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Recostada en mi cama me puse a pensar en los pasos agigantados que había dado últimamente mi relación con Félix.

Estaba casi segura de que lo que sentía por él no era amor, sino la misma curiosidad que él mencionó, aunque al mismo tiempo me asustaba ese "casi" en mi anterior oración.

Tan sólo pensar en él hacia mi cuerpo reaccionar calurosamente, que en la intimidad de mi cuarto, provocaba a querer explorarme de maneras que no me había atrevido antes. De cualquier forma lo evitaba para intentar enfocarme lo más que podía en la misión.

Escuché pisadas en mi balcón. Deseé con fuerzas que fuera Adrien, pero con tan solo ver aquella sonrisa maligna supe rápido de quien se trataba.

—Déjame en paz.— le regañé al tiempo que quise cerrar la puerta que daba hacía mi balcón, pero antes de poder lograrlo él la detuvo y se coló al cuarto con facilidad.

Para alguien de complexión delgada, tenía mucha fuerza.

—He esperado ya casi una semana. Creo que merezco una respuesta.— enunció de forma elegante. Rodé los ojos.

—¿No era demasiado obvia la respuesta? No, no sé qué te traes últimamente; pero tratar de seducirme para lograr obtener mis prodigios es la cosa más baja que has hecho.

Félix empezó a rondar mi cuarto ignorando lo que le había dicho. Sobre mi mesa de costura, vio una corbata verde que había hecho para un viejo conjunto. Se destransformó y se quitó la corbata negra que traía puesta.

—Me la voy a quedar.— dijo colocándosela.— El día que la quieras recuperar, tendrás que jalarla para quitármela del cuello.— se volvió hacia mí alzando mi mentón con su dedo índice.— ¿Por qué de entre todos tus defectos, tenías también que ser testaruda?— Odiaba cuando su mirada se posaba en mis labios.— Pudiste hacer esto más fácil.

Y antes de transformarse otra vez, besó mis nudillos para después irse.

Jamás me cansaría de decirlo, es un desgraciado.

Infect me // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora