'Take a Bow'

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El aroma a café recién hecho llenaba la cocina mientras Louis, aún en pijama, removía con cuidado el chocolate caliente en dos tazas pequeñas. Athenea y Andrew estaban sentados en la barra, hablando en susurros como si compartieran un secreto que nadie más debía saber.

—¡Mami, hoy hicimos un dibujo para ti! —exclamó Athenea, rompiendo la conspiración y sacando un papel lleno de colores vibrantes.

Louis dejó las tazas en la mesa y se inclinó para admirar la obra. Era un dibujo de los cuatro: Harry, él y los niños, tomados de las manos bajo un cielo lleno de estrellas.

—¿Por qué todos tienen orejas de conejo? —preguntó con una sonrisa, señalando las orejas rosas en cada personaje.

—¡Es porque somos una familia mágica! —explicó Andrew como si fuera obvio.

Louis rio, sintiendo una calidez que se extendía más allá de su pecho. Justo en ese momento, Harry apareció en la puerta con el cabello despeinado y una camiseta que parecía haber sido agarrada al azar. Se apoyó en el marco de la puerta, observando la escena en silencio por un momento.

—¿Me perdí algo? —preguntó mientras avanzaba lentamente hacia la barra.

Athenea saltó del asiento y corrió hacia él, extendiendo el dibujo. Harry la alzó en brazos con cierta torpeza, mirando el papel con una pequeña sonrisa, como si no supiera si tenía permiso para mostrarse tan involucrado.

—Parece que alguien heredó el talento de mami —dijo, manteniendo su tono ligero, lanzándole una breve mirada a Louis.

Louis asintió casi imperceptiblemente, recogiendo las tazas para ocupar sus manos.

—Es porque siempre nos dibuja cosas bonitas —dijo Andrew con seriedad, como si estuviera exponiendo una verdad universal.

Harry se inclinó un poco, colocando a Athenea en el suelo, y se quedó al lado de la barra, con las manos en los bolsillos.

—Es un dibujo bonito —comentó con suavidad, sin apartar la vista de Louis. —Gracias por incluirme.

Louis parpadeó, sorprendido por el comentario, y apartó la mirada hacia las tazas.

—Siempre formas parte de ellos —respondió, sin intención de sonar más frío de lo que deseaba, pero tampoco lo suficientemente cálido como para bajar sus defensas.

El silencio se hizo presente por un momento, roto solo por las risas de los niños que discutían qué dibujarían después.

Harry se aclaró la garganta, rompiendo la tensión.

—¿Quieres ayuda con eso? —preguntó, señalando las tazas.

—No hace falta —respondió Louis, su tono algo más relajado. —Pero... puedes preparar el pan tostado, si quieres.

Harry asintió, como si ese pequeño gesto fuera un paso importante, y se puso manos a la obra.

Mientras los niños seguían hablando emocionados, Louis se permitió un segundo para mirarlo desde la distancia, preguntándose si realmente podrían recuperar lo que tenían.

Por ahora, el simple hecho de que estuviera allí, esforzándose, era suficiente.

🎭🎭🎭

Louis estaba terminando de colocar la alfombrilla de ejercicios frente al televisor. Llevaba semanas viendo anuncios sobre las clases de aeróbicos por la televisión, y hoy, por fin, se había decidido a intentarlo. Estaba nervioso, pero era algo nuevo, algo que sentía que necesitaba para distraerse.

¿Adonde Van Los Corazónes Rotos, Harry? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora