casi llegamos al roble y todavía no sale el Sol.

—¿Me cargaste todo el camino hasta aquí?— preguntó asombrado, él solo asintió y lo miró. Pudo notar una palabra en su boca, pero al final no dijo nada.

Lo colocó en suelo firme cuando hubieron llegado a su punto de encuentro, y aún antes de que el horizonte comenzara a clarear, Sasuke no podía dar un paso lejos de allí.

Miraba a la ciudad más abajo, la silueta de las casas era tan distinta a la del bosque... ¿Qué le esperaba allí, además de su padre? Repudiaba su vida citadina y ya sentía que en lugar de escaparse a la guarida de los caminantes, era castigado a pasar el día en Whitney.

—Si no te marchas ahora, no llegarás a tiempo— advirtió el Alfa a sus espaldas.

—Lo sé...— suspiró profundamente y comenzó a descender la cuesta.

—Te esperaré...

—...mañana— terminó por él, mirándolo por sobre su hombro —Vendré.

Cada vez le molestaba más alejarse de Naruto, era como una estaca clavada en su pecho durante todo el rato que no lo veía. Se estaba enamorando, lo sabía. En pocos días quedó encantado con él y con su mundo mágico y peculiar. Cuando hubo avanzado unos metros, volvió a girar y seguía allí, sin quitarle la vista de encima.

Y no supo porqué razón se detuvo, tampoco porqué volvió al roble, ni porqué se alzó de puntas y juntó sus labios.

Naruto, al principio asombrado por su repentina acción, no tardó en abrazarlo y corresponder aquel acto. Un beso simple que les quitó el aire y los apartó del mundo. El Alfa gruñó cuando él se detuvo, jadeante y sonrojado.

Sin volver a despedirse, emprendió carrera colina abajo hasta la ciudad.

Entró por la ventana con su corazón desbocado y una sonrisa tonta en los labios ¿Qué había hecho? Sus manos le temblaban de la excitación por lo ocurrido y por lo que ocurriría la noche siguiente, cuando se encontraran.
Pero tal era su algarabía, que no notó que las cortinas de su lecho estaban abiertas y que su padre lo esperaba abajo, sentado en una silla y con los brazos cruzados sobre el pecho, aguantando un cinturón en una de sus manos.

Él soltó un grito al verlo y su cabeza comenzó a buscar en vano alguna excusa que justificara su escapada.

—Pa... padre...— taltamudeó, bajando del altillo y sin acercarse demasiado.

—¿Dónde estabas?— preguntó con voz severa.

—Yo... fuí al bosque.

—¿De noche?— Sasuke sabía que cuando su padre no gritaba, estaba realmente molesto.

—Solo quería salir un poco, tú nunca me dejas...

—¡Haz silencio!— espetó —Nunca creí que pudieras escaparte de tu casa y pasar la noche en otro lugar. Ya bastante tengo con las habladurías de mis conocidos e intento ignorar tu... tu delicadeza— siseó —¡¿Qué pensaría tu madre de todo ésto?!

—Mamá entendería.

—¿Entendería? Sí, seguro que Mikoto entendería que su hijo perdió su hombría y se convirtió en un sodomita.

—¡No es así! ¡No he hecho nada malo!— gritó.

—¡No me levantes la voz!— gruñó el mayor, apartándose de su silla —Bájate los pantalones.

—Papá, no, por favor...— rogó temeroso.

El hombre no hizo caso y con gestos bruscos bajó la prenda por si mismo, lo volteó y acostó sobre su cama. Sasuke agarró fuerte las sábanas y sollozó cuando sintió el primer golpe sobre su trasero, luego otro y un tercero... así hasta que su padre quedó satisfecho y sus nalgas marcadas y en sangre viva.

—Lávate...— ordenó, alejándose de su hijo. Él se incorporó con la cara mojada del llanto y se limpió con la manga de su camisa, para después acomodar sus pantalones —Irás a la iglesia a confesar lo que has hecho y a partir de hoy, dormirás abajo. No volverás a salir de ésta casa.

—¡Eso no es justo!— protestó angustiado. Su padre lo ignoró

—Te buscaré cuanto antes un trabajo honrado, tal vez así pueda encontrarte una mujer.

—¡Primero muerto! ¡¿Escuchaste?!— gritó furioso. Él avanzó y le pegó una sonora cachetada.

—Agradece que no te meta en el monasterio, hijo ingrato— siseó —Arréglate, vendré a buscarte luego— ordenó y salió de la casa.

Sasuke cayó de rodillas al piso y lloró desconsolado, solo con una pregunta en la mente: ¿Cómo volvería a ver a Naruto y a la manada?

LOBO REY (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora