Hay tres momentos (que desde mi parecer) definen tu fuerza, tan solo tres cosas sencillas; número uno: cuando caes por primera vez. Número dos: cuando estás en el suelo debatiendo que hacer. Número tres: cuando decides ponerte de pie para seguir con tu camino. Solo tres cosas simples en secuencia, con un lapso de tiempo indefinido entre cada una.
A Eleonor, le tocó caer (tal vez más de una vez) y por el momento, solo se encuentra en el suelo. Quizás esté debatiendo si ponerse de pie es lo más favorable, o tal vez solo decidió quedarse ahí para siempre y no luchar.
Son pequeñeces que pasan de forma volátil por mi cabeza, luego de haber escuchado sus crudas palabras:
—Murió— cinco letras, una palabra y muchas emociones. El signifcado tras lo que dijo me dejó helada por unos minutos, siendo incapaz de procesarlo. Claro, no le encontraba sentido a eso, y aún no lo hago.
Tuve que indagar entre su dolor para encontrar la razón de ese hecho, y no solo la razón... Más bien saber la causa y posible culpable de existir uno. Y como siempre, el rey de los dioses no salió libre de crímenes.
Dos cosas me quedaron claras después de escuchar todo: Eleonor se ve incapaz de poder perdonarse, cree que todo fue su culpa. Perderla la ha consumido a un punto tan irreversible, que es casi imposible encontrar similitud entre la antigua Eleonor y este saco de carne cargado de dolor, culpa y miseria.
Traté de hablar con ella, pero su mensaje fue claro al escupirme la siguiente oración a la cara:
—No tienes por qué meterte en mi vida. La forma en como llevo el dolor solo le concierne a mi persona. No me hables más sobre el tema, no vine para hacer tu amiga— soltó todo el aire de golpe—Limítate a caminar y guardar silencio.
Tres horas he aguardado en completo silencio, en total, cinco horas caminando sin parar por este interminable bosque. Ni siquiera he abierto la boca para hacerle saber lo hambrienta que estoy, de como puedo escuchar como ruge mi estómago y la cabeza dar vueltas.
Ya no hay pequeñas criaturas vagando por el bosque, ni mariposas que iluminen nuestro camino. Solo son los bufidos de mi protectora y nuestros pasos los que se hacen escuchar en el lugar.
Sostengo mi parloteo por unos minutos más hasta que mi estómago vuelve a rugir, causando que lleve mi mano al abdomen, como si el tacto pudiera calmar mi hambre.
— Eleonor, tengo hambre...— aprieto mis labios, haciendo un sonido extraño al soltarlos—Hambre y sed— ella me ignora, manteniendo su atención en el mapa que solo ha avanzado como dos centímetros en cinco horas.
Suelto un suspiro, atando mi cabello en una coleta.
»De nada sirve protegerme de otros seres si me dejas morir de hambre después...— espero por un momento su respuesta, detallando su espalda con curiosidad—¿Hay un buzón de sugerencias en el hermandad? Porque no dudaré en escribir "La hermana Eleonor deja morir a sus protegidos de hambre y sed. Pdt: Ayudaaaa me muerooo... Gracias"— exagero mi tono dramático e incluso llevo mi mano de forma teatral a la frente, como si ella pudiera verme.
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Las Hijas Del Alba (DDA#3)
FantasiLa guerra se alza en el Olimpo, arrastrando su destrucción hasta la tierra, donde Angela y Eleonor, deberán luchar por traer la paz y sobrevivir en el intento. En un mundo consumido por el caos, ellas deberán ser el bote que mantenga la humanidad a...