Capitulo 26

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Una brisa leve entraba por la ventana que se encontraba con una pequeña abertura donde se asomaba apenas un sol debido a las lluvias nocturnas. Luisita tembló apenas por el frío y se pegó más al cuerpo de Amelia haciendo que esta la abrazara con su cuerpo semi desnudo y le transmitiera ese calor corporal.

– Mmm, qué a gustito. – Dijo Amelia dándole un beso en el hombro.

– Estás calentita – Contestó Luisita acurrucandose lo más que podía.

Luisita se giró y volvió a acurrucarse contra el pecho de Amelia mientras esta la envolvió en brazos dejando caricias en su espalda, y así se quedaron por unos minutos disfrutando del calor de la otra. Mientras una dejaba besos en el pecho y la otra caricias con la yema de los dedos en la piel descubierta.

La alarma de repente comenzó a sonar, Luisita resopló con fastidio al apagar el sonido de su móvil. Odiaba levantarse temprano. Para ella, era considerado una ofensa tener que despertar a esa hora, y más aún le parecía, si a su lado estaba Amelia y no podía quedarse el resto de la mañana junto a ella repartiéndose mimos.

– Amelia, no quiero ir a trabajar. – Decía poniendo morritos.

– Yo tampoco, mi vida. Pero si no voy, mi jefe me echa la bronca. – Hizo que la rubia soltara una risa nasal. – Venga, arriba, cariño. 

Luisita negó y se escondió en el cuello de Amelia. Ésta rió por lo niña que podía llegar a parecerse su novia. Cuando salió de su escondite la morena le dejó una caricia y le beso la mejilla.

Se levantaron desganadamente, y se turnaron para ir al baño. Mientras Luisita se terminaba de preparar, Amelia terminaba de acomodar la ropa y la cama para ya irse juntas hacia el cuartel.

Amelia encendió la moto, y antes de irse se terminaron de dar los últimos besos hasta la próxima vez que pudieran estar a solas. 

– Te quiero. –  Le dijo bobalicona

– Y yo a ti, cariño. – Respondió la morena y le dio un último beso.

Arrancó la moto y Luisita fue hacia su auto para ya también ir de camino al cuartel. Llegaron por separado, pero regalandose una sonrisa. No bastó mucho tiempo para que volvieran a acercarse, puesto a que aún a pesar de los nuevos horarios, mantendrían la costumbre de desayunar juntas.

Amelia preparó el desayuno de la rubia sin necesidad de preguntarle qué era lo que quería y Luisita sonrió al ver cuánto la conocía. La morena se acercó a la mesa con la bandeja. Aún de parada, se fijó que no hubiera nadie cerca y le dejó un beso en la cabeza. 

Al cabo de unos minutos cada uno de los que trabajaban ahí fueron entrando al comedor. Ninguno sabía de que les hablaría Marcelino pero fue en ese momento que lo vieron entrar con una mujer de una edad joven y se dieron cuenta que probablemente sería una compañera nueva de trabajo.

– ¡Buenos días a todos! – Dijo un Marcelino alegre – Los llamé para poder presentarles a Laia, quien va a reemplazar a Marina en las semanas de vacaciones que se ha tomado. – Explicó. – Espero que le den una cálida bienvenida y la hagan sentir cómoda.

Todos los presentes asintieron. Algunos se acercaron a saludarla dándole la bienvenida para después dirigirse a otros lugares. Ya se habían ido casi todos, así que Luisita y Amelia la invitaron a que se sentará con ellas. 

– ¡Bienvenida! – Saludó una Amelia simpática mientras se volvían a reacomodar en las sillas y Luisita sonrió.

–  ¿Quieres un café? –  Ofreció Luisita.

–  Vale, gracias. –  Sonrió Laia.

Luisita le terminó de servir el café y le agradeció, hubo un silencio de unos segundos hasta que Laia habló.

Cuartel 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora