No recuerdo muy bien lo qué pasó a continuación, pero segundo más tarde él sostenía mi columna mientras podía sentir como su pulgar acariciaba con prudencia y gentileza el borde ente mi vestido y mi espalda casi desprovista.
Su cuerpo estaba a una distancia tan exquisita, exigiéndome que yo la acortara, mientras que su mirada me veía con un toque de victoria, como si supiera que había ganado esta batalla de tentaciones.
—No sé cómo convenciste a mi primito de traerte aquí pero, admito que has hecho la fiesta más interesante.— acerca su rostro para susurrarme.— Te ves mejor con este traje.
A penas pude pasar saliva, sentí mi piel erizarse. Escuche su suave risa en mi oído. Carajo, carajo, carajo.
—Mira ¿Quién hubiera imaginado que la heroina de París fuera tan fácil de provocar?
Su aroma era tan elegante, cauteloso; su presencia era sólo magnética para mí, y mi corazón que a penas encontraba el ritmo adecuado para bombear sangre me pedía postrarme a sus pies, es más, me lo exigía,
Pero yo estaba aquí con una misión y no sucumbiría tan fácilmente.
Sin darle tiempo de reaccionar, coloqué la mano en su pecho dando un poco de distancia entre nosotros. Él nuevamente dibujó aquella sonrisa burlona en su rostro.
—¡Wow, que fuerza tienes!— pronunciaba divertido.— ¿Qué pensara la gente de nosotros al vernos coquetear así? Eres la supuesta novia de mi primo después de todo.
—¿Supuesta? ¿Qué te hace creer que no lo soy?— respondí. Él alzó una ceja mientras me miraba con cierta picardía. Después se encogió de hombros y se aproximó más a mí, tomando entre sus dedos mi mentón y viéndome fijamente.
Al parecer a él le valía un bledo lo que los demás pensaran.
—Yo sé perfectamente quién es el que te arranca suspiros.— pronunció rozando su pulgar por la comisura de mis labios.— Y por otro lado, deja de tocarme para encontrar mi Miraculous; podrías quitarme cada prenda que ahora traigo puesta y no encontrarías nada.
Bueno, eso eran buenas noticias para Adrien.
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Infect me // Felinette
Fanfiction¿Te digo algo? En aquellas peleas donde terminaba acorralada, no sólo me hacías sentir odio. Había algo más, siempre estuvo ese "algo más".