Capítulo uno.
Lea Díaz.
—Juliano, por favor, no hagas eso— digo, mientras entro a la habitación de Ada.
—Es para que no llore, mami— dice, mientras se encoge de hombros.
—Tiene hambre, Juliano, no la ilusiones de esa manera, hijo. Además, has pensado en que te puede morder un dedo y resfriarse por haberse comido tantas bacterias— digo, mientras cargo a Ada en mis piernas, y le doy compota.
—No, solo he pensado en que dolería, esa niña ya tiene dientes, son pequeños, pero diabólicos— lo miro con los ojos exageradamente abiertos.
—Juliano, niño, ¿Quién te enseñó esa palabra? ¿Acaso me has escuchado decirla? No quiero escucharte decirla otra vez, no menciones a... a lucy en esta casa de ninguna manera.
He tenido que medir mucho mi tono de voz, no quiero que mis hijos se vuelvan masoquista y que vean normal que le hablen mal o demasiado alto, pero también hay que hablarles con autoridad, que sepan que no es un juego, pero que tampoco se entristezcan.
Es todo muy complejo, pero debo admitir, que cada vez es más fácil, porque el amor que tengo por ellos, es más grande que cualquier enojo.
—Escuché a la profesora decirle a Wilson "Siempre haces todo mal, eres un niño diabólico"— finge el tono de voz de su maestra.
—Hablaré con tu padre sobre ese tema, pero mientras tanto, ¿Por qué no me dices cómo te trata la maestra a ti?— le pregunto, mientras oculto la preocupación en mi tono de voz.
—Mmm... depende— dice, mientras se encoge de hombros.
—¿Depende? ¿Cómo que depende? ¿Yo que soy tú madre no te trato "dependiendo"? Te portas mal, y te hablo y te digo por qué no deberías comportarte de esa manera, pero siempre te trato bien, y siempre cambias lo que hacías mal, entonces... ¿Por qué ella te trata dependiendo?.
—Porque a veces... casi siempre, le digo las respuestas de matemática a mis amigos— suspiro.
—No debes decirle las respuestas, si lo haces, no aprenderán nada, pero, nadie te puede tratar mal por eso, solo debe decirte que no lo hagas.
—Si, es lo que pienso cuando me da unas nalgadas que me dejan... que me dejan que después no puedo sentarme, madre, me siento como estabas los otros días— abro los ojos exageradamente.
La saliva baja lenta y pesadamente por mi garganta. —¿Y cómo estaba los otros días?— le pregunto fingiendo curiosidad.
—Decías "Au, no me puedo sentar, pero Fernando, si crees que volveré a dejar que me— lo interrumpo rápidamente.
—Los niños no deben escuchar las conversaciones de sus padres, y no deben entrar en la habitación sin tocar la puerta, y tampoco quedarse escuchando nada detrás de la puerta, porque— me interrumpe.
—Porque necesitan darle energía al bebé para que termine de trabajar más rápido, y pueda venir a vivir con nosotros— lo miro confundida. —Perdón por interrumpirte, ma.
—¿Qué bebé?.
—El bebé que papi me dijo que iba a venir, pero que debería de dormir solito y con los monstruos en mi habitación, para que ustedes ayuden al bebé para que venga.
—¿Tu papá te dijo eso?— le pregunto, mientras le limpio la boca a Ada con su babero.
—Si, él— lo interrumpo al escuchar que tocan el timbre.
—Espera un segundo, bebé— me levanto con Ada en mis brazos, y bajo las escaleras para ir a ver quien tocó el timbre.
—¡Luz!— saludo a mi hermana con un beso en la mejilla al verla parada frente a mí, en mi puerta, con su esposo e hijo.
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Un complicado Matrimonio ©
RomancePersonas del pasado vuelven. Juegos sucios empiezan a atacar. ¿Podrán Lea y Fernando superarlo todo y continuar con su matrimonio?. Pequeño fragmento: "--¿Entonces ya no estaremos juntos? -pregunté con el corazón en las manos. -No lo sé, Lea.... No...