Los siguientes días busque información sobre Amelie. No podía pedirle esto a Adrien.
La madre de Félix era la mismísima administradora actual de todos los bienes de la familia De Vanily, aunque no la dueña. Eso no quitaba que fuera una mujer con demasiado poder y por lo tanto, peligrosa.
Como desearía que Félix estuviera aquí para despejar todas mis dudas.
Me tiré sobre la cama y llevé a mi nariz el abrigo de Félix. Era tonto: él jamás lo había usado, no podía siquiera llevar su olor; pero algo en él me hacía recordarlo, revivir esos días y tenerlo a mi lado.
Aún sentía mi cuerpo temblar, pensar en él me hacía sentir irremediablemente encendida. Mientras cerraba los ojos, mis manos repasaban el saco intentando evocar la textura de la piel de él. Deseaba desesperadamente que me tomara por el cuello y estampara sus labios contra los míos, que los mordiera, torturara a su placer, que hiciera de mi boca cualquier cosa que él apeteciera.
De repente caí en cuenta que mi mano ya había se había aproximado a mi entrepierna quien al parecer andaba necesitada.
Que penosa imagen daba.
Me levanté y mejor me quedé viendo la ventana ¿Qué esperaba Amelie de mí? No podía hacer nada por su hijo si él ni siquiera venía a verme, y en cualquier caso, aunque estuviera dispuesta a complacer a Félix, él sólo hecho de que me lo pidiera Amelie me molestaba.
Mi teléfono vibró, era número desconocido.
—¿Quién habla?
—Señorita Dupain, soy yo, Amelie.— Por Dios ¿Por qué esa loca me llamaba y cómo había conseguido mi número?— Hablaba para invitarla a tomar un té mañana, conmigo. Mi cita para el té me canceló a última hora y pensé que sería la ocasión perfecta para conocernos.
—¿Y qué le dice que soy tan tonta como para creer que me quiere conocer?
—Oh, por favor, niña.— dijo riendo.— Creo que el otro día te llevaste una impresión equivocada de mí. Hagamos un trato, si vienes, yo te responderé tres dudas que tengas, sin poder mentir.
La desgraciada sabía manipular bien.
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Infect me // Felinette
Fanfiction¿Te digo algo? En aquellas peleas donde terminaba acorralada, no sólo me hacías sentir odio. Había algo más, siempre estuvo ese "algo más".