El del amor es como una puñalada

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Madison se despide de Max por teléfono, el joven le ha pedido que se quede en su piso hasta que llegue. La joven cuelga y deja el teléfono en el sofá de cuero negro y boca a bajo, los mensajes de Kyle y Nora aparecen en la pantalla, el iPhone está en silencio. Madison camina hasta la puerta y abre.
—¡Sorpresa! —sonríe Berto y la estrecha entre sus brazos.
—¿Qué haces aquí? —la joven le da un tierno beso en los labios.
—Me he enterado de que estabas aquí sola, y he venido hacerte compañía.
—Dime que al menos traes la cena.
—Por supuesto —el joven le muestras dos cajas de pizza—. Una de barbacoa y otra carbonara.
—Las mejores para los mejores —sonríe Madison.
Los jóvenes caminan hasta la gran mesa de madera marrón oscura, dejas las cajas de las pizzas. Se gira y se dirige a la cocina, coge dos vasos.
—¿Qué quieres para beber?
—Cerveza.
Madison se acerca a la nevera y coge un par de botellines, camina con una sonrisa hasta la mesa.
—Voy a por platos y servilletas —añade Madison.
La joven vuelve a la mesa, le entrega un plato y su servilleta. El joven sonríe y le deja una porción de pizza carbonara en el plato.
—Gracias —sonríe Madison y le besa.
Su teléfono empieza a vibrar.
—Me están llamando —dice mordiendo la pizza.
—Déjalo, no será nada importante.
—Lo mismo si, igual han atrapado a la Reina de Corazones —Madison camina hacia el sofá, coge el IPhone y contesta la llamada.
—¿Qué pasa Nora? Dime que habéis encontrado a la Reina de Corazones.
—¿Está Berto ahí?
—Eh... sí, ¿por?
—Tienes que salir cagando leches de ahí.
Madison le dedica su mejor sonrisa a Berto para disimular, la puerta está cerrada con el pestillo, y son varios pisos que bajar, podría atraparla.
—¿Qué dices? —susurra Madison.
—Es el hermano de Jasper, son hijos de Brandon.
El corazón de Madison se acelera y le presiona el pecho. Su respiración se entrecorta.
—¿Cómo sabes lo de Brandon?
—Me lo ha contado Kyle. Jasper ha intentado matar a Kyle, ellos eran la Reina de Corazones.
—¿Ellos?
—Usaron a Sebas para hackear a todo Linston. Se aprovecharon de Lisana para manipularla, ella solo quería dejar de ser invisible, Moira quiso más así que publicó todo los secretos que recibieron y aquellos que hackearon, las dos fueron usadas por Jasper y Berto, para encontraros a ti y a Kyle.
—Joder —musita Madison angustiada.
—¿Qué pasa? —Berto le mira preocupado.
—Tengo dos exámenes y un trabajo para la semana que viene —miente Madison.
—Date un respiro y ven a cenar.
—En seguida voy —Madison le lanza un beso y se da la vuelta.
—Sácame de aquí Nora —susurra Madison nerviosa—. Estoy aterrada.
Berto le quita el teléfono y la empuja.
—¿Quién coño eres?
—¿Berto? —Nora suena nerviosa—. Soy Nora le amiga de Madison, solo le estaba poniendo al día de lo que ha pasado en clase.
—Eres una zorra mentirosa —sonríe Berto.
El joven se acerca a las pizzas, deja el teléfono y pone el altavoz.
—Lo habéis descubierto, ¿verdad?
—¿De qué hablas? —Madison le mira fingiendo no entender nada.
—¡Joder! —Berto golpea la mesa con el puño.
Arroja las pizzas contra Madison y lanza grito desgarrador.
—¡No hagas ninguna locura Berto! —grita Nora.
—¡Todo estaba planeado! —vocifera—. Quería enamorarte, conquistarte.
—Para luego apuñalarme —le espeta Madison.
—No, pensaba estrangularte mientras follásemos —sonríe perversamente.
—Eres un cerdo, igualito que tú padre.
—¡No hables así de mi padre! —Berto se dirige hacia ella empuñando la navaja.
—¡Era un proxeneta, una hijo de puta! Abusó de todas y de todos, nos drogaba, nos exponía, se lucraba a costa nuestra y nos castigaba cuando las ganancias no eran suficientes.
—¡Cállate! —vocifera.
—¡Era un monstruo! ¡Está mejor muerto!
—¡He dicho que te calles!
—Berto tú no eres como él, me he sentido a gusto contigo, todavía puedes ser humano, no hagas algo de lo que te arrepientas. ¡No eres un monstruo como Brandon!
—¡Tengo que vengarlo! ¡Era mi padre! ¡Se lo prometí a mi hermanastro!
—¿Hermanastro? —Nora suena al otro lado del teléfono.
—¿No eres hijo biológico de Brandon?
—¡Si lo soy! ¡No soy hijo de la misma mujer que Jasper!
—Brando se la pasaba preñando a sus rehenes, ¿no te das cuenta? —las lágrimas se deslizan por las mejillas de Madison—. Ese hombre era un peligro para las mujeres y para algunos hombres también. Tú puedes ser diferente, seguro que tú madre no quiere esto para ti.
—¡Mi madre se avergonzaba de él!
—Probablemente, porque la abusaría de ella y la maltrataba como hacía con todas nosotras, por favor, Berto, no quiero morir.
—Lo siento Madison.
Berto corre hacia ella, dispuesto apuñalarla las veces que hagan falta para arrebatarle la vida. El joven la atrapa, Madison grita e intenta zafarse, Berto alza la navaja y la dirige hacia el estómago de la joven.
—¡Madison! —la llama Mikel desde el teléfono, Berto mira el móvil—. A veces, hay que dar un salto de fe.
Madison le asesta un cabezazo, se gira y le da un rodillazo en los huevos. La joven se gira y corre hacia el balcón, salta y mientras cae cierra los ojos.
Berto corre hacia el balcón, la puerta es derribada por Mikel y algunos de sus compañeros.
—¡Suelte el arma! —grita Mikel.

Madison abre los ojos, los bomberos se acercan para ayudarla a bajar del enorme colchón de salvamento de color amarillo y blanco. Kyle y Nora corren hacia ella, los tres se funden en un intenso abrazo cargado de emociones, Madison rompe a llorar entre los brazos de sus amigos.
—Gracias, gracias por aparecer en mi vida —solloza Madison—. No estaría viva, sino fuese por nosotros.
Darío el policía que la salvó la primera vez se acerca a Madison.
—Me alegro de volver a verte sana y salva —esboza una sonrisa—. Espero que esta vez si haya acabado para siempre.
—Yo también —susurra Madison—. Gracias —añade y se lanza a sus brazos.
—Esta vez no he hecho nada. Han sido tus amigos y Mikel los que han dado la alerta.
Madison le dedica una sonrisa, se despide de Darío. Vuelve con Kyle y Nora, los mira, sonríe, sus ojos se vuelven vidriosos, los tres se vuelven a fundir en un abrazo.
—Todo ha acabado, para siempre —susurra Kyle.
—Para siempre —repite Madison y suena aliviada.

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