Cap.11

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Que conste que sólo publico este capítulo no porque lo tenga planeado, sino porque Asweet ha estado matándome con sus insistencias. 

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-Hola.-Saludé a mi amigo con cara de indiferencia. Hice una mueca cuando vi las manos de Sophie y de Logan entrelazadas.- ¿Qué está pasan...

-¡Wooow! ¡Eso es increíble!-Los gritos de emoción de Amanda me interrumpieron.- ¿Y qué hizo el limpiador?

-Pues... ¡Intentó golpearme con su escoba, pero fue tan patético que casi sale volando por el aire! Al final, me escabullí por debajo de su brazo y corrí a toda prisa hasta llegar a mi coche. Conseguí las llaves de la sala del director, y al día siguiente, cuando todos ya estaban en sus casas, volví a entrar al instituto a escondidas y recuperé mi teléfono sin que mis padres se enteraran. 

-Eres genial, tía, seguro que tú y yo seremos grandes amigas.-Sonrió Amanda con emoción.

-Bueno. No creo que eso vaya a pasar. En realidad, yo me junto con gente de mi edad... Y vosotros sois un poco... Mmh... Cómo decirlo para que no suene ofensivo...-Hizo cara de pensativa.- "Mocosos".

-Tenemos dieciséis, diecisiete y dieciocho, algunos ya somos mayores de edad.-Dijo Logan.- No somos mocosos.

-Es verdad.-Lo apoyó Sophie.- Él y yo tenemos dieciocho. Si tener tres años menos que tú es ser "mocoso", pues ya no sé que será ser un niño...-Susurró perdidamente. 

Logan le acarició el mentón y depositó un beso en su mejilla. Sinceramente, si decía la verdad, aunque no tuviera nada contra Sophie e incluso me cayera bien, parecía un poco tonta. Era la copia auténtica de las populares rubias de las películas, muy parecidas a Amanda, pero ella era tan inocente que no le veía ningún tipo de maldad. Al contrario, parecía buena persona.

-Mirad... No tengo ningún problema con vosotros... Pero no pretendo ser amiga vuestra. Tan sólo quiero caeros bien. La única amiga que quizás podría interesarme es...-Buscó entre los presentes  con la mirada.- Ella.-Me señaló.

Ladeé la cabeza un poco confundida, girándome hacia atrás por si señalaba a alguien que había detrás de mí. ¿Era yo?

-¿Yo?-Pregunté inocentemente.

-Sí, tú. Ay, Caroline... -Suspiró pasando un brazo por encima de mi hombro.- Si yo te contara... Haremos muy buenas migas, ya verás. Como yo trabajo aquí, pues nos podemos ver por el recreo o algo. ¿Con qué grupo vas?

-¿Trabajas aquí?

-Sí, me dieron un puesto de meretriz.-Bromeó.- No, qué va, es coña. Limpio las aulas de dos a tres de la tarde. Es un puesto que me da para mis caprichos.

-Mmmh... Muy bien.-Susurré quitándome el brazo de encima.- ¿Por qué quieres ser mi amiga?

-Por convinencia. Hay gente que me pide cosas y debo cumplirlas. Sobretodo si la gente con la que me junto me importa.

-¿Hay alguien que te dice cosas de mí?-Pregunté un poco asustada.

-Si tú supieras, niña... Si tú supieras...

-¿Qué quieres entonces?

-Ya te he dicho que te busco por convinencia. Lo descubrirás antes o después, cariño.

Y después de escuchar estas últimas palabras, fue cuando comencé a temerle a Nancy Allen.

(...)

 -Bien, alumnos, esto ha sido todo por hoy.-Concluyó el profesor cerrando el libro de filosofía.- Recuerden que hoy a las seis de la tarde pueden venir a recoger sus notas de la avaluación. Es obligado que vengan los padres a por ellas, pero si ustedes desean venir, es posible.

Me levanté de la silla, recogiendo todos los apuntes que había esparcido por la mesa para sacar buenas notas en el próximo examen. Mi compañera de asiento también se levantó y se fue, sin ni siquiera despedirse. Suspiré un poco melancónica. Ojalá fuera Kendall el que se sentara ahí, como meses atrás.

Terminé de recoger mis cosas y cuando ya estuve lista, salí por la puerta, cruzándome con Nancy. No me vio porque iba mirando su teléfono. Al parecer, era verdad lo que dijo sobre que trabajaría aquí.

Salí fuera del instituto, una brisa primaveral azotó mi pelo causándome escalofríos. Hoy hacía un poquito más de frío que ayer. 

Localicé a mi novio con la vista.

Estaba parado delante de su coche, apoyado en él como de costumbre. Miraba atento su móvil que tenía en sus manos, sonriendo de vez en cuando. Tal vez estaba revisando nuestras conversaciones por Whatsapp, sería muy tierno.

Me acerqué a él con sigilo y le solté un "¡Buuuuh!" que le hizo saltar en el sitio. Me miró con espanto y luego se echó a reír, admitiendo completamente que lo había pillado desprevenido.

-Hola.-Le saludé con una sonrisa mientras besaba cortamente sus labios.- ¿Qué hacías?

Se paró un momento para tomar aire y luego me miró.- Nada, tan sólo hablaba por el móvil. ¿Subes?

Asentí y esperé a que me abriera la puerta, como siempre, lo hizo. Era tan caballeroso, que había cogido la mala costumbre de acostumbrarme a eso. Y a veces me sentía como una de esas princesitas ricas y tontas que salen en las películas.

-¿Quieres que te deje en casa?-Preguntó arrancando el coche.

-Mmmh... Sí, supongo que sí. Mis padres tienen que ir esta tarde a por las notas de filosofía y aún no se los he dicho. Me van a regañar si no acuden y pierden las calificaciones.

-Oh, está bien.

-¿Tenías algo previsto?

-¿Qué?-Murmuró un poco desconcertado.- No... Yo... Pensaba.

-¿En qué pensabas?

-En nada, linda. Olvídalo.

Spring Breeze {Kendall Schmidt}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora