19. "El Beta"

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Esa noche no hubo fogata, ni cantos, solo aullidos a la Luna que comenzaba a llenarse. Los lobos se quedaron reunidos en el centro de la guarida y los caminantes se retiraron a sus cuevas, cabizbajos y sollozando por su hermano perdido.

Sasuke quitó de su mente toda preocupación respecto a su padre y a volver, Naruto lo necesitaba ahí con él, y aunque ante la ley de los humanos ellos mantenían una relación en el pecado, él sentía que el lazo que los unía iba más allá que un matrimonio común y corriente.

Estaba sentado en el lecho, viendo como el Alfa escondía su rostro entre las pieles, dándole la espalda. A la luz temblorosa de las antorchas lo observó por largo rato, hasta que se decidió a acariciar su brazo, haciéndolo reaccionar y girar la cabeza para mirarlo de reojo.

-Gracias por quedarte- murmuró y el pelinegro negó con la cabeza.

-Es lo menos que puedo hacer.

Naruto cerró los ojos y los abrió luego de un instante, entonces tomó su brazo y lo guió para que se acostara, los dos de lado y observando el rostro de cada uno, completamente en silencio.

El Alfa delineó sus facciones con los dedos, luego juntó sus frentes y suspiró, llenando su corazón de paz, muy necesaria en ese momento. Sasuke disfrutó sus caricias con ojos cerrados y contuvo la respiración cuando bajaron hasta sus clavículas.

-Te necesito- dijo él -Solo tú puedes calmar mi dolor y devolverme mi fortaleza. Déjame tomarte otra vez.

El pelinegro tragó en seco y asintió levemente, cubriendo sus mejillas con un sonrojo cuando Naruto tiró de las ataduras de sus pantalones. Con mucha paciencia y en total silencio, se deshizo de la prenda y luego el resto de su vestimenta, hasta tenerlo desnudo sobre las pieles.

En lugar de saltar sobre él, se dedicó a observarlo con una mirada triste y de veneración a la vez. Sintiendo la suave piel bajo su mano, acarició su brazo, su vientre, la cintura y luego sus caderas. Acunó su rostro y le robó un beso suave, que lo dejó sin aliento.

Sasuke dibujó las líneas de sus músculos con un dedo haciendo un leve contacto, y luego lo empujó un poco para subirse encima y tomar sus labios nuevamente. Las manos expertas del Alfa, volvieron a recorrer su figura, ésta vez de una manera más carnal. Sus cuerpos calentándose el uno al otro, mientras él exploraba su entrada que para sorpresa del pelinegro, se había comenzado a humedecer. Y como la primera y dolorosa vez ya había pasado, Naruto se permitió ser un poco brusco y colocando su miembro en posición, levantó las caderas y lo penetró, o al menos hasta la mitad. Sasuke ahogó un grito en su pecho y luego clavó las uñas en sus brazos cuando él lo comenzó a incorporar. La profundidad de la penetración le quitaba la respiración y hacía temblar su cuerpo. Era doloroso, pero a la vez demasiado íntimo y excitante.

Cuando se hubo adaptado medianamente, comenzó a moverse lento, aún con temor y timidez. Los ojos azules de Naruto lo miraban con dulzura; eso, más el aroma que llenó la cueva, hicieron que se elevara como si su alma fuera arrancada. Ahora los sentidos estaban agudizados, siendo cuerpo humano y percepción de lobo.

-Te amo, Omega- dijo él, recorriendo su figura con ambas manos, deteniéndose en su pecho por un momento y luego afianzando el agarre en sus muslos, para mover sus caderas al mismo ritmo que llevaba su pareja.

Cuando se sintieron en la cúspide, Naruto se incorporó, rodeó su cintura con un brazo y tiró de su cabello, mientras volvía a morder sobre la marca que había hecho anteriormente. Sasuke se dejó caer junto a él, olvidándose del dolor y la pena, llenándose del amor que le profesaba y la promesa de un futuro compartido.

-Te amo, Naruto- correspondió su confesión, aún cuando las respiraciones de ambos seguían erráticas.

Lo sostuvo en la misma posición por un tiempo y a pesar de que después lo acostó para dormir juntos, Sasuke se quedó despierto el resto de la noche. No quería abandonar su cuerpo y perder la sensación de su calor, pues aún no podía controlar su transformación. Lo miró dormir por largas horas, fruncía el ceño en sueños y a veces murmuraba cosas inentendibles.

A pesar de que no quería irse, pues sabía que pasaría largo tiempo sin verlo nuevamente, se levantó y después de vestirse, fué hasta la salida de la cueva, para percatarse de que el Sol había comenzado a salir, llevándose la oscuridad y los restos de un día aterrador con él. Empezaba una nueva jornada sin un miembro de la manada de caminantes.

Los brazos fuertes de su Alfa lo rodearon por detrás y sintió su cuerpo tibio alejando el frío matinal que erizaba su piel.

-¿Ya te vas?- preguntó con voz ronca.

-Sí, debo marchar- suspiró.

-¿Qué harás, Sasuke, cuando te conviertas en lobo? No puedes pasar tantas noches sin dormir.

-Yo... aprovecharé para buscar rastros en la ciudad, solo por un rato, luego volveré a mi cuerpo- explicó.

-Es demasiado peligroso deambular en esa forma.

-Lo sé, Naruto- alejó de su mente las imágenes del cuerpo del lobo de Gaara y la manera cruel en la que mancillaron su cadáver -Todos estamos en peligro, por eso tengo que encontrar a Kiba para que podamos irnos- él lo apretó aún más contra su cuerpo.

-¿Me llevarás a esos bosques de hadas de los que hablaste?

-Iremos y estaremos seguros. Tendré... a tus cachorros allí y crecerán en paz- sintió su pecho vibrar con una risita y cuando se volteó a enfrentarlo, él sostuvo su rostro con ambas manos y lo besó.

Sasuke esperó en el sótano del castillo hasta la hora en que los sirvientes entraban. Luego se escabulló y tomó un trapaedor y una cubeta para pretender que había estado allí hacía un rato. Cuando la anciana lo vió, le riñó por no haberse presentado ante ella a su llegada, pero él se disculpó para complacerla y no llamar la atención.

El día fué bastante largo y no se sorprendió de que al volver a casa, su padre ni mencionó su falta. Seguramente se había pasado la velada en alguna cantina. Aunque en la noche, transformado en lobo, recorrió la mitad de Whitney intentando encontrar un rastro, la multitud de olores que llenaban la ciudad y el no conocer como olía el Beta, le dificultaron mucho la tarea.

Así pasaron dos semanas más y ya la tristeza de no ver a Naruto era dolorosa, sobre todo cuando escuchaba su llamado al anochecer. Tampoco había descansado lo suficientemente, aunque su cuerpo lo hacía cuando su alma salía como un lobo, Sasuke, por precaución, no solía permanecer más de dos horas en esa forma, no logrando un descanso adecuado de su "yo" humano.

La noche de un viernes, cuando la desesperación lo llevó a acercarse demasiado al palacio, percibió un rastro muy débil, pero que si se concentraba, no olía como ninguno de los aromas que había memorizado, pertenecientes a Whitney. Éste era como... musgo y agua fresca de riachuelo. Sasuke cerró sus ojos y el aroma se hizo visible en el aire, como una pequeña y blanca línea flotante que guiaba hasta la fuente de su procedencia. Pero venía directamente del castillo de Lord Danzo.

No había opción, estaba seguro de que pertenecía al Beta.

Tuvo que pasar justo al lado de los guardias de la puerta, que como de costumbre, estaban dormidos en su puesto. Agradeciendo la incompetencia de los vigilantes, logró entrar por una ventana de la cocina, que siempre permanecía entreabierta, pues el cerrojo del interior se había roto. Recorrió los oscuros corredores sin problemas, gracias a su visión de lobo y siguiendo el rastro, llegó hasta la habitación en la que la vieja Chiyo le había prohibido entrar, por órdenes del Lord.

Se alzó en sus patas traseras y logró, después de varios intentos, bajar el tirador y abrirla. El aroma se hizo más fuerte y en el fondo de la estancia pudo ver una jaula enorme, cubierta por una manta aterciopelada de color verdoso.

Unos ojos rojos se abrieron y brillaron en la oscuridad, luego escuchó las garras arañar la madera.

-¿Quién eres?- el gruñido resonó en la habitación -¿Por qué hueles al Alfa?

LOBO REY (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora