El día siguiente para mí fue un martirio. Intenté envolver mi cabeza entre las clases y proyectos, pero a cada segundo recordaba ese extraño escenario que sólo nos envolvió a Félix y a mí, y dejaba jugar mi imaginación sobre lo que hubiera pasado si nadie hubiera estado en esa habitación, y si no hubiera existido una misión de por medio.
Además, Adrien quería hablar conmigo este fin de semana en la torre Eiffel sobre lo sucedido en la fiesta.
—Bueno, lo haré.— escuche decir de la nada a Rose.— Iré con él y le entregaré la carta.— mencionaba entusiasmada.
—¿Harás qué?— pregunté. Alya me tomó por el hombro riendo.
—Si hubieras ido a la pijamada de ayer sabrías.— me respondió.— Nuestra niña por fin se decidió por declararle su amor a Félix.
Oh, carajo. Esto tenía que ser una broma.
—No creo que sea buena idea.— contestó, pero pude sentir la mirada de Rose y Alya con desaprobación.
—No oíste todo lo que dijimos a noche ¿Verdad? Ni siquiera te tomaste la molestia de leer los mensajes del chat.— replicó Alya.— ¿Dónde estabas, eh?
—Ya te dije que estudiando. Perdón.— me sentía cansada. Sin ánimo de discutir.
—Bueno, pero de cualquier forma ¿Qué te cuesta animarla? ¿Sabes el valor que tuvo que tomar para hacerlo?
Quise insistir en que esto era una mala idea, pero de cualquier forma no me iban a escuchar.
Rose caminó hacia el árbol donde él leía tranquilamente. Pudimos ver cómo le entregó la carta, lo vi negar y sonreír, después le entregó a algo y vimos cómo Rosé regresó a penas conteniendo la tristeza en su rostro.
—Dijo que no correspondería mis sentimientos y no quería jugar conmigo.— al parecer ni siquiera se molestó en leer su carta, porque la llevaba pegada a su pecho.— Ah, y dijo que te diera esta, me dijo que la olvidaste en una clase que comparten.
Era un brazalete se plata que en realidad, no me pertenecía. Alcé la mirada y noté como él mantenía su vista en mí.
Era un maldito obsequio. Estaba jugando con fuego.
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Infect me // Felinette
Fanfiction¿Te digo algo? En aquellas peleas donde terminaba acorralada, no sólo me hacías sentir odio. Había algo más, siempre estuvo ese "algo más".