'Come Back to me'

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Finalmente, el día de la fiesta llegó. Louis se levantó temprano, preparando todo mientras Andrew y Athenea aún dormían. Puso las decoraciones, infló globos y organizó la mesa con el pastel y los bocadillos. Cuando Andrew bajó las escaleras y vio la sala decorada, sus ojos brillaron de emoción.

—"¡Mami! ¡Es de dinosaurios! ¡Es mi fiesta!"—gritó Andrew, corriendo hacia él con una sonrisa radiante.

Louis lo levantó en brazos, riendo mientras besaba su mejilla.

—"Sí, mi amor, es tu día especial"—dijo con ternura, sintiendo que todo el esfuerzo había valido la pena.

Harry apareció en la puerta de la cocina en ese momento, sonriendo al ver a Andrew tan feliz. Sus ojos se encontraron con los de Louis por un segundo, y en ese breve instante, Louis vio algo de la calidez y el amor que había conocido en los primeros años de su relación. Fue suficiente para que su corazón titubeara.

La fiesta transcurrió sin incidentes, rodeados de amigos y familiares. Andrew rió, jugó y se maravilló con cada detalle que Louis había planeado. Para Louis, era como si el mundo se detuviera y todo fuera perfecto, aunque solo fuera por unas horas.

Esa noche, después de que todos se fueron y los niños se quedaron dormidos, Louis se sentó en la sala, mirando las decoraciones desordenadas y los restos de la fiesta. Sabía que la conversación pendiente con Harry ya no podía esperar más. Pero al menos, había cumplido su promesa: había dado a su hijo un cumpleaños inolvidable, y ahora era momento de enfrentar la realidad.

—"Mañana"—se dijo a sí mismo en voz baja—. "Mañana hablaré con él."

Se levantó, recogiendo los juguetes del suelo y apilándolos en una esquina. Sentía el peso de la incertidumbre en sus hombros, pero también una nueva determinación. No importaba lo que ocurriera con Harry, él seguiría siendo el padre que sus hijos necesitaban. Pero sabía que tenía que luchar, por él, por Andrew, por Athenea... y por la familia que tanto había amado.

Había pasado una semana desde el cumpleaños de Andrew, y la casa todavía estaba impregnada con la alegría del día. Los globos medio desinflados seguían colgando en la sala, y algunos juguetes nuevos de Andrew estaban esparcidos por el suelo. Louis, aunque exhausto, se sentía satisfecho con el éxito de la fiesta. Sin embargo, la conversación pendiente con Harry seguía rondando en su mente... hasta que las cosas comenzaron a cambiar.

Harry, que durante semanas había estado distante y frío, empezó a mostrar señales de la calidez que Louis tanto extrañaba. Comenzó con pequeños gestos: llegar temprano del trabajo sin una excusa, abrazar a Louis por la cintura mientras preparaba la cena, y, sobre todo, tomarse el tiempo para jugar con Andrew y Athenea en el jardín. Cada gesto, cada mirada suave, hacía que la decisión que Louis había tomado de hablar con él se desvaneciera poco a poco, reemplazada por un tímido rayo de esperanza.

Una tarde, mientras Louis ordenaba la cocina, sintió unos brazos rodear su cintura. Sobresaltado, casi dejó caer el plato que estaba secando.

—"Lo siento, ¿te asusté?"—preguntó Harry con una risa suave, apoyando su barbilla en el hombro de Louis.

Louis sonrió, tratando de calmar su corazón acelerado. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía un toque tan sincero por parte de su esposo.

—"Un poco, pero está bien"—respondió, girando la cabeza para mirarlo.

Harry lo miraba con una mezcla de ternura y arrepentimiento. Sin decir nada, le besó suavemente la mejilla y lo soltó para continuar ayudándolo a limpiar. Louis se quedó inmóvil por un momento, tratando de asimilar lo que acababa de pasar. Esa noche, cuando se acostaron juntos, Harry lo rodeó con un brazo y lo acercó a su pecho. Louis se dejó envolver, sintiendo la calidez del cuerpo de su esposo contra el suyo, y en ese momento olvidó por completo la conversación que había planeado tener.

¿Adonde Van Los Corazónes Rotos, Harry? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora