Cap.23

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Bueno, bueno, chicas, de acuerdo, no cancelaré la novela. Pero quiero que penséis que tengo un montón de proyectos y estoy de vacaciones, aislada del mundo sin internet :c Así que tened paciencia porque yo también sé todo el tiempo que os hago esperar por un nuevo capítulo, pero es necesario.

PD: No os perdáis el 24, a más de una se os pondrá los pelos de punta xD

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Los setos que adornaban la entrada a la casa de Kendall ya tenían hojas. Una brisa primaveral los hacía moverse con suavidad, y emitían unos pequeños sonidos apenas audibles. Los escalones de la entrada ya no tenían nieve. El buzón tampoco.

Suspiré y saqué la llave que me prestó para abrir la puerta. Intenté no hacer ningún tipo de ruido, pues no quería asustarlo. Habían pasado demasiadas cosas y teníamos que arreglarlo como adultos, no como críos que se ponían celosos y que se gritaban los unos a los otros.

Empujé la madera y la calidez tan familiar de su casa me dio ganas de aspirar el olor de ese lugar, absorbiendo todo lo posible para disfrutar del momento.

La casa de Kendall olía tan bien.

Cerré la puerta detrás de mí, y comencé a caminar por el pasillo color canela completamente vacío. Las puertas de Brandon y de Sophie me hicieron recordar los meses atrás, en los que él me regañó por ser un poco entrometida. Ya había visto las habitaciones de los dos niños, una por error, aquella vez que fui al baño el invierno pasado, y la otra porque decidió mostrármela una vez que pasó todo.

Llegué al final del pasillo con la esperanza de encontrar ya a mi novio, pero tampoco estaba allí. ¿Adónde se había metido?

Cerré los ojos confundida, ¿que no era que iba a estar en casa?

Caminé hacia el sofá y decidí sentarme a esperarlo, pero entonces, algo llamó mi atención. El sofá no estaba vacío. Y reí por ello.

Kendall se encontraba tumbado boca arriba, con un bolígrafo y con el tercer libro de la saga de Harry Potter en las manos. Sus ojos estaban completamente cerrados, su boca entre abierta. Su pecho se expandía y se contraía con tranquilidad, y tenía los dedos manchados de tinta por el boli. Su flequillo rubio estaba desordenado y ligeramente hacia atrás, y al parecer, se había quedado dormido mientras anotaba frases que le gustaban del libro. Era tan adorable.

Un pequeño tembleque en su mano izquierda. Una pequeña herida en el labio por tirarse de la piel con los dientes. Un pequeño rubor en sus mejillas. Una pequeña peca detrás de su hoyuelo izquierdo. Eran esos pequeños detalles que me enamoraban más cada día. Y sabía que ya no podía separarme más de él.

Levanté mi mano y lentamente, la posé sobre su mano, quitando con sigilo el libro y dejándolo encima de la mesa. Con la otra mano, esparcí suaves caricias sobre la suya, reprimiendo una risita por todos los rayajos que la inundaban.

Kendall emitió un pequeño gruñido y se separó de mí con brusquedad, removiéndose y tumbándose boca abajo. Seguía durmiendo.

-Ken...-Susurré para no despertarlo de golpe.

Por más que me gustara admirarlo mientras dormía, teníamos que hablar. Me sabía mal despertarlo, pero tenía que hacerlo, o si no, se me haría tarde y volvería a casa sin ninguna solución.

-Kendall...-Volví a murmurar.

El rubio comenzó a parpadear rápidamente, como si sus párpados fueran alas de una mariposa. Llevó sus manos a sus ojos y se los frotó, intentando recobrar la vista. Me miró y le sonreí.

-¿Carol?-Preguntó con una voz cargada de sueño.

-Sí, soy yo.

Se incorporó y se sentó en el sofá, apoyándose con los codos, y mirando el libro que anteriormente le había arrebatado.

-Vaya, debí quedarme dormido mientras leía.

-Mientras marcabas frases.-Le corregí.

-¿Mientras marcaba fr...? Oh, sí, lo recuerdo.

Nos quedamos en silencio. Él miraba el suelo, confuso, aún recuperándose de su pequeña siesta. Yo seguía repitiéndome en mi mente que teníamos demasiado de qué hablar, pero tan sólo al verlo ahí, parado, tan tranquilo... Simplemente, me daban ganas de olvidarme de todo y lanzarme a sus brazos. Por desgracia, no podía ser tan débil. Tenía que mantener mi compostura y mis razones serias para mantener una conversación sin alterarnos.

-Le diste a Logan una carta para mí.-Susurré, llamando su atención.

Sus ojos se posaron sobre los míos, y lentamente, asintió con la cabeza.

-Tenemos tanto de lo que hablar...

-Pero antes quiero que me confieses una cosa.-Murmuró.

-¿Qué cosa?

-Cuando... Cuando te dije que te quería, y tú me dijiste que ya no estabas tan segura, ¿lo decías en serio?

Sentí cómo una punzada se clavaba en mi pecho. Sus ojos estaban aguados, y me miraba con tanto miedo, tanta tristeza, que me recordó el Kendall de este invierno. Parecía un niño asustado y tembloroso, y siempre odié que se pusiera así. No dejaría que él sufriera más, no por mí.

Antes de darme tiempo a contestarle, ya me había inclinado y había rozado mis labios contra los suyos.

Spring Breeze {Kendall Schmidt}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora