16. Otra consecuencia del caos

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La consecuencia de aquel caos estaba haciendo efecto en otro corazón y estaba provocando otro desastre.

Paula no sabía cómo encajar todo lo que estaba ocurriendo en ese momento, el simple hecho de que su novio estuviera allí con ella la tenía fuera de sí. Lo que estaba viviendo había pasado de ser un sueño a ser una pesadilla, una donde ella intentaba salir corriendo para huir, pero sus piernas quedaban paralizadas sin poder hacer un solo movimiento. Su vida había cambiado de la noche a la mañana, literalmente, porque Carol se había marchado y a quien tenía que enfrentar había venido para arreglar las cosas.

Ella estaba allí de cuerpo presente, pero su mente andaba en otro lugar. Su cabeza trabajaba tan rápido y sus pensamientos eran tan caóticos que le iba a estallar. Estaba sin estar, su novio le hablaba, le preguntaba y Paula le contestaba automáticamente con monosílabos y sin ganas. No lo hacía queriendo, pero es que no soportaba estar un minuto más a su lado y ni tan siquiera ella misma se soportaba en ese momento. Solo deseaba que pasara el tiempo para regresar a Madrid porque aquel día se le estaba haciendo demasiado largo.

Solo quería correr detrás de ella para explicarse de la mejor manera posible y pedirle perdón. Todo se había estropeado y ella no hizo nada para evitarlo y probablemente ahora Carol estaba muy enfadada y no querría hablarle en un tiempo.

Paula hubiera preferido haber pasado su último día con Carol. Simplemente su día era mucho mejor si la veía sonreír, cuando la buscaba para cantarle, cuando le robaba besos, cuando le hacía cosquillas solo para tener algún contacto con ella. Y ahora todo eso se había esfumado porque Carol estaba rota y dolida.

La valenciana solo quería ir con Carol a cenar aquel restaurante o dónde ella la quisiera llevar, pero estaba con Francesco y no quería hacerle más daño del que le estaba provocando. Tenía que sonreír y por respeto a él tenía que llevar aquella situación de la mejor forma posible porque no era justo para ninguno de los dos. Su incapacidad para enfrentarse a él pesaba más que atreverse a contarle la verdad, se tenía que mantener a su lado, intentando causarle el menor sufrimiento porque si él se enteraba de lo que había pasado entre Carol y ella el daño sería irreparable. Era más fuerte su temor a lo que ocurriría después que arriesgarse afrontar la realidad y eso le estaba costando su relación y perder a la persona que más amaba.

La culpabilidad la atormentaba y no sabía qué tenía que hacer, ni cómo enfrentarse a ese momento de su vida. La decisión que tenía que tomar era complicada y tomara la decisión que tomara alguien iba a salir perjudicado. Tenía que elegir entre ser sincera con Francesco o quedarse callada quedándose a su lado por el sentimiento de culpa y el sentido de obligación por los años que habían estado juntos. Existía una tercera opción y era correr e ir detrás del amor de su vida dejándolo todo atrás a pesar de las consecuencias, pero ahora el panorama era otro y hasta hace tan solo unos días pensaba que pasaría el resto de sus días junto a Francesco creyendo ser feliz y ahora la idea de poder perder a Carol se le hacía insoportable.

Aquella tarde se aisló de todo, se alejó de Francesco porque no podía permitir que la viera llorar. La carta de Carol la tuvo que guardar para que él no la encontrara y la petición de la morena para que Francesco y ella fueran al restaurante aquella noche estaba todavía en el aire, aunque al final decidiera aprovechar la reserva.

A Francesco le extrañó bastante la marcha inesperada de Carol, ya que cuando llegó todo parecía normal y no entendía porque se había ido de aquella forma. Después de encontrar a Paula sentada en el sofá del salón sola y sin ningún rastro de la morena intentó acercarse a ella para preguntarle qué había sucedido o quizás si su llegada le había incomodado, pero si lo pensaba bien ahora que Carol no estaba él podría intentar arreglar las cosas con su novia.

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