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Desde aquel día todo se tornó un poco más extraño.

Me dejó curarlo con mi amuleto y después quedó completamente dormido. Le quite mis pendientes y al día siguiente él ya no estaba en mi cama.

Ya no lo he visto desde entonces, o al menos no en su forma civil. Cuando akumatiza alguien, lo veo desde la distancia contemplando nuestra batalla.

Algo está mal, lo sé.

—Ganamos.— vociferamos esa vieja costumbre Chat y yo.

—¿Qué te parece si vamos a algún lado para celebrar? A algún tejado si te apetece.— sugiere él.

Veo mi mano, que normalmente tiene aquel brazalete pero ahora sólo esta el traje que cubre mi identidad.

—Está bien, chatton.

Arriba de un tejado contemplamos la gran metrópoli que es Paris. Hablamos de un montón de cosas hasta el final sólo ver el atardecer.

—¿Estás bien?—me pregunta de repente. Regresó a verlo y él me ve con una sonrisa.— Sabes que no puedes ocultarme nada.

Lo sabía, pero eso no volvía más sencillo de explicar la situación.

—Mi lady.— su voz se volvió ronca, en su mirada había un viejo anhelo.— No sabes como me hubiera gustado nacer en otra persona, para que nuestro amor no estuviera condenado.— Deposita un beso sobre mis labios y yo por un momento, cierro los ojos.

Sólo fue eso, no le correspondí, sólo permití que me besara y acariciara un poco mi rostro. Después sólo se separa,

—Sea lo que sea que te trae así, cuentas conmigo para solucionarlo.— sin saber porqué una lagrima resbala sobre mi mejilla. Asiento y él por fin se aleja, abalanzándose con su bastón entre los edificios.

¿Qué estaba pasando conmigo? ¿Cuándo mi vida tomó este rumbo?

Resoplo y dejó caer mi espalda sobre el tejado para ver al cielo. Cierro los ojos un segundo intentando canalizar todos mis pensamientos.

—Pensé que nunca se iría.— se escucha una voz a mi lado.

Infect me // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora