El de en el mismísimo infierno

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Kyle sale de una de las habitaciones rojas, camina por el pasillo, entra al baño, se encierra en uno y vomita. Se limpia la boca con papel, se coloca el traje ajustado y sale del baño. Por el pasillo se encuentra a Madison con un collar de pinchos en el cuello la cadena la lleva un hombre de pelo plateado y tira de ella hacia él para meterle mano a la joven. Kyle aprieta los puños y se concentra en su respiración para no lanzarse contra ese hombre. Madison ahoga un grito, el joven se gira, ese cerdo la está cogiendo por el cuello, lamiéndole la cara y metiendo sus asquerosos dedos por debajo del vestido de cuero. Kyle se detiene aprieta los puños y camina hacia el hombre, coge la cadena y le rodea el cuello con la cadena, lo comienza a estrangular con todas sus fuerzas. Madison le mira asombrada, se agarra el cuello y se lo masajea.
—Escúchame puto cerdo, no somos vuestros juguetes, vas a salir de aquí y vas a dejar una buena propina para ella -Kyle comienza a desliar la cadena del cuello del hombre.
—¡Estás loco! -grita el hombre corriendo por el pasillo mientras sus pantalones se desprenden contra el suelo.
—No teníais que haberlo hecho -susurra Madison.
—No he podido resistirme.
—Por un momento pensé que ibas a matarlo.
—Yo también -asiente Kyle y traga saliva angustiado.
—¡Madison! ¡Kyle! -grita Brandon desde la puerta de su despacho—. ¡Venid aquí, ya!
Los jóvenes terminan de recorrer el pasillo y entran al despacho de Brandon, el hombre los recibe con una sonrisa placentera.
—Tenéis que cambiaros, vais a entrar en la nueva sala Infierno -se muerde el labio.
Brandon camina con el cigarro en la boca, se acerca a un armario y les entrega un uniforme granate con brillantes y llamas, da una calada al cigarro, expulsa el humo mientras vuelve al armario y les entrega una diadema con cuernos y una cola.
—Ahora sois diablos -sonríe Brandon y da una calada a su cigarro.
—¿No había una talla más pequeña? -le provoca Madison.
—No es la cara lo que quieren verte esos hombres -se ríe con maldad.
—Lo dices como si te creyeras que fuesen hombres de verdad -le espeta Kyle.
—No me toquéis los huevos, no quiero publicar vuestros videos en alguna página porno.
Los jóvenes se giran salen del despacho y caminan hacia el baño que hay en esa planta. Se ponen el nuevo uniforme y un guardia les acompaña hasta el ascensor.
—¿Preparada? -murmura Kyle angustiado.
—Nunca estás preparada para estos sitios -suspira.
Las puertas del ascensor se abren y muestran una sala enorme, las luces son de color rojo intenso, en las paredes hay llamas dibujadas, los muebles, sillones, sofás y demás son de color rojo, la música retumba por todas partes.
—Más cerdos que arruinar -susurra Madison.
—A Mikel le encantará esto.
Los jóvenes caminan por la sala, se acercan a la barra cogen una bandeja de color rojo brillante, los camareros ponen las copas y les dicen a las mesas que pertenecen.
Mientras Madison sirve los whiskys, un hombre la acaricia la pierna, sube su mano áspera por ella hasta obligar a la joven abrir las piernas ligeramente, para que su asquerosa mano toque todo aquello que quiera, el hombre sonríe y se agarra la polla. Madison termina de servir las copas y sale de allí con rapidez. Se reúne con Kyle en la barra.
—Hay políticos por todas partes -murmura Madison sorprendida.
—Encima de corruptos, son puteros, menuda vergüenza.
—Está hasta el alcalde de la ciudad -murmura Madison—. Me he encontrado hasta el director de Linston.
—Normal que Max lo odie -musita Kyle.
—Estas copas son para la mesa doce -dice la camarera, Madison finge una sonrisa y se dispone a recorrer la sala en dirección a otro grupo viejos salidos.
Kyle mira a su alrededor, un hombre le hace gestos con las manos, suelta un suspiro y camina hacia él.
—¿Qué desea señor? -dice con una voz sensual.
—Tú boca, tu lengua -responde tocándose el miembro por encima del pantalón—. ¿Hay algún privado? -el hombre le mira con lascivia.
—Acompáñeme -susurra Kyle y se relame el labio superior con una sensualidad exagerada.
El hombre le sigue por el pasillo rojo intenso, Kyle saca una llave, abre la puerta, se hace a un lado para que el hombre pase, este entra luego lo hace Kyle y cierra la puerta.
—Quiero que te tragues mi leche -dice el hombre desabrochado el cinturón y los pantalones.
—Haré lo que tú me pidas -susurra Kyle y se quita la parte de arriba dejando su torso definido al descubierto.
—Qué bueno estás -el hombre se relame—. ¿La habitación está insonorizada? -sonríe perversamente.
—Claro -Kyle camina hacia un cajón.
—Voy azotarte ese culo con mi cinturón.
—Hazlo fuerte -Kyle se muerde labio y camina hacia un cajón, saca algo de él.
—¡Ven aquí! -ordena el hombre desnudo y con el cinturón en la mano.
Kyle le empuja y lo tira a la cama.
—Te gusta mandar -dice el hombre excitado.
Kyle le mira de pie, delante de él.
—Me encanta castigar a los hombre malos -sonríe y se muerde el labio.
—Yo soy muy malo -el hombre se muestra orgulloso.
—Lo sé -sonríe Kyle.
El joven saca un arma de la parte de atrás del pantalón y le dispara tres veces. Kyle limpia el arma y la deja en el cajón. Se da media vuelta y sale de la habitación. Vuelve a la sala, se reúne con Madison en la barra.
—¿Tú primer privado? -le mira preocupada.
—¿Te acuerdas el escándalo sexual de un profesor violando a sus alumnas menores de edad?
—¿Era él?
—Ya no volverá hacerlo -musita.
—¿Qué has hecho?
—Tranquila, escuché la conversación con los hombres de su mesa, les debe dinero, parecerá un ajuste de cuentas.
—Kyle has matado a un hombre -dice en susurros.
—Un violador de menores, nadie le echará de menos -Kyle la mira fijamente—. Mira a tú alrededor Madison, todos estos tipos son cargos importantes, he visto hasta inspectores, es una suerte que Mikel nos vaya ayudar a cerrar este antro.
—No dijiste nada de matarlos.
—Tú querías matar a Brandon -le espeta.
—Estas copas son para la cuatro -interrumpe el camarero.
Madison coge la bandeja, inspira y espira, y se marcha moviéndose sinuosamente hacia la mesa cuatro.
Kyle le agarra el brazo a un camarero.
—Voy a salir a fumar, cúbreme.
El joven camina hasta el ascensor, esperas unos segundos y vuelve a la sala principal. Camina por el salón, moviéndose entre los hombres y alguna que otra mujer. Sale por la puerta de atrás, saca su paquete de tabaco, coge un cigarro se lo pone entre los labios, lo enciende y da una fuerte calada.
Un coche pone las luces largas y las apaga, Kyle mira hacia el vehículo y vuelve a encender las luces pero esta vez es un guiño rápido. Kyle camina hasta allí, el coche baja la ventanilla.
—Disimula -le dice Mikel al ver que un guardia se asoma y les mira.
—Hola guapo -sonríe Kyle y se apoya en la ventanilla.
—¿Tienes nombres? -murmura.
—Ahí dentro está hasta el puto alcalde, es imposible que consiga todos los nombres.
—Vas a necesitar una cámara -musita.
—¿Y dónde la escondo?
—Entérate del próximo evento importante, y del uniforme que llevarás, cuando lo sepas ponte en contacto conmigo.
—Vale -asiente Kyle.
—Insúltame, el guardia se acerca.
—¡Gilipollas! ¡Asqueroso! -grita Kyle y escupe en la ventanilla.
El joven camina hacia la puerta, el guardia le mira severo.
—Quería una mamada gratis -le dice Kyle fingiendo estar indignado.
El guardia le agarra del brazo y lo entra al local por la fuerza.
—¡Suéltame! -le grita.
El hombre lo lleva hasta el despacho de Brandon y lo tira contra el suelo. Madison le mira aterrorizada, Will y algunos otros jóvenes que trabajan allí, también están tirados en el suelo. Brandon se coloca el traje y camina hacia ellos con una pistola en la mano. El corazón de Kyle se acelera.
—Sé que uno de vosotros me ha robado dinero -posa la pistola en la frente de Madison y ella rompe a llorar y suplicarle que no le haga nada que ella no ha sido.
Brandon se mueve hacia Kyle le agarra de la mandíbula y le mete la pistola.
—¡Dime quién! -grita.
Le saca la pistola y le agarra del pelo.
—¡No sé de que cojones hablas! -le grita Kyle.
—Os estoy vacilando. Sé quién ha sido, le estaba dando una oportunidad de ser valiente y demostrar que no es una rata.
Brandon dispara a la cabeza a una de las jóvenes, Madison se lleva la mano a la boca y ahoga un grito. Kyle respira acelerado, Will cierra los ojos y aprieta los dientes. Brandon vuelve a disparar, esta vez al chico que había al lado de Will.
—¡Ratas! -grita—. Les doy un trabajo, un sueldo increíble, ¡y así me lo pagan! -vocifera.
Dos guardias entran y se llevan los cadáveres por un pasillo secreto que hay detrás de la estantería.
—El resto podéis iros -dice con una amplia sonrisa—. Y recordad, no me gustan las ratas -añade y rompe a reír a carcajadas.
Will, Madison y Kyle caminan por el pasillo, cuando doblan la esquina salen corriendo hacia el baño. Madison corre hacia uno de los inodoros y vomita.
—Tenemos que encontrar a Sebas -murmura Will.
—¿Así es como se llama? -susurra Madison limpiándose la comisura de los labios.
—¿Cómo lo encontramos? -Kyle se enciende un cigarro.
—Conseguí que Troy me dijese su nombre, tal vez, me pueda dar su número.
—Max -dice Madison—. Creo que Max tiene su número, fue a buscarlo simplemente para darle las gracias por hackearle porque así puteaba a su padre.
—Lo buscaremos en sus contactos, mañana cuando estemos en clase -sugiere Kyle y tira el cigarro a uno de los inodoros.
—Salgamos de aquí -susurra Madison.
Los jóvenes recorren el salón, se mezclan entre el resto de trabajadores, Will se pone a repartir copas mientras que Madison y Kyle bailan.
—Mantén vigilados de cerca a esos tres, creo que se traen algo entre manos -susurra Brandon que observa el salón desde el pequeño balcón en la segunda planta.
—Sí señor.
—Gracias Elliot -sonríe Brandon perversamente.

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