Capítulo 12

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¡Hola!

Tiempo sin pasar por aquí y sentir el calorcito de escribir.

Debo decirles que ya me encuentro muchísimo mejor y que me siento una Lin completamente diferente. Me tomé ese tiempo para recibir la ayuda profesional correcta y por fin comprendo la importancia de la salud mental.

Gracias por esperarme y seguir dandole amor a la historia. Estoy más que lista para continuar esta historia y me siento feliz de estar aquí nuevamente con ustedes💜

 Estoy más que lista para continuar esta historia y me siento feliz de estar aquí nuevamente con ustedes💜

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Luchar con un dios no me parece algo realmente difícil. Es una tarea complicada, pero salir victoriosa no es imposible. Claro, mi opinión cambia si hablamos de Ares.

Pelear con el dios de la guerra... No, Ares se ha convertido en mi nuevo enemigo y debo confesar que al enfrentarlo esta vez me ha llegado a dar un poco de miedo. Hay segundos en los que pienso que ya no podré más y las ganas de dejar la pelea son reales.

Su lanza me hace sangrar cuando rasga mi cachete muy cerca de mi cicatriz, un mechón de cabello cae sobre mi hombro por el filoso corte del arma.

He intentando decenas de veces quitar el báculo de su mano y justo cuando estoy por tomarlo este me da un golpe de nuevo.

— Ya me cansé de jugar al gato y al ratón—le digo cuando siento que mis energías van decayendo.

— ¿Tu eres la rata? —ríe por lo bajo, cien por ciento seguro que ese es el chiste del año.

— Ya quisieras—le lanzo un hechizo que esquiva con facilidad.

Tardamos unos minutos más viendo cual se rendirá primero de ambos, pero yo me niego en ser la primera en abandonar esta pelea.

— Ese báculo no te pertenece, querido—hablo con una voz dulce bastante fingida. Ares ríe, hace danzar el arma entre sus dedos como si fuera un diminuto bolígrafo.

El estruendo metálico que producen ambos báculos al chocar hace que un cosquilleo incomodo atraviese mis oídos, haciendo doler mis dientes en el proceso. Su sonrisa cuando jugamos a pulso para ver quien de los dos cederá primero me irrita y con impaciencia desaparezco frente a sus ojos para aparecer detrás de él, presionando su cuello con la vara de mi báculo. Escucho sus quejidos que son remplazados por los míos cuando el filo de un cuchillo se incrusta entre mis costillas haciéndome sangrar y, sin aflojar la fuerza de mi agarre, observo como la sangre va bajando por mi pierna hasta formar un pequeño charco en la tierra.

Me veo obligada a soltarlo cuando este, en un movimiento tan rápido que ni poseyendo un tercer ojo lo hubiese visto, se posicionó de frente a mí. Su rostro a escasos metros del mío y sus dedos, calientes como el fuego, penetraron en la reciente herida en mi costado. De forma absurda termino casi sosteniéndome de su cuerpo al sentir como este desgarraba mi piel hasta hacer la herida lo suficientemente grande como para que toda su mano pueda entrar en mi y así es. Su mano libre sostiene mi rostro con una fuerza exagerada y me debato entre el asco y el desfallecimiento cuando su lengua pasa por mis labios al tiempo que arranca una de mis costillas a sangre fría.

Las Hijas Del Alba (DDA#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora