7 Años

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Otro año de mi vida había pasado, ahora era un niño callado y tranquilo, me comportaba bien y hacía lo que me pedían, mi nivel de cultivo era alto teniendo en cuenta mi edad. Madam Yu me solía seguir llevando a cazar y esos eran los momentos en que más disfrutaba mi niñez, correr en medio de las montañas y aullarle a la luna siempre que podía. Mis músculos se contraian por el frío de las noches pero eso no impedía que la matriarca de Yunmeng Jiang me llevara a correr un rato por todo el bosque.

En algunas ocasiones íbamos todos sin incluir a Jiang Cheng (el menor de la familia) que ahora tenía 5 años, nunca había hablado con él, no sabría como describirlo si me lo pidieran, pero algo en mi interior hacía que no me agradase. Hoy era uno de esos días en que iba a las montañas con el tío Madam Yu y A-Li, nos transformamos para empezar a correr, como siempre yo iba adelante, mis patas ya conocían el terreno por lo que el terreno ya conocía a mis patas.

Siempre salía del pueblo por el mismo lugar por lo que dentro de poco mis huellas estarían marcadas en la tierra, llegué al río y me lancé a él para aullar avisando en donde me encontraba y así no se preocuparan por mi puesto que me separé del grupo. Nadé por varios minutos, el agua fría me mandaba gratificantes espasmos pero aún así no salía de la corriente, fui a la orilla porque me estaba cansando pero algo hizo que mi pata quedara enganchada en el fondo el río.

La corriente empezó a ser más fuerte por lo que no podía hacer nada más que tratar de ir contra ella mientras intentaba liberar mi pata, nada funcionaba y entré en pánico. Solté un suave pero audible aullido por el miedo, seguía tratando de soltarme o ver algo con qué poder ayudarme pero no había nada, podía volver a mi forma humana pero hacerlo significaba que la corriente me iba a arrastrar con ella sin muchos problemas.

Mis patas empezaban a flaquear, y podía distinguir levemente el olor a hierro de mi propia sangre en el agua del río, mi pata que seguía atrapada empezaba a adormecer y tuve miedo. Miedo de morir en ese lugar con apenas 7 años, seguía siendo un niño, un cachorro, no quería morir, no debía morir. Aullé con fuerza buscando ayuda, segundos después los arbustos dejaron oír la fuerza con la que alguien iba pasando por sus hojas.

Madam Yu, el tío y A-Li llegaron a la orilla con algo de preocupación viéndome en la mitad del río con apenas la cabeza fuera del agua y respirando de una manera muy errática. El tío se lanzó al agua acercándose a mi, Madam Yu daba vueltas en su lugar con la preocupación a flor de piel. La figura del oscuro lobo desapareció cuando se adentró en el agua.

Segundos después mi pata fue liberada y estuve a punto de ser arrastrado por la marea, el lobo agarró mi cuello para nadar a la orilla, ya en tierra respiré buscando adentrar el aire en mis pulmones. Me tiré al piso para acercarme a mi pata que temblaba por la perdida de sangre, empecé a lamer la herida con cuidado de no hacerme daño.

Madam Yu se acercó a mi y gruñó, yo solo me encogi en mi lugar, sabía que me iba a regañar por ser tan imprudente, pero antes de decirme algo se acostó a mi lado mientras dejaba salir un suspiro de tranquilidad y felicidad. A mi alrededor también se acostaron A-Li y el tío, la chica lloriqueba por el miedo que había sentido al verme en aquel estado tan débil y a punto de caer rendido, le di unos golpes con mi nariz para que supiera que estaba bien, odiaba verla llorar.

Pasaron varios minutos en los que empezaba a dormitar, recosté mi cabeza en las patas delanteras la cuales estaban débiles por tratar de nadar durante tanto tiempo contra la corriente y me dispuse a descansar un rato, mucha adrenalina por una noche.

[...]

Desperté en mi cama con el pie derecho vendado, no era una herida profunda pero de pronto se trataba de un esguince, odiaba la salida de ayer por ese simple echo, no quería tener que caminar con un palo por toda la secta.
Madam Yu y Yanli entraron por la puerta pocos minutos después que me desperté, y como era de esperar la mujer me regañó por ser imprudente y meterme al río a esas horas de la noche cuando la corriente se hacía más peligrosa.

Desprecio Y Obligación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora