Shizun, este Liu QingGe es...

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El espíritu de Luo BingHe estaba tranquilo. Su Shizun estaba junto a él, no lo había abandonado y permanecía a su lado.

Los cuatro volaron en sus espadas. Usando talismanes instantáneos, iniciaron la exploración al final de la cueva.

—¡Miren! Allí! —gritó Shang QingHua. En una de las muchas cuevas que estaban visitando, Shang QingHua encontró un gran brote, similar a la apariencia dibujada por el otro Shizun.

A comparación con el otro estaba más maduro, a solo unos días de pudrirse.

A toda prisa viajaron al centro de la cueva, cerca de los pocos rayos que se colaban, enterraron el brote y lo rodearon de talismanes para poder redirigir la energía espiritual.

Sin embargo, la posibilidad de éxito no era segura, el brote estaba demasiado maduro, casi viejo. Por lo tanto, y como método de repuesto, los demás buscarían entre las cuevas para encontrar cualquier otra cosa similar o beneficiosa para el hongo.

Shen Jiu se recostó para dormitar en un rincón. Había vigilado el brote durante dos días enteros. Sin energía espiritual para usar, solo podía descansar un momento antes de continuar con la misión; vigilar la semilla de carne y explorar las otras cuevas.

Era extraño. Desde que entró a la gruta, su cuerpo se sentía tan ligero como una pluma. Como si el peso de su alma se redujera.

Sus pestañas estaban acariciando tenuemente sus mejillas. Estaba por entrar a un sueño profundo cuando unos largos dedos alzaron su pierna izquierda.

Se encontró con los ojos profundos de Luo BingHe, tan oscuros que parecían querer tragárselo.

Un "Pequeño bastardo, ¿qué crees que estás haciendo? " murió en su propia garganta.

No se dio cuenta cuando su pierna se sintió entumecida, lanzada lejos.

Ahogándose con su propio aliento, Shen Jiu despertó de sobresalto, encontrándose con el rostro de su hermano marcial.

Se arrastró hacia atrás, encogiéndose en sí mismo como un pequeño puerco espín.

—¿Qué? —miró incrédulo El Dios De La Guerra.

Shen Jiu se obligó a sí mismo a ralentizar su respiración.

—¿Qué es? —preguntó mientras se levantaba. —No juegues a eso, Liu-Shidi, podría confundirte con un espíritu errante y tu cabeza sería cortada sin pensarlo dos veces.

—Tu pierna... —apuntó Liu QingGe

Alguien había vendado su pierna mientras dormía.

Shen Jiu rodó los ojos con desprecio.

—Agradezco las intenciones de Liu-shidi. Le estoy eternamente agradecido por el arduo trabajo de cuidar de este humilde Shen.

A pesar de ser palabras de agradecimiento, eran mezquinas y cargadas de burlas. Ladeó su rostro, ocultándose en su abanico.

Liu QingQe guardó silencio.

—QingQiu. —llamó con una voz gélida —¿Realmente eres tú?

El agarre de la madera exquisitamente tallada crujió.

—¿Qué? —se burló —¿Shidi cree que he sido poseído?

Liu QingGe casi dejó escapar un resoplido.

Un gran déjà vu.

—No soy imbécil. Tu temperamento es errático, la hebra de Qi oscuro en tu interior y esta extravagante misión... En estas circunstancias, ese discípulo tuyo jamás se separaría de ti.

Ayudando al protagonista masculino a recuperar a su esposa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora