Capítulo 18.

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Capítulo 18. (+21 explicado).

Después de llegar con Dany inconsciente a casa llame a un doctor para que la revisara y atendiera sus heridas, mientras yo llamaba a Mónica la cual estaba cuidando a mi hijo para que enviara al niño con Toro a esta casa y ella se hiciera cargo de los negocios por un tiempo.

El doctor se marchó dándome el diagnostico el cual estaba bien, después de unos minutos subí a la habitación donde se encontraba mi esposa, para mi sorpresa tan pronto abrí la puerta note que estaba despierta y ella noto mi presencia creando un cara de shock total.

-¡Aiden!- más que sorprendida sonaba horrorizada.

-¿Estas bien?- mi voz por otra parte se oía preocupada.

-Tu… tu estas… estas vivo ¿Cómo…?- su vos se cortaba y a duras penas podía articular palabras.

-Se que hay mucho que explicar Dany, solo cálmate ¿sí?- trate de tranquilizarla.

-Esto no es real, tú no eres real- dijo frotándose el rostro con fuerza.

-Soy real mi amor, estoy aquí, contigo, estamos vivos solo cálmate- me acerque a ella tratando de tranquilizarla, tome sus manos para que no se hiciera daño y así también poder mirar su rostro.

-¿Cómo? ¿Cómo quieres que me calme? ¿qué vas a explicarme? Te fuiste por cuatro años Aiden, no te importo lo que sentí por cuatro malditos años, no te importo tu hijo por cuatro malditos años ¿eso vas a explicarme?- soltó alterada, su rostro reflejaba, furia, decepción y nostalgia, estaba confundida y era comprensible.

-¡Claro que me importas, claro que me importa mi hijo, lo hice precisamente para protegerlos!- intenté aclararle.

-Yo… debo salir de aquí- dijo poniéndose de pie, se tambaleo un poco, pero se estabilizo y camino hacia la puerta pasándome al lado.

La tome del brazo antes que pudiera abrir la puerta y la estampe contra la misma, sabía que no podía dejarla ir, no así o la perdería.

-No puedo dejar que te vallas, no así, perdóname si- tome su rostro entre mis manos y la bese, no podía aguantar más tiempo sin sentir sus labios contra los míos, pero me freno, estaba furiosa y cuando menos lo espere me dio una bofetada, me quede quieto con la mirada perdida en el suelo sinceramente esperaba otra o al menos un insulto más, sé que lo merezco por idiota, porque es lo que soy, un idiota, pero no, para mi sorpresa se me lanzo encima y estampo sus labios contra los míos esta vez en un beso más salvaje, más rudo, más deseoso, un beso que me mostraba cuanto me había extrañado y cuanto me amaba aun, aunque estuviese molesta.

Rápidamente pasé mi brazo por su cintura pegándola más hacia mí, después de algunos minutos nos separamos jadeando por aire, nos miramos fijamente a los ojos por unos segundos, por mi parte buscando alguna señal de enfado o de reproche, pero al contrario encontré en sus ojos un desenfrenado deseo al cual no me iba a negar.

Rompí el poco espacio entre ambos y volví a besarla, mientras la besaba la cargué hasta la cama, hasta esa cama que habíamos compartido por tantas noches, me deshice de su ropa al igual que ella de la mía, me hundí en su interior soltando un gruñido por la sensación, deje que ella tomara el control y estaba siendo tan ruda como yo, estaba desahogando su furia y no voy a quejarme, al contrario, me encantaba, entre gemidos, gruñidos y algunas maldiciones llegamos a ese punto donde se pierde la cordura y solo descargamos lo que por años habíamos contenido.

Rendido a su lado solo podía acariciar su cabello, ella por otra parte me daba la espalda en silencio.

-Te amo pequeña mafiosa- confesé tratando de tener su atención.

DEL DIARIO DE UN CABRON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora