Cap.21

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Un motor de un coche me hizo levantar la mirada.

Ya no tenía lágrimas, pero me dolía muchísimo más la cabeza. Sabía que tenía mucha fiebre, y sabía que mis mejillas estarían rojo carmín. También sabía que cuando me levantara, comenzaría a temblar, y sabía que Logan estaría ahí para consolarme.

Se bajó de su Volvo negro, y con expresión preocupada casi corrió hacia mí. Me tomó por los brazos y me hizo levantarme, para luego atraparme en un profundo abrazo. Aspiré su delicioso aroma de perfume de pomelo y menta, que al parecer, hoy me tranquilizaba más que nunca. Besó mi sien mientras yo sollozaba de nuevo en su pecho y aguantó todo mi peso, porque al parecer, yo apenas podía sostenerme.

-Ya llegué, ya llegué.-Murmuró contra mi cabeza.

Se separó de mí y me limpió las lágrimas con el pulgar. En ese instante deseé con todas mis fuerzas que fuera Kendall quien lo hubiera hecho.

-Siento muchísimo que te hayas perdido el examen.

-Me necesitabas.-Susurró.

Tomó mi mano y me condujo hacia su coche. Me hizo sentarme y mirarlo a los ojos.

-Estás enferma.-Tocó mi frente con la palma de su mano y retrocedí al notarla bastante fría.- Cuéntamelo todo, Carol.

Asentí con la cabeza, retrocediendo hasta el momento que me desperté esta mañana.

-Desde hace unos días me sentía un poco enferma. Tosía, estornudaba y a ratos me dolía un poco la cabeza.

-Sí, eso lo noté.

-Esta mañana me sentía fatal. Llamé a Kendall para que no viniera a recogerme porque no tenía pensado ir al instituto, pero él se empeñó en venir a mi casa y llevarme al médico. Como sabes lo que ocurrió con mamá el año pasado, pues yo no me fío de ningún doctor, pero... Al final me convenció. Después de no habérselo puesto nada fácil para levantarme, pasamos por el jardín del edificio, y vi que estaban tapando el escondite...

-¿Qué escondite?

-Bah, eso da igual.-Negué con la cabeza.- El caso es que antes de llegar a la consulta, nos topamos con Nancy Allen, y mi novio estuvo demasiado amable con ella. Yo me enfadé un poco, y cuando llegamos a donde me iban a atender, el médico me dijo que necesitaba tomarme unas medicinas, y teníamos que comprarlas en la farmacia. Obviamente, con lo cabezota que es él, pues fuimos a la farmacia y lo compramos. Yo me quedé en su coche, con mi móvil y con el suyo. Y sonó el timbre del Whatsapp, indicándome que le había llegado un nuevo mensaje.

-No me digas que lo abriste.-Dijo con la mirada baja. Asentí.

-Sé que no debí haberlo hecho. Pero estaba consumida por los celos, y sabía que Kendall me ocultaba algo sobre Nancy. Fue un error... Me di cuenta de que habían estado hablando sobre mí a mis espaldas todo este tiempo, y que mi novio no había sido capaz de decírmelo. Me sentí... Me sentí...

-Carol...

-Es horrible que alguien a quien amas tanto te traicione así.

-Dímelo a mí.-Murmuró.

Bajé la mirada y recordé lo de Sophie. Aún estaría muy dolido por la ruptura, y yo me encontraba contándole mis problemas.

-Lo siento, Logan. Soy una estúpida.

-No, no lo eres.-Suspiró.- A veces la gente en la que creemos confiar, acaba siendo la gente que más nos traiciona. Pero la vida es así. Hay cosas que no se pueden cambiar.

-Ojalá sí se pudieran.

-¿Te puedo preguntar algo?

-Ya lo has hecho.-Murmuré sonriendo ligeramente y recordé que esta misma frase me la dijo Kendall alguna vez. Maldita sea, no lo podía sacar de mi cabeza.

-¿Él... Él te dejó sola y se marchó? O sea, quiero decir, sabiendo que te encontrabas tan mal, ¿se largó y te dejó sola?

-No... Bueno sí. Pero yo me fui antes, le dije que me dejara en paz y que se fuera. Él tan sólo me obedeció para no causarme más problemas, Logan.

-Oh, entiendo. Está bien.-Suspiró.

-La cabeza me sigue doliendo.

Sonrió levemente al ver que dejaba de hablar de lo que me había pasado, y posó de nuevo su fría mano sobre mi piel. Seguía ardiendo, y no pararía hasta tomarme mis medicinas.

-¿Quieres que vaya a por los medicamentos?

-No quiero hablar con Kendall...

-He dicho que si quieres que vaya yo, no tú.

-¿Harías eso por mí?-Le pregunté con esperanza.

-Y muchas cosas más.

Le sonreí con agradecimiento y arrancó el coche en rumbo a casa de Kendall. No hablamos mucho en el trayecto, pero este silencio era reconfortante. Amaba tener un amigo como Logan, que siempre está ahí, en las buenas y en las malas.

Se bajó del auto y llamó al timbre. Me encogí en el asiento y la alta figura de mi novio se pudo ver desde la ventanilla.

Las lágrimas amenazaron de nuevo en salir cuando posó sus ojos en mí.

Spring Breeze {Kendall Schmidt}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora