Capitulo 29

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Amelia entró al cuartel con su bolso en el hombro y con cara de cansancio, aún le costaba acomodarse a esos nuevos horarios. Fue directa al vestuario para cambiarse de ropa y dejar su bolso, después de ahí se fue  a la cocina para prepararse su desayuno. Miró la hora en su reloj en la muñeca y comprobó que en nada Luisita también llegaría, así que preparo el de ella también.

Cuando estaba sirviendo el café en ambas tazas, Laia entró justo a la par que lo hacía Luisita. Venían hablando tranquilas, seguramente de temas banales, pero cuando Amelia entró en el campo de visión de la rubia, Laia pareció dejar de existir.

Luisita se acercó a la morena y no pudo más que sonreír. 

– Buenos días, cariño. 

Amelia la miró con ojos brillosos. Quería besarla, pero no sabía si debía o si a Luisita le parecería bien. La rubia la vio dudando y a ella no le bastó más que eso para acercarse y darle un beso suave. 

– Ahora sí son buenos días.  

– Guapa. 

Para Laia aquel beso no pasó para nada desapercibido, inclusive había mirado más de lo que hubiera deseado. Y no mentiría si una pequeña molestia se incrustó en su pecho, en ningún momento se había percatado que las dos mujeres podían estar juntas y su decepción fue notable en su rostro. Sé habia interesado en la rubia desde el primer momento. Le había parecido como quien dice “un ángel” con su cabello rubio, su actitud dulce y su andar tan pizpireta y ahora probablemente tendría que conformarse con tener que verla como una amiga y tener que quitarse ese interés que había generado.

Caminó hacia la cafetera a servirse café, y su mirada se mantuvo cabizbaja todo el tiempo hasta tomar asiento, sacó su móvil y leyó algunos mensajes hasta que sintió como las otras dos mujeres se acercaban para sentarse y desayunar junto a ella.

 –¿Todo bien? – Preguntó Amelia mientras tomaba asiento

– Sí, sí. – Respondió en un tono evasivo. 

Amelia miraba a Luisita con una sonrisa picarona, y ésta la conocía por demás sabiendo que se estaba regocijando porque Laia ahora sabía que estaban juntas. Luisita llamó su atención con una mirada seria sabiendo que estaba disfrutando de demostrar que estaban juntas, pero también le daba lástima aquella chica que desde el primer momento había mostrado un interés totalmente genuino, y Amelia parecía una niña con juguete nuevo el cual presumía a todo el mundo para que vieran lo feliz que estaba de tenerlo y la suerte que tenía de haberlo conseguido.

– No sabía que estábais juntas. – Dijo Laia mientras veía a Amelia acariciar la mano de Luisita por arriba de la mesa

– Hace un tiempo, si. Es que tratamos de ser reservadas. – Respondió Luisita con una sonrisa cálida.

– Pues, me alegro por vosotras. – Sonrió Laia directamente a Luisita.

– Gracias – Respondió Amelia – La verdad, encontrarla es lo mejor que me ha pasado. – Terminó de decir bajo la mirada vergonzosa de Luisita

– Eso es bonito – Respondió con cierta nostalgia a decir verdad deseaba encontrar un amor tal como ese.

Siguieron charlando de cosas banales y luego cada una se fue a sus respectivos puestos de trabajo mientras Laia abrió camino hacia otro lado porque necesitaba tomar un poco de espacio. Amelia y Luisita siguieron por el mismo camino el cual hacían siempre que consistía en acompañar a la rubia hasta su oficina y de ahí se iba hasta donde fuera que tuviera trabajo para hacer.

Caminaban despacio, tonteando entre risas y empujones leves cualquiera que las mirase podría darse cuenta con tan solo una mirada que entre ellas había algo más que especial pero al pasar por la sala de las camas de descanso, Luisita frenó de golpe haciendo que la morena también lo hiciera mirándola con el ceño fruncido.

Cuartel 16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora