VII. 𝐌𝐈 𝐆𝐀𝐍𝐒𝐎

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TSUBASA'S POV

Despierto, y Genzo está dormido a mi lado. Parece un angelito, un angelito muy musculoso y sexy. 

Reviso la hora. Son recién las diez de la mañana. Es poco usual que yo me despierte tan temprano, y también es poco usual que Genzo no esté despierto máximo a las nueve de la mañana. Creo que anoche quedó muerto luego de ese delicioso, jaja.

Sin embargo, yo aún quiero más. Todas las mañanas quiero más de mi Ganso (le digo así de cariño, Cho eligió un buen apodo, jaja).

Me subo a su pecho y acaricio su suave rostro hasta que sus hermosos ojos esmeralda se abren por completo.

─¿Ya estás despierto? No puede ser─ dice, sorprendido.

─Son recién las diez de la mañana, y tú estás roncando, eso no puede ser.

─Esos mañaneros sí que dan sueño─ bosteza─. Ya, levántate, que tengo que arreglarme para cuando Izawa traiga a Hime...─ le pongo un dedo en los labios para cerrarle la boca.

─No hay prisa, Gansito, no hay prisa.

─¿Por qué ese tono tan sensual?

─Porque quiero más─ me acerco a su mejilla y le doy apenas una lamida. Su rostro enrojece bastante.

─Tsu-tsubasa... 

─¿Por qué no lo hacemos de nuevo? Mira que esto necesita más─ me pongo en cuatro en la cama, de espaldas a él. 

WAKABAYASHI'S POV

Dios, ya arrancó con los efectos matutinos que le deja el delicioso. Tiene esa cara roja de nuevo, esos ojos que denotan el deseo, y ese tono sensual que siempre usa al hablar. 

¿Ven lo que les digo? En la mañana es peor que en la noche.

─No, Tsubasa. Tengo que hacer el desayuno y el almuerzo. De noche lo volvemos a hacer.

─Pero yo quiero desayunarte a ti...

─¡Bájate, Tsubasa!─ lo empujo suavemente y cae al piso. Por suerte no es tan alta nuestra cama─Si no dejas de comportarte así, no habrá waffles para ti...

Siempre que le menciono uno de sus desayunos favoritos, ese instinto lujurioso abandona su cuerpo y vuelve a ser el niño de doce años que solía ser:

─¡Waffles!─ se reincorpora y se viste a la velocidad de la luz.

Ay Dios, no aprende más. Difícilmente lo verán con el instinto maternal. Yo soy el más paternal, pero Tsubasa... Uff, es todo un caso.

Estoy haciendo el almuerzo. Entonces siento que alguien toca el timbre. Voy a abrir y no se trata de nadie más que de Izawa y Himeko.

─¡Papá!─ ella salta de los brazos de Izawa y salta a los míos.

─Alguien me extrañó mucho, se ve─ rozo mi mejilla contra la suya.

─Sí, demasiado diría yo─ dice Izawa, todo sudado y con el cabello todo despeinado y parado.

─¿Qué pasó? ¿Por qué te ves como si no hubieras dormido en diez años?

─Nada, jaja─ hace un ademán con la mano. Se le nota nervioso.

─¿Himeko te causó muchos problemas?

─No, no, si ella es un amor.

─¿Y los demás? 

─Hicimos piedra papel o tijera para ver quién devolvía a la pequeña, y yo perdí, jeje.

─Siempre fuiste malo en ese juego.

─Jaja, sí...

─Papá, probé algo llamado cerveza─ me dice Himeko.

─¿Tú... qué?

─¡Himeko, no se lo digas!─ grita Izawa, desesperado.

─Así que por eso estás tan nervioso.

─T-te lo puedo explicar...

─¡¿CÓMO SE LES OCURRE DARLE CERVEZA A UNA NIÑA?!

Ese grito retumbó en todo el lugar. Nuestra casa está situada en una casa en la periferia de la ciudad. Es una zona llena de árboles y no hay casi nada de ruido.

─E-es que ella tomó la lata cuando la dejamos sola y...

─¡NO PUEDES DEJAR A UNA NIÑA DE CUATRO AÑOS SOLA, ELLA ES CAPAZ DE RECORRER TODA LA CASA Y HASTA SALIR DE ELLA!

─Y vaya que recorrió cada rincón de la casa...

─¡SUFICIENTE! ¡TE VAS DE AQUÍ YA O TE ECHO DE UNA PATADA EN EL TRASTE!

Y se va corriendo.

─Me divertí mucho, papi─ dice ella, sonriente.

─¿Ah, sí? Pues me alegro. Nosotros te estábamos esperando para almorzar.

─¡Síiiii!

Gracias a Dios que no le pasó nada. Son unos idiotas, ¡¿cómo van a dejar que tome alcohol?!

Himeko está jugando con Piko en el patio mientras que Tsubasa y yo limpiamos la casa. Nuestra habitación está llena de rosas en la ventana, para que huela siempre rico. En general todas las ventanas de la casa tienen flores para que siempre huela bien. Las rosas son nuestras favoritas. Es hermoso estar rodeado de tanta naturaleza. Un día de estos vamos a comprar una casa en el campo para vivir allá durante las vacaciones, ya que a Himeko también le encanta el campo. 

─Ganso─ me habla Tsubasa.

─¿Cho no te pudo decir un apodo mejor?

─Y se ve que no, jaja.

─Sin embargo, no me molesta que seas tú quien me lo diga─ lo tomo de la cintura y lo arrimo más a mi cuerpo.

─Estás cada vez más alto, y musculoso─ dice, haciendo círculos con su dedo en mi pectoral izquierdo.

─Y tú dejaste de ser enano─ río.

─Yo no era enano, tú eras tan alto como un poste de luz.

─Como sea─ arrimo su cabeza a mi pecho─. Eres lo más lindo y tierno que pudo pisar este mundo, y este Ganso siempre va a estar aquí para protegerte─ le dejo un beso en la cabeza.

─Esas palabras se las dijiste a Himeko cuando llegó a este mundo, ¿lo recuerdas?─ sonríe tiernamente.

─Recuerdo cuando le pegué al señor Mikami en la cara cuando tenía dos años, ¿cómo no voy a recordar a mi hija de mi bebé? Eso sería una falta de respeto.

─Jajaja, pero ya, te amo Ganso.

─Y yo más, enano.

Los dos nos damos un beso con lengua, en medio de un inmenso aroma a rosas que le da un toque más romanticón al momento.

─¡Mamá, papá, vino el tío Ken...! ¿Huh? ¿Qué están haciendo?

Himeko nos está mirando.

─Nada. ¡Nada!─ nos apartamos enseguida, totalmente rojos.

𝗠𝗜 𝗠𝗘𝗗𝗜𝗢 𝗕𝗔𝗟𝗢́𝗡 𝟯 ❱ Capitán Tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora