Llegué a la vida de Haris Zabat, y por ende, al campamento cuando tenía ocho años. Sin un pasado que pudiera recordar. Sin familia y con una extraña sensación de pérdida en el pecho.
Arrebatada de mi familia biológica para ser entregada a los seres más divinos de la existencia.
Con apenas ocho años lanzandome a guerras de las cuales nunca debí formar parte. Adentrándome en una historia que no debía ser mía, pero que me anclé a ella como si lo fuera. Atrapada entre torbellinos de caos y obteniendo pequeñas porciones de paz cuando me encuentro situada en el ojo del huracán.
A los doce luché por primera vez con espada y las catorce ya podía contra una manada de monstruos. Obligada a ser fuerte, para no ser arrastrada por el caótico destino y delicada como una flor para que los enemigos no sospechen.
Porte digno, fuerza nula y vestimenta impecable es lo que me caracteriza frente a desconocidos.
Pelea digna, fracaso nulo, movimientos impecables y fuerza sobrehumana es lo que realmente soy.
La arma mas fuerte siempre será el elemento sorpresa y nadie sospecha de la dulce chica con faldas rosas.
A los diecinueve años siendo líder de un escuadrón y a los veinte ganadome un puesto en el salón de los héroes justo entre los retratos de Mara y Haris.
Parlanchina, curiosa y con un vocabulario de mierda también son formas de describirme.
Si han llegado a este punto es porque conocen gran parte de nuestra historia o tienen una idea de ella. Sí es así, lamento decirles que no sigo siendo esa dulce niña y les aseguro que agradecerán en un punto que no lo sea.
No les quito mas tiempo, ya dejaré de alardear sobre mi vida. Es mejor que ustedes la descubran y vean como todo llega a su fin.
[...]
El calor es sofocante y la sangre baja como manantial por la herida en mi cabeza. El cielo se tiñe de diversos colores mientras la sangre hace lo mismo sobre la nieve, dejando una mancha escarlata sobre ella.
El dolor es agonizante mientras me arrastro hacia el charco de agua. Las lágrimas salen entre hipidos cuando veo el cuerpo desapareciendo a mi lado. Aquella cabellera negra como la noche volviéndose polvo, que cae en la nieve y su brazo, que intentaba protegerme, siendo lo último en desaparecer de ella.
Llevo mis manos al agua casi congelada donde dejo los diamantes que cubro con una capa de hielo. Sellando con un hechizo la superficie para que ningún poder (que no sea el mío o igual a el) pueda abrirlo. Guardando su magia de manos ambiciosas y codiciosas que quieran utilizarla para un bien personal.
Una figura se posa detrás de mi, reflejándose en el hielo. Su espada produce rayos cuando impacta sobre la superficie congelada, mas esta no se agrieta ni un poquito, de lo contrario, la espada es la que se destruye en el proceso.
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Las Hijas Del Alba (DDA#3)
FantasiLa guerra se alza en el Olimpo, arrastrando su destrucción hasta la tierra, donde Angela y Eleonor, deberán luchar por traer la paz y sobrevivir en el intento. En un mundo consumido por el caos, ellas deberán ser el bote que mantenga la humanidad a...