'Bad Intentions'

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Louis ajustó el cuello de su camisa mientras él y Harry entraban por las puertas de la escuela de Athenea. La llamada de la directora había sido un golpe inesperado en su rutina, y aunque Louis trataba de mantenerse sereno, su mente no podía evitar correr con preguntas. Harry, caminando a su lado, mantenía las manos en los bolsillos, sus ojos mirando al frente con un destello de preocupación.

Al llegar a la oficina de la directora, un letrero pulcro anunciaba su nombre: Marianne Geller, Directora General. Era una beta de unos 50 años, con el cabello recogido en un moño y unos lentes que le daban un aire autoritario, pero no intimidante. Louis y Harry entraron en la sala de reuniones donde ya estaban Athenea y la otra niña.

Athenea, con su uniforme ligeramente desordenado, tenía los brazos cruzados y una mirada desafiante, mientras que la otra niña, una pequeña omega llamada Mia Bradford, tenía los ojos rojos de tanto llorar. Junto a ella estaba su madre, Angela Bradford, una mujer omega que parecía más interesada en revisar su teléfono que en la situación. Al notar la llegada de Louis y Harry, Angela levantó la vista, sus ojos fríos evaluando a la pareja.

—Señores Styles-Tomlinson, gracias por venir tan rápido —empezó la directora Geller, ajustando sus lentes mientras señalaba los asientos frente a ella. Louis y Harry se sentaron, con Athenea a su lado. La tensión en el aire era palpable.

—¿Qué pasó exactamente? —preguntó Harry, mirando a su hija con una mezcla de curiosidad y preocupación.

La directora respiró hondo antes de hablar.
—Al parecer, hubo un altercado físico entre Athenea y Mia durante el recreo. Según los reportes, Mia hizo un comentario inapropiado hacia Athenea, y esta respondió arañándola en el rostro.

Louis cerró los ojos un momento, sintiendo una mezcla de frustración y culpa.
—¿Qué fue lo que dijo? —preguntó con calma, dirigiéndose tanto a la directora como a Athenea.

Antes de que la directora pudiera responder, Mia habló con voz temblorosa:
—Le dije que su mamá era fea...

Angela, la madre de Mia, interrumpió, con un tono exageradamente indignado:
—Lo dijo como una broma de niños. No es para tanto, no entiendo por qué alguien reaccionaría así.

Athenea, que hasta ese momento había permanecido en silencio, levantó la barbilla con orgullo.
—¡No fue una broma! Ella lo dijo en serio y quería hacerme sentir mal. Nadie dice cosas malas de mi mami.

Louis sintió un calor en el pecho al escuchar a su hija defenderlo de esa manera, pero sabía que no era el momento de dejarse llevar por las emociones.
—Athenea, cariño, entiendo que quisieras defenderme, pero no puedes recurrir a la violencia. Hay maneras de resolver esto sin lastimar a nadie. —Se volvió hacia la directora—. ¿Podemos saber qué medidas se van a tomar para que esto no vuelva a pasar?

Marianne Geller asintió, claramente acostumbrada a manejar este tipo de situaciones.
—Ambas niñas necesitan entender que este tipo de comportamientos no son aceptables. Mia será advertida sobre el impacto de sus palabras, y Athenea tendrá que reflexionar sobre cómo manejar sus emociones. Creo que una disculpa mutua sería un buen primer paso.

Angela bufó, cruzándose de brazos.
—No creo que Mia deba disculparse. Fue solo un comentario, no era para tanto. Claramente, su hija necesita aprender a controlar su temperamento.

Harry, que había estado en silencio hasta entonces, habló con un tono firme:
—Con todo respeto, señora Bradford, sus palabras también importan. Athenea reaccionó mal, pero eso no excusa el hecho de que Mia hizo un comentario hiriente. Ambos lados tienen algo que aprender de esto.

Angela parecía lista para responder, pero la directora levantó una mano para calmar los ánimos.
—Esto no es un juicio. Ambas familias tienen la responsabilidad de enseñarles a sus hijas cómo manejar situaciones de conflicto. Ahora, Mia, Athenea, ¿tienen algo que decirse?

¿Adonde Van Los Corazónes Rotos, Harry? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora