Cap.4

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Entré en mi habitación, deseosa de poder vestirme con el vestido tan caro que me compró la abuela para mi cumpleaños.

Y ahí estaba. Su tono rosa pálido me volvía loca. Sus perlas alrededor de la falda eran de color blanco, y llevaban un puntito en el centro de color salmón. Tenía un cuello de palabra de honor, pero estaba unido a una espécie de guantes largos, como el vestido amarillo que llevaba Bella en La Bella y la Bestia.

Lo primero fue el maquillaje. Me puse una base de mi tono de piel, no muy exagerada, sólo para ocultar las imperfecciones.Con un delineador negro, pinté a mis ojos una raya, que con ayuda del rimmel, hizo que mis pestañas se vieran el doble de voluminosas. A continuación, me manché los mofletes de colorete rosa, según Kendall, así me veía más adorable. Después, me pinté los labios con brillo y besé un trozo de papel higiénico por si a mi novio le molestaba que le pegara el labial. Afortunadamente, conseguí un look natural, nada exagerado. Al fin y al cabo, nunca me maquillaba, y cuando lo hacía era porque tenía algún evento.

(...)

Estaba sentada en el sofá, con mis bucles recién hechos y ansiosa por que me viera el rubio. Realmente me lo había currado, mi mamá me dijo que estaba preciosa, y mi papá estuvo a punto de prohibirme salir porque me veía demasiado guapa para su gusto.

Tocaron al timbre.

Chillé de emoción como una niña y corrí hacia la puerta, pero entonces recordé que iba descalza y tuve que volver hacia el sofá para calzarme los tacones. Maldita sea, era tan difícil caminar con esto.

La abrí. Mi mandíbula casi perfora el suelo si no fuera porque la tenía pegada a mi cráneo. Oh, Dios mío. Kendall se veía impresionante. Llevaba un smoking blanco con retoques negros, había dejado las vans en casa y las había cambiado por unos mocasines, su pelo estaba ligeramente engominado hacia atrás como en los años sesenta y por si eso fuera poco, tenía la mano extendida con un ramo de rosas rojas.

-Vaya...-Dijimos ambos al unísono. Reímos por ello.

-Estás increíble, Kendall.-Murmuré.

-No, tú estás preciosa, Carol.-Murmuró él.

Sonreí y salí de casa, pegando un portazo y tomando el ramo que Kendall había comprado para mí.

-Huelen muy bien, novio.-Dije aspirando el aroma de las rosas.

-No tanto como tú, novia.-Rió.- Esta noche hueles muy rico. Seguro que te has echado la colonia que te regaló Logan para tu cumple.-Efectivamente.- Bueno, ¿Nos vamos?

-Claro que sí.

Me cogí de su brazo e intenté caminar normal, pero al parecer, no resultó muy bien. Me torcí el tobillo dos veces, y él se rió al enterarse de que no sabía andar con tacones. Maldita sea, ¡Sólo tengo diecisiete años! Ahora él tendría que cargar con su propio peso y con el mío, ya que me hacía de andadera de abuelos.

Jadeé al entrar en su coche, recordando que debía contarle el beso que hubo entre Logan y yo. Y sé que fue un beso inocente, pero él tenía que saberlo. Aunque también le había besado en la fiesta en la que él me reveló sus sentimientos.

-Ken.-Susurré llamando su atención. No volteó a verme porque estaba centrado en la carretera, pero sabía que me había oído.

-¿Mmh?

-¿Recuerdas lo que habías dicho antes?

-¿Sobre qué?

-Sobre que los amigos no se tocan... ni se besan... ni se acuestan. ¿Lo recuerdas?-Pregunté nerviosa. Él asintió con la cabeza.- Me siento idiota, esto es una idiotez, pero... Pero no quiero que haya secretos entre tú y yo y quiero que lo sepas. Besé a Logan hace dos años.

Kendall pegó un frenazo tan increíble que si no fuera porque llevaba el cinturón de seguridad, habría salido disparada por la ventana. Mi corazón latía extremadamente rápido. Pude apreciar en su rostro la dureza de su mandíbula, pero también vi el brillo de sus ojos que se arrepentía por haber hecho tal imprudencia en el coche.

-...¿Por qué?-Preguntó con la voz quebrada. Luego carraspeó, intentando sonar normal.- Es decir, siento el frenazo.

-No te disculpes por ello.-Suspiré.- Yo tan sólo era una cría. Tenía quince años, no había dado mi primer beso aún. Todos se burlaban de mí porque era la única, y si te digo la verdad, me arrepiento de ello. Así que como sólo tenía a Logan de amigo chico y... Pues bueno, confiaba en él, le pedí que me quitara el peso de encima. Lo siento.

-Ese fue un beso inocente. No hay nada entre Logan y tú.-Afirmó.

-Cierto.-Dije aliviada de que tuviera las ideas tan claras.- ¿Cuándo fue tu primer beso?

-¿En serio quieres saberlo?-Preguntó con una media sonrisa. Asentí.- Fue en el tejado de mi casa, el invierno pasado, cuando un policía mató a mi padre.

-Oh, Dios. ¿Yo fui tu primer beso?

-Sí.

Nos quedamos en silencio unos segundos, él volvió a centrar su vista en la calle, con la intención de arrancar, pero aún tenía que disculparme por el mal genio de esta mañana.

-Oye... No quería decírtelo, pero esta mañana, cuando me cabreé, fue porque Amanda Evans estaba coqueteando con mi amigo. Y el imbécil de Logan me confesó que se había acostado con ella. De ahí venía mi enfado. No era por nada tuyo. No te preocupes.

-No estaba preocupado, te lo digo miles de veces, confío en ti.

-¿Por qué?

-¿Cómo que por qué?-Preguntó algo ofendido.- Porque eres mi novia y te amo.

Spring Breeze {Kendall Schmidt}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora