18. "Flores"

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Quería deshacerse en llanto, no le importaba estar rodeado de gente, pero en cambio, mordió su labio inferior y se contuvo. Lord Danzo seguía apoyado en su hombro, mientras Sasuke observaba como los cazadores se repartían los cuatro colmillos del lobo, como si fuesen trofeos. Ya habían comenzado a subastar la piel, aún cuando el cuerpo no había cesado de sangrar.

El Lord presionó su agarre y se inclinó más cerca.

-Dime dónde están...- murmuró y la frase se sintió como una lanza de hielo.

-No sé de qué habla.

-No te hagas el tonto. Sé que los has visto, no son sueños de chico campirano- Sasuke se aterró ante el hecho de que la confesión al obispo Sarutobi, había sido revelada. Tenía que protegerlos, si más caminantes caían por su imprudencia, jamás se recuperaría de la culpa.

-Lo lamento mucho, señor, pero no entiendo a que se refiere- se hizo el tonto. El viejo emitió una risa que se asemejó a la tos de un perro enfermo.

-Lo descubriré tarde o temprano. Esas criaturas del diablo no pueden coexistir con los humanos. Éste es solo el primero, cuando atrape al jefe de su manada, caerán los demás como moscas- advirtió y se alejó, solo entonces dejó que su cuerpo temblara a voluntad.

¿Cómo decirle a los caminantes que su propio padre había matado a Gaara? ¿Cómo estaría Naruto en ese momento, habiendo perdido a un miembro de su jauría?

La gente animada por la presencia del animal muerto lo estaban enfermando, y tuvo que salir de la multitud para vomitar lo poco que había desayunado en la mañana. Era cruel, demasiado cruel. En su imaginación veía al muchacho pelirrojo colgado en lugar del lobo, ese que fué tan dulce y cariñoso, que se convirtió en su amigo en poco tiempo, que lo trató con devoción y respeto por un puesto que ni siquiera había ocupado.

-Gaara...- sollozó.

Ahora se sentía más encerrado aún en aquel lugar, y las personas le parecían más enfermas y podridas que antes. Incluso su padre, que permanecía junto al cadáver vanagloriándose de su caza.

Sasuke decidió volver al castillo, no para terminar sus tareas, sinó para salir de Whitney y poder acompañar a su manada en la pena. Porque sí, ahora era esa su familia. Al sentir un dolor semejante por uno de sus miembros, sabía que estaba totalmente ligado a ellos, en cuerpo y espíritu.

La cocina estaba vacía, al parecer todas los criados habían ido a presenciar el espectáculo. Eso solo le hizo más fácil su salida. Después de atravesar el túnel oscuro y adentrarse en el bosque de Wyshwood, entró en una calma autoinducida. Las lágrimas se habían secado y la brisa fresca trajo consigo los pocos recuerdos que compartía con el caminante, incluso la ocasión en la que sintió celos de él. Al parecer los animales sabían de su muerte, pues no se escuchaba ni un solo trino de ave, como si la naturaleza estuviese de luto. Solo el roce de las hojas movidas por el viento rompían el silencio sobrecogedor.

Llegó a la guarida sin encontrarse con ningún lobo en el camino. Atravesó la cascada para ver a todos los miembros de la manada rodear un lecho improvisado con telas blancas y flores silvestres, encima de él, estaba acostado el pelirrojo con un rostro tan pasivo y relajado, que parecía que aún dormía.

Los quejidos, llantos y aullidos de la jauría rompían el corazón a quien los escuchara. Tenten parecía ser la más afectada, arrodillada a los pies del cadáver y sosteniéndolos en sus manos, mientras se deshacía en llanto.

Solo Hinata se volteó a verlo, con ojos enrojecidos y húmedos de tanto llorar. Se acercó y Sasuke pudo observar como la mujer intentó decir algo, pero no lo logró, a lo que él se acercó y la abrazó fuerte.

-Lo siento... lo siento tanto...- dijo, sintiendo las lágrimas correr y percibió como ella movió la cabeza en un asentimiento.

-Ve con él, Omega. Naruto no está bien... Ninguno de nosotros se atreve a entrar en su cueva y solo escuchamos sus gritos de rabia- imploró -Solo tú puedes traerlo de vuelta a lo que es.

Sin decir nada más, Sasuke se dirigió a dinde se encontraba el Alfa y aún desde la entrada, pudo escuchar golpes secos y gruñidos roncos, provenientes del interior. Tomó el valor para entrar y cuando la luz remplazó a la oscuridad del túnel, lo vió parado delante de una pared de piedra, con la frente apoyada en ella y sus nudillos sangrantes y heridos.

-Naruto...- murmuró, siendo ésto suficiente para que él girara un poco la cabeza y lo observara con ojos rojos y velados.

Los hombros del Alfa comenzaron a temblar debido al llanto y él corrió a abrazarlo, apenas siendo capaz de sujetar su peso. Cayó de rodillas al suelo, arrastrándolo y afianzó su agarre.

-No pude hacer nada por él, Sasuke... Nos perseguían... Solo ví cuando dió media vuelta y se enfrentó a los cazadores para que los demás huyéramos ¡Como una maldita carnada...! Fallé como Alfa, le fallé a mi manada y a Gaara. Se supone que los debo proteger ¿Qué diría Kiba de mí? Él hubiera regresado, lo sé... Yo, solo fuí un cobarde.

-No, no lo eres. Tu deber es velar por todos, no por un solo miembro de la manada. La culpa de ésto no te pertenece, Naruto...- era su padre, Lord Danzo, Whitney, todos los habitantes de la ciudad quienes se comportaban como bestias sin corazón y estaban destruyendo el bosque y su magia.

Prometió encontrar al Beta y se dió cuenta que hasta ahora, había hecho muy poco al respecto. Los caminantes tendrían que marcharse de Wyshwood si querían sobrevivir y solo él podía hacer eso posible. Tomó la decisión de no regresar al bosque hasta lograr su cometido, tenía que centrarse en ello y hacerlo cuanto antes. Danzo ya sabía de su existencia y estaba enfrascado en encontralos y acabar con la manada. "Ahora también es mi deber, proteger y proveer", pensó.

El entierro de Gaara fué silencioso, justo cuando el Sol comenzó a ponerse y tiñó de rojo la luz que se filtraba por las ramas de los árboles. Naruto cargó el cuerpo en brazos, al que habían vendado los ojos y vestido con una túnica blanca y ligera. Justo al llegar a un claro cercano de la cascada donde solían bañarse, el Alfa se detuvo y después de que besó la frente del pelirrojo, todos los demás se acercaron e hicieron los mismo. El último fué Sasuke, que acarició también su cabello y pronunció una disculpa muda, cubierta de lágrimas saladas.

Naruto colocó el cuerpo en un agujero, de lado, con sus rodillas dobladas y las manos juntas en el pecho. Lo cubrieron de flores y luego de tierra. Allí permanecieron de pie y en silencio hasta que la Luna emergió y los lobos comenzaron a aullar con un sentimiento de tristeza, mayor al que Sasuke habría sentido alguna vez.

-Tienes... tienes que regresar. Te acompañaré- dijo el Alfa, su voz transformada en un tono más grave de lo habitual.

-No, me quedaré con ustedes ésta noche- anunció. No concebía la idea de volver a ese lugar y dejar a Naruto solo, estando tan afectado.

-Sasuke, tu padre...- él sonrió amargamente. Seguro que el viejo a éstas alturas estaría borracho junto a sus amigos cazadores, celebrando su gran "victoria".

-Solo hoy. Regresaré en la mañana y no volveré aquí hasta encontrar a Kiba- justo cuando Naruto iba a protestar, él cubrió sus labios con un dedo -No puedo dejarte- admitió -Mi partida al amanecer no será una despedida, ya que la próxima vez que nos veamos... no volveremos a separarnos nunca más.

LOBO REY (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora