Capítulo 19.

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Capítulo 19.

Al día siguiente todos en casa parecieron ponerse de acuerdo para despertarse muy temprano, Esteban, Dany y yo estábamos en el comedor desayunando, Esteban comía su serial muy feliz mientras que Dany solo se dedicaba a dar un sorbo de café y textear algo frustrada en su celular, yo los observaba del otro lado de la isla para desayunar en silencio, de hecho, todos estábamos en silencio, hasta que Dany decidió romperlo.

-Esteban, cariño termina tu desayuno, nos iremos a casa- le informo.

-¿Papi vendrá con nosotros?- pregunto emocionado.

-No él no vendrá- dijo irritada de inmediato, al darse cuenta del rostro triste del niño suavizo su expresión y dijo dudosa -él tiene mucho trabajo que hacer-

-Dany no tienes que irte, esta también es tu casa, es nuestra casa- le dije suplicante.

-Lo siento Aiden, esta es tu casa, no mía- dijo respirando hondo -¡Toro!-

¿Dígame señorita?- le pregunto él.

-Prepara el coche, nos vamos- ordeno.

-Señorita el coche tiene desperfectos mecánico y el resto están ocupados en este momento- informo el hombre.

-Mierda- susurro.

-Dany quédate- solo me miro con el ceño fruncido -por favor- suplique acercándome.

Ella negó con la cabeza y dio un paso atrás -No, me iré en autobús, Esteban despídete-

-Adiós papi ¿te vere pronto verdad?- me pregunto el niño.

-Si campeón, nunca nos vamos a separar, te lo prometí- le aclare.

Ella lo tomo de la mano y empezó a caminar a la salida, pero al llegar se dio cuenta que estaba comenzando a llover, de pronto parecía un diluvio con truenos y relámpagos.

-Parece que no te iras- dije divertido.

-Parece que la vida nos odia- corrigió.

-¡siiii!- Grito Esteban emocionado abrasándome.

El día transcurrió y la lluvia no cesaba y yo sinceramente les rogaba a todos los santos del cielo que siguiera así, Dany por otra parte parecía que quisiese matar a alguien cada vez que se acercaba a una ventana y veía la lluvia caer, lo cual me hacía sonreír desde mi asiento, Esteban por otra parte estaba cómodo en mis brazos contándome cosas de Dany, lo cual también agradecía.

La  tarde se hiso presente y ver a Dany sentada en una silla viendo la lluvia caer a través de la ventana me aliviaba de cierta forma, pero por otro lado, otra parte de mi se sentía culpable, por todo lo que la había hecho sufrir, por un instante mi mente se puso en sus zapatos y sentí como todos esos recuerdos bonitos con ella se oscurecían poco a poco, algunas lágrimas rodaban de mis ojos y me perdí viendo su imagen, la imagen del amor de mi vida, la imagen de lo que fue mío y perdí por idiota, la imagen de la chica a la que dije amar y rompí en mil pedazos.

Y, es que solo el amor puede doler así, solo por amor somos egoístas a tal grado de lastimar a esa persona si eso implica retenerla a tu lado, lastimarte a ti mismo creyendo que haces un bien al otro, herirte y, aun así, sangrando, aferrarte a la idea de que todo está bien, eso es amor, o solo es mi forma de verlo.

-¡Papi!- la voz de mi hijo me trajo a la realidad -¿Por qué lloras?- me pregunto.

-¿He?- mi mano viajo a mis ojos y seque mis lágrimas de inmediato -no es nada, no te preocupes- le asegure, y él se lo creyó yendo a ver a su madre.

Al parecer ella también estaba pensando en algo, tan distraída que Esteban la asusto con facilidad, la escena me hiso sonreír y también cuestionarme ¿en qué pensabas pequeña mafiosa?

DEL DIARIO DE UN CABRON Donde viven las historias. Descúbrelo ahora