Capítulo 11

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El pelirrojo estaba sentado en el bosque intentando asimilar lo sucedido.

Quizás había sido un error sincerarse con el rubio...

Ciertamente no podía comprender porque había tenido ese deseo de intervenir, él usualmente era indiferente a otros, pero cuando escuchó aquellas palabras hacia Naruto, la ira lo dominó y en un instante su arena estaba actuando contra la chica pelirrosa.

Solo imaginar a aquel chico llorar como el día que se encontraron en el bosque, hizo que actuara sin pensar. Porque algo poseía ese rubio que hacía latir su corazón diferente, porque cuando estaba cerca de él, llegaba a sentir cosas que creyó que era imposible que sintiera.

Inicialmente pensaba que era porque su apariencia le recordaba a la pequeña que tanto había significado en su vida, la luz que le había dado esperanzas de seguir viviendo aún cuando todo era oscuridad en su vida. Y a pesar de haber convivido con ella solo por unos instantes, había logrado cambiar su manera de percibir el mundo.

Naruto le generaba el mismo efecto, era una sensación tan agradable, una calidez inexplicable, que estaba seguro de lo especial que era. Esto le provocaba el deseo de protegerlo y apartar aquella alma bondadosa de la maldad del mundo.

-Pero creo que todo se fue a la mierda- susurró para si mismo, mirando el cielo que adquiría un color anaranjado por el ocaso.

Se sentía ansioso al recordar como en ese momento el chico se esfumó usando un jutsu. Quizás había sido muy impulsivo decir lo que pensaba cuando apenas se conocen, demostrar una cercanía que quizás era exagerada... pero honestamente no había tenido amigos suficientes para saber como reaccionar, y Naruto siempre le hizo sentir aquella confianza para sincerarse. Sin embargo, se fue, dejando un vacío dentro de él.

Había huido del él como todo el mundo, esto solo reafirmaba su idea que el estaba destinado para estar solo. Y no poder encontrar a su amiga de la infancia, quien creía que era su única esperanza, le hacía autoconvencerse de ello.

-Y no importa si no vivimos en la misma aldea, ni aunque pase el tiempo, y aunque pasen meses o años para volvernos a encontrar... - susurraba recordando aquellas palabras con cariño y esperanza, mientras una ligera sonrisa se esbozaba en sus labios -Ninguno de nosotros se debe volver a sentir solo, porque donde quiera que estemos siempre tendremos un amigo- se dijo a sí mismo y posó su mano en aquel listón que portaba como brazalete, habían pasado los años y aún lo conservaba con mucho cariño esperando con ansias aquel reencuentro con la rubia.

Ligeras lágrimas recorrían sus mejillas, que formaban una consistencia extraña debido a su escudo de arena. Pero no podía evitar sentirse agobiado con tener que lidiar con tantas emociones.

Inicialmente estaba entusiasmado cuando supo que los exámenes Chūnin se efectuarían en Konoha, ya que pensó que el reencuentro que tanto había anhelado finalmente sucedería. Pero cuando se enteró del plan de ataque, se llenó de ira al pensar que sería usado como el arma que destruiría la aldea de su amiga.

Pero no tenía muchas opciones, él deseaba salvarla, pero necesitaba encontrarla... y cuando conoció a Naruto se convenció que sabotearía los planes del Kazekage para proteger a las personas más importantes en su vida...

-Tu cabello se ve más hermoso a la luz del atardecer- dijo una voz como dulzura. El pelirrojo estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de aquella presencia hasta que estaba frente a él. -Desde que te conocí me fascinó el color de tu cabello, y como contrasta con el color de tus ojos- dijo el rubio que lo miraba con una sonrisa y Gaara no pudo evitar que sus mejillas se ruborizaran.

-Naruto...- susurró en asombro al sentir que lo había llamado con el pensamiento.

-Lo siento...- dijo cambiando su semblante a uno más preocupado. -Estoy seguro que aquellas lágrimas que se marcan en tu rostro son por mi culpa-

Gaaruko: Siempre estuvimos destinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora