'Crawling Back to You'

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El sol de la mañana iluminaba suavemente la casa mientras Louis se movía por la cocina preparando el desayuno. Aún podía sentir el eco de la emoción en la escuela; el festival de la familia había sido un éxito, al menos para los niños. Athenea y Andrew seguían emocionados, hablando sin parar sobre los ensayos, las canciones y cómo habían visto a sus padres en primera fila.

"Mami, ¿viste cómo todos aplaudieron cuando cantamos?" dijo Athenea, sentada en su silla con las piernas columpiándose de un lado a otro. Su sonrisa era amplia, llena de orgullo.

"Sí, cariño. Lo hicieron increíble", respondió Louis, forzando una sonrisa mientras colocaba un plato de tostadas en la mesa. Sus ojos estaban cansados, reflejando la noche de insomnio que había pasado repasando una y otra vez el beso que lo había roto y la inevitable cita de ese día: la firma de los papeles.

Andrew miró a su hermana y luego a su madre. "Fue divertido, mami. Practicamos mucho, y la señorita Clara dijo que éramos los mejores del grupo."

Louis dejó escapar una pequeña risa, acariciando la cabeza de Andrew. "Lo sé, mi amor, y estoy muy orgulloso de ustedes."

La puerta de la habitación de Harry se abrió, y él apareció con el rostro marcado por la preocupación. Había pasado la noche en el sofá de su oficina, sin dormir realmente. Ver a su familia unida en la escuela había sido un alivio efímero, y la realidad lo golpeaba de nuevo al enfrentarse a la jornada de hoy.

"Buenos días," dijo Harry, intentando suavizar su tono mientras se acercaba a la mesa. Athenea y Andrew lo saludaron con un entusiasmo que contrastaba con la tensión que flotaba entre los adultos.

"¡Papi! ¿Te acuerdas de la canción que cantamos? La mami nos ayudó a practicar en casa antes," comentó Athenea, sus ojos azules brillando mientras miraba a su padre.

Harry forzó una sonrisa y asintió, sentándose al otro lado de la mesa. Sus ojos encontraron los de Louis por un breve momento, pero la conexión se rompió en un instante. "Lo hicieron muy bien. Me hizo sentir muy orgulloso verlos ahí arriba."

El desayuno transcurrió entre risas y pequeñas anécdotas de los niños, pero para Louis y Harry, cada minuto que pasaba era una cuenta regresiva hacia la tarde, cuando enfrentarían una de las decisiones más difíciles de sus vidas. La firma de los papeles que pondría fin a todo.

El reloj en la cocina marcaba las diez cuando Louis comenzó a recoger los platos, distrayéndose momentáneamente al escuchar a los niños discutir por un juguete. El bullicio de sus voces era un recordatorio de la vida que aún quedaba en la casa, un contraste amargo con el silencio que temía que pronto los envolviera.

Harry se levantó de la mesa y se acercó a Louis. Por un momento, pensó en decir algo, cualquier cosa que pudiera aligerar la carga que pesaba entre ellos, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Finalmente, solo se limitó a inclinar la cabeza y susurrar: "Louis, sobre hoy..."

Louis se tensó al instante, dejando caer un tenedor al fregadero con un tintineo metálico. Cerró los ojos, respiró profundamente y luego se giró lentamente para enfrentarlo. "No, Harry. No más palabras. Hoy solo... hagamos esto y sigamos adelante, por los niños."

Los ojos de Harry se oscurecieron por la culpa, pero no replicó. Sabía que cualquier intento de suavizar la situación sería en vano. Había pasado la noche entera buscando las palabras correctas, pero ninguna de ellas podía cambiar lo que había hecho ni lo que se avecinaba.

Athenea corrió hacia ellos, ajena a la tensión. "¡Mami, papi! ¿Podemos ir al parque después? Prometiste que iríamos cuando terminara el festival."

Louis forzó una sonrisa y se agachó para abrazar a su hija. "Veremos, mi amor. Hoy tengo que hacer unas cosas importantes, pero prometo que si podemos, iremos."

¿Adonde Van Los Corazónes Rotos, Harry? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora