Capítulo 4.

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Capítulo 4.

Le hice caso al consejo de mi nana, le daría su espacio, en contra de mi voluntad me alejaría un poco de ella, la pregunta era ¿Cuánto tiempo podría resistirlo? Pasaron dos semanas (las dos semanas más largas de mi vida) en las cuales ni siquiera me acerque a Daniela, verla de la distancia y no poder hablarle ni siquiera para discutir me estaba matando por dentro; así que idee un plan infalible para ver hasta donde ella era capaz de llegar si se trataba de mi (si, si otra vez yo con mis planes macabros para acercarme a ella, estoy enamorado que quieren que haga).

-¡Toro!-

-Dígame señor-

-Quiero que hagas algo por mi- el hombre me miraba extrañado -Finge tener una llamada donde digas que no puedes recibir el sobre que me envía Meléndez, pero asegúrate que Daniela te escuche- le dije.

-Con todo respeto señor, pero ¿qué está tramando?- cuestiono.

-Que ella me lo traiga- confese sonriente.

-Está seguro de querer hacer eso y si falla, tengo entendido que es algo importante para usted- comento.

-Obedece y no cuestiones- sonreí -Obviamente estarás al pendiente de que todo salga bien- le aclare

-Entendido- asintió y salió (será este un buen momento para reflexionar sobre mis actos… no mejor más tarde).

Por otra parte, he tenido que apagar mi celular porque mi social corporativa (y ex amante) me está volviendo loco no para de llamar y como no, si no le he dado señales de mi existencia desde que Daniela regreso a México, normalmente asisto a reuniones exclusivas con ella y no niego que necesito algún tipo de contacto físico con una chica (hablo de sexo) pero no sé qué me pasa a la vez no quiero que nadie que no sea Daniela se me acerque (en termino de citas claro), frustrado tome una botella de rom y me serví una copa y luego otra y otra más.

Horas después (horas de agonía) y media botella de rom, Daniela regreso a casa, obviamente estaba esperándola en la sala de recibidor quería ser el primero en verla, tan pronto entro deje mi trago a un lado sobre el mueble y mis ojos viajaron hasta su cuerpo, de su cuerpo a su rostro y de su rostro a sus manos las cuales escondían algo que me pertenece, ella iba a ignorar mi presencia y a pasar a mi lado como si nada cuando la detuve y me queje

-No piensas al menos saludar, que malos modales tienes Dany- le dije.

-Buenas tardes- dijo apenada en un hilo de voz, por un momento nadie dijo nada con esa corta respuesta vasto para dejarme a mi sin palabras, hasta que decidió hablar de nuevo -Aiden creo que deberías volver a la habitación después de todo es tuya y yo podría dor…- rápidamente vi el sobre en sus manos y la interrumpí.

-¿Cómo llego ese sobre a tus manos?- cuestione serio mirando el sobre.

-¿Ah?- solo señalo el sobre -Ni siquiera es tuyo- protesto.

-¡Oh! sí que lo es, reconozco la firma de mis socios a kilómetros y si más no recuerdo el encargado de esa entrega era…- me interrumpió.

-No le hagas nada, yo… yo escuche una conversación y él, tenía problemas con la policía así que fue más fácil para mi traerlo, dijo que era importante para ti así que aquí esta- confeso entregándome el sobre, se miraba apenada y sinceramente luche con todo mi ser para no lanzarme sobre ella y besarla de nuevo.

-¿Por qué me ayudas Dany?- quise saber, no, necesitaba saberlo.

Entreabrió los labios para responderme, pero de inmediato se vio interrumpida por la imponente presencia de Mónica, y jamás en vida odie tanto a alguien por interrumpir algo.

-Mónica- mi voz irradiaba indiferencia.

Me ignoro por completo y su mirada viajo directamente a Daniela de una forma ofensiva -Yo mejor me voy- dijo está saliendo de la sala (genial, ahora si quiero matar a alguien).

-Me tienes olvidada- cuando vi de donde provenía esa voz Mónica ya estaba besándome, no besaba mal, pero ya no era igual, yo no la quería a ella yo quería a… (Oh rayos Daniela).

-Pensé que ya te habías ido niña- Claramente iba a matar a esta mujer (o claro… no puedes).

-Solo vine por mis cosas, ustedes continúen- dijo Dany tomando su bolso y haciendo una señal para que continuáramos luego se dio la vuelta y se fue.

¡CORRE IDIOTA!

No me importo dejar a Mónica estérica a media sala y salir corriendo detrás de Dany hasta la habitación, ni siquiera se dio la vuelta para cerrar la puerta, solo siguió su camino sin prestarme atención.

-Dany yo…- intente explicarle que no fue lo que cree, pero no me lo permitió.

-No, no me digas, no quiero saberlo- zanjo.

-¿Estas molesta?- pregunte enarcando una ceja (poque no puedo dejar de bromear en momentos como estos).

-Molesta yo, porque o que- le trato de restar importancia.

-O es que acaso estas celosa- le acuse.

-ppff, por favor celosa de quien o que, no seas ridículo-

-Ya acepta que te importo, no te arriesgarías tanto por mi si no te importara- la encare.

-Mira Aiden, si hice lo que hice con el asunto del sobre fue únicamente porque tú también me has hecho favores y de alguna forma he de pagártelos, no lo hice porque me importaras; y si te dije que volvieras a esta habitación, es porque es tuya, no porque quiera dormir contigo, sé muy bien cuál es mi lugar aquí y créeme estaría más cómoda durmiendo en el sofá de la sala que con tigo- sus palabras dolían, porque carajos dolían tanto.

-Sabes que jamás te dejaría dormir ahí, me importas demasiado, yo…- de nuevo me interrumpió.

-Y dale con eso ¡tú no me amas Aiden! Tú lo único que quieres es que te habrá las piernas igual que lady silicona, una vez satisfecho te iras con otra, yo no soy el juguete de nadie así que busca cumplir tu capricho en otra parte- soltó irritada.

-¡Y dale con eso, que no eres mi capricho!- proteste.

-Sabes que, vete al diablo, no quiero hablar en este momento-ni siquiera me dio tiempo de hablar, se dio la vuelta y se metió al baño serrando la puerta atrás de ella.

(Tu sí que sabes cagarla) me reproche a mi mismo ya que si era cierto.

Volví a la sala furioso, y me enfurecí más al ver a Mónica ahí aun y tomándose lo que resta de mi trago.

-¿Por qué sigues aquí?- mi voz se escuchó irritada, furiosa y a la vez decepcionada.

-Bájale dos rayitas a tu tono, que de haberme dicho antes nada de esto habría pasado- me regaño tomándose el trago -¿Ella es la famosa Daniela de la que tanto hablas? Es una niñita Aiden- comento dándole irrelevancia.

-No es una niñita- Aclare irritado.

-Bueno debo admitir que es bonita-

-¿Qué haces aquí, no deberías estar con tu marido?-

-Con un anciano paralitico, no prefiero estar aquí viendo tu patética vida amorosa pasar mientras bebo tu licor- confeso con ironía.

-Estas loca, tú lo dejaste en silla de ruedas para empezar- la acuse.

-Y lo habría matado- se tomó una pausa -Pero no estamos hablando de mí, estamos hablando de ti, si tanto la amas has algo por ella que la haga entenderlo de una vez- me aconsejo

-¿Cómo qué?-

-Y yo que se, pídele matrimonio o bueno sabrás tú, nos vemos luego, no dejes que te envenenen Romeo- dicho eso la rubia se fue.

Me quedé pensando unos segundos en que podía hacer para mostrarle a Daniela que no era un puto capricho, y no sé porque el hecho de tatuarme su nombre me pareció una grandiosa idea, así que corrí al auto y menos de una hora estaba de regreso con un nuevo tatuaje.

DEL DIARIO DE UN CABRON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora