traffickers™ (Adaptación Jenlisa)

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Lunes.

Narrado por Lisa:

Ella duerme tranquilamente, su cabeza está sobre mi pecho, sus brazos me rodean al igual que los míos rodean su pequeño cuerpo. Se ve muy frágil así, parece diminuta, pero cuando está despierta
demuestra ser la mujer más fuerte que conozco.

Anoche fue increíble, verla llena de placer gracias a mi me volvió loca, aunque siempre lo hizo. No sé que tiene o como lo hace, pero ella provoca sensaciones
increíbles en mi cuerpo y eso me gusta demasiado.

— Ya deja de mirarme — dijo una voz adormilada.

— No te creas tan importante niña, nadie te mira.

— Sí,tu — respondió aún con sus ojos cerrados — Siento tu respiración directo en mi cara, no puedes dejar de mirarme, soy irresistible.

Yo reí y la acerqué más a mi.

— ¿Te sientes bien? — dije levantando su rostro con mi mano para que me mire — ¿Te hice daño?.

Besó mi mejilla.

— Me siento increíble —  sonrió, que sonrisa tan hermosa. — Gracias.

Se alejó de mi para agarrar su celular y puede sonar desesperada, pero sentí un vacío espantoso.

Su sonrisa cambió drásticamente.

— ¿Sucede algo?.

— Mamá — contestó — Tengo miles de mensajes y llamadas pérdidas, está suplicando para que regrese.

— Entonces tendremos que ir, pero antes vamos a ducharnos.

(...)

Ya estábamos en casa, solamente espero que las cosas se aclaren, no quiero que por mi culpa vuelva a pelear con su madre.

Nos adentramos a la casa, su madre estaba en el sillón, y se levantó de inmediato al vernos. Su pelo estaba despeinado, tenía puesto un pijama, sus ojeras eran impresionantes y tenía los ojos rojos como si hubiera llorado toda la noche.

Intentó abrazar a Jennie, pero ella solamente se alejó.

Narrado por Jennie:

— No me abraces —  me dolía verla así, parecía muy triste, pero no iba a dejar que me separe de Lisa.

— Lo siento mucho hija — comenzó a llorar, era un llanto desesperado — No quiero alejarte de mi, quiero que hablemos y arreglemos las cosas.

— No tengo ganas de pelear, no quiero gritar, no quiero nada de toda esa mierda.

— Prometo que no habrá nada de eso hija.

Yo asentí y la seguí escaleras arriba, entramos a mi cuarto y se sentó en el balcón, yo me senté a su lado, pero prendí un cigarrillo para relajarme.

— ¿De qué quieres hablar? — pregunté.
Aspire de mi cigarrillo y luego solté todo el humo, era tranquilidad para mi cuerpo.