Capítulo 31

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Habían decidido aprovechar la tarde tan bonita que hacía a pesar del frío. Luego de almorzar y comer un poco de la tarta, optaron por salir y pasar el resto del día en uno de los parques que había cerca del piso.

Luisita iba unos pasos más adelantada, junto con Abril y Alicia. La pequeña le había cogido la mano y tiraba de ella queriendo enseñarle los lugares del parque, pero sin soltarle la mano a su madre, y ésta reía al ver la emoción de la niña. 

Unos metros más atrás, Amelia y Devoción venían caminando un poco más tranquilas, cogidas del brazo. Miraban a quienes tenían delante de ellas sin dejar de sonreír y a la morena se le instaló un calor en el pecho que no podía describir. 

– Parece buena niña. – Habló Devoción refiriéndose a Luisita. 

– Lo es, mamá. 

– Mira la carita que se te queda. – Rió la mujer. Amelia se sonrojó y se encogió de hombros. – Ahora creo que puedo admitir que, una parte de mí se alegró de que hubieras terminado con Sara. 

– Mamá… 

– Lo siento, pero es la verdad, cariño. Ella no te hacía bien, y yo podía verlo. 

Amelia frunció el ceño. Era la primera vez que su madre le decía este tipo de cosas. 

– ¿A qué te refieres? 

– A que ella no te hacía feliz. Veía como limitabas todo lo que hacías o decías cuando estabas con ella. Como si pretendieras ser otra persona junto a ella.

– Ya… – Dijo Amelia cabizbaja. – Con Luisita pude darme cuenta que con Sara sólo me conformaba, ella me está enseñando a querer de una manera mejor y a sentirme bien querida. – Sonrió.

– Y no sabes cuánto me alegro – Devoción acarició su mejilla. – Se nota que es una buena chica. 

– Lo es. – Observaba a Luisita con una sonrisa. 

Siguieron caminando hasta llegar a la altura donde estaban las demás, Devoción se acercó a su pequeña nieta, mientras Luisita al notar a Amelia a su lado la miró sonriente como cada vez que aparecia en su vista y hacía efecto espejo en la morena. Luisita estiró su brazo en señal de querer coger su mano y Amelia enredó sus dedos con los suyos y entonces Luisita le dejó un beso suave en los labios y al girar la vista hacia su familia pudo ver a Devoción observarlas y sonreirle orgullosa. 

                                 ***

Al regresar, de camino hacia la casa,  compraron churros y al llegar Devoción preparó chocolate caliente para la merienda. Mientras disfrutaban, Abril comía de manera desastrosa ensuciando todo, Devoción contaba anécdotas de cuando Amelia y Alicia eran pequeñas. La madre contaba que las hermanas habían sido muy trastos, que no paraban un segundo y se la pasaban todo el tiempo haciendo cosas. No muy alejadas de cómo era Abril en ese momento. 

Amelia se encontraba sentada en el sofá con su sobrina a upa mirando una película infantil, mientras Luisita se encontraba aún en la mesa conversando con Devoción. Al cabo de un rato, Abril terminó por quedarse dormida, por lo que la morena decidió llevarla a su habitación donde también se encontraba Alicia recostada.

Mientras tanto Devoción al haber recordado esas anécdotas fue hacia su habitación y volvió con una caja enorme en sus manos. La dejó sobre la mesa y comenzó a sacar álbumes de fotos para mostrarle a Luisita como era Amelia de pequeña.

Luisita ya comenzaba a sentirse mucho más cómoda con Devoción. La mujer había sido realmente cálida, y no había dejado de darle charla ni un solo segundo. No sabía cómo, pero aquella mujer con una simple sonrisa y unas pocas palabras en tono dulce, era capaz de hacerla sentir cómoda y segura para poder hablar de lo que fuera.

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