El del centro comercial

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Madison camina junto a Nora y Max por los pasillos del centro comercial. La joven está exasperada de que su amiga y Max solo hablen de temas absurdos como a qué tienda de ropa entrar ahora o dónde parar a comer.
—Voy a ir al baño —masculla Madison.
—Te esperamos en el Vips.
Madison les mira fijamente y com disimulo se da media vuelta y se dirige a la grandes puertas que dan a la gran terraza. Se acerca a un joven y le pide fuego, le da las gracias con una encantadora sonrisa. Desbloquea su iPhone y busca el número de Lisa y la llama por FaceTime.
—¡Hola! ¿Cómo va la mañana? ¿Se han declarado ya?
—No tía —bufa Madison—. Estoy harta de escuchar sus planes románticos y que ellos los interpreten como si fuesen cosas de amigos.
—Seguro que exageras —Lisa pone los ojos en blanco.
—Han hablado de hacer un viaje a París.
—Huele a pedida matrimonio, menudo cliché.
—No son capaces de decirse que se gustan, se van a pedir matrimonio.
—No te preocupes, Emma y yo llegaremos en seguida. Estamos a media hora.
Madison se siente aliviada al saber que sus amigas están a tan solo treinta minutos de llegar.
—No entiendo por qué no se declaran —Madison da una calada.
— Cada persona es un mundo Mad, tal vez, quieran estar seguros, quién sabe lo mismo en un futuro, estamos en su boda.
—A este ritmo estaremos en el funeral de uno de ellos y tendremos que decirle que el otro sentía lo mismo —Madison da una calada rápida y expulsa el humo.
—¿Dónde están ahora?
—En el Vips. Vamos a comer ahí.
—Espero que hayan pedido mesa para cinco.
—¡Me muero de hambre! —se lamenta Emma asomándose a la cámara.
—Madison tengo que dejarte, nos vemos en nada —Lisa y Emma lanzan besos a la cámara.
—Hasta luego —masculla Madison.
Madison guarda el teléfono en el bolso junto al paquete de tabaco. Vuelve al interior y camina hasta el Vips.
Al llegar Nora alza el brazo para hacerle una señal, Madison se acerca y se sienta enfrente de ellos. Nora le coge la mano a Max, él se sonroja. Madison les mira fijamente.
—Un momento —susurra la joven.
—Hemos estado hablando —empieza a decir Nora—. Y hemos llegado a una conclusión.
—¿Estáis juntos? —Madison les mira incrédula.
—Así es —asiente Max.
—¡No! -grita Madison—. Me lo he perdido -se lamenta.
—Hola chicos -dicen Emma y Lisa al unísono.
—¡Se han declarado y me lo he perdido! -grita Madison perpleja.
—¡Enhorabuena! —les sonríe Lisa.
—Ya iba siendo hora —añade Emma poniendo los ojos en blanco.
—Me lo he perdido -repite Madison—. Estaba aquí al lado... y me lo he perdido.
—¿Cuánto creéis que tardará en asimilarlo?
—Un par de horas -sonríe Lisa.
—Norax es real —susurra Madison.
—Exacto -responde Nora con una sonrisa y le da un tierno beso en la mejilla a Max.
—¡Por fin! -grita Madison—. ¡Enhorabuena!
—Pues al final ha tardado un par de segundos en asimilarlo —susurra Emma entre risas.
La joven se pone en pie y se lanza sobre sus amigos y los abraza con fuerza.
—Ya estaba planteándome declararme yo por vosotros.
—Pidamos de comer —sugiere Emma intentando disimular su hambre.

A la salida del cine, los jóvenes comentan la película que acaban de ver. Max propone ir a una cafetería para tomar un café, son las seis de la tarde. Nora elige la cafetería que está a la izquierda del cine. Los jóvenes caminan hasta la mesa de la esquina. El camarero se acerca y les toma nota, todos piden un café con leche y unos cupcakes.
—Sigo sin creerme que por fin estéis juntos -murmura Madison mientras busca su paquete de tabaco en el bolso.
—Deberías dejarlo -le dice Emma preocupada.
—Mi abuela murió a los noventa y cuatro años.
—¿Fumando? -Emma le mira incrédula.
—No, sin meterse en la vida de nadie -sonríe Madison y se levanta de la mesa con el paquete de tabaco en la mano.
—¿No lo has visto venir? -murmura Max aguantándose la risa.
—Yo he visto un video con esa frase en Tiktok.

Madison camina hasta las puertas que se abren automáticamente en cuanto se acerca. La joven se acerca a un chico de piel morena, ojos verdes, labios carnosos y un cuerpo bien definido.
—¿Tienes fuego? -pregunta Madison de forma encantadora y dulce.
—Claro -asiente el joven y enciende el mechero.
Madison se acerca, se coloca el cigarrillo entre los labios, se aproxima a la llamada y da una suave calada para encenderlo.
—Gracias -murmura soltando el humo.
La joven se mueve hasta un pequeño muro de piedra bañado por los cálidos rayos del Sol. Madison se sienta y cierra los ojos mientras los rayos le acarician el rostro. Le da una calada al cigarrillo y expulsa el humo. El chico del mechero camina hacia ella, vacilante y con una sonrisa espléndida que muestra sus perfectos dientes blanco.
—Disculpa -susurra.
Madison abre los ojos y esboza una sonrisa.
—¿Cómo te llamas?
—Soy Madison —le da una calada al cigarro.
—Berto -masculla el joven y se sienta al lado.
Tiene el pelo oscuro y rapado.
—Encantada de conocerte.
—¿Eres de por aquí cerca?
—Vivo en un apartamento pero voy a dejarlo para irme a la residencia de Linston.
—Yo vivo por un barrio cercano -sonríe.
Madison deja que su cabello le caiga por encima del hombro, Berto la mira embelesado.
—¿Quieres algo verdad? -sonríe encantadora.
—Bueno... yo... toma -murmura y le entrega un pañuelo y huye sonrojado hacia su grupo de amigos.
Madison abre el pañuelo, parece que es el usuario de Instagram del joven, acompañado por un <<Por si quieres hablar>>. La joven sonríe, pasa un mechón de pelo por detrás de la oreja. Apaga el cigarro y su teléfono suena. La joven extrañada al ver el número, coge la llamada.
—¿Si? -murmura nerviosa.
—¡Madison! —exclama una voz masculina al otro lado del teléfono—. Soy Mikel, Kyle, acaba de despertar.
La alegría invade el cuerpo de Madison y automáticamente sus ojos se llenan de lágrimas y rompe a llorar emocionada, su amigo, su mejor amigo, está bien.

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