Capítulo 13: Seventh Year: The Riddle's End

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La mañana siguiente marcó el último día de Harry en el número doce de Grimmauld Place. Se sintió extraño al despertarse como cualquier otro día, la luz mortecina de una mañana fría filtrándose a través de las cortinas. La casa estaba tan silenciosa como siempre y Harry se sentía extrañamente tranquilo y descansado. Por la tarde, Severus vendría y los llevaría por aparición a Godric's Hollow, y después volverían a Hogwarts. Era un pensamiento tan extraño, volver a su amado colegio, después de haber estado fuera tanto tiempo.

Comenzó a empacar. Sólo necesitaba unas pocas cosas para su último viaje. Una última misión para su capa de invisibilidad y su mapa antes de ir con Ron y Hermione. Una camisa limpia, calcetines, ropa interior. La espada de Gryffindor. Su varita. Todo cabía perfectamente en su bolsillo, equipado con un amuleto de expansión.

Pasó el día en la biblioteca, leyendo y bebiendo té, como cualquier otro día, y para su sorpresa, el tiempo no se alargó tanto como había temido. A la hora del té, el familiar crujido de la cocina le produjo un sentimiento de nostalgia. Pero no era viernes. Era miércoles, y había una razón para ello. Una razón que significaba que acababa de escuchar ese crujido por última vez.

Sonrió a Severus cuando entró en la habitación.

-Hola-.

Severus asintió, parecía tenso y Harry no podía culparlo.

-¿Listo?-, preguntó. Su voz era neutra, como si sólo estuviera preguntando a Harry si estaba listo para su viaje a Godric's Hollow, pero era mucho más. En menos de 48 horas, Harry estaría muerto. Y sí, estaba preparado. Asintió con la cabeza.

-Preparado-.

***********

Se aparecieron en un estrecho callejón, con Harry oculto bajo su capa de invisibilidad. Hacía mucho frío, lo suficiente como para que la nieve cubriera el pueblo como un manto, y parecía un mundo diferente comparado con el marrón fangoso que enmarcaba las calles de Londres.

Severus lanzó unos cuantos hechizos de detección y un Muffliato. -Quédate detrás de mí-, siseó y luego se dirigió a la siguiente esquina para echar un vistazo. -Es seguro. Puedes quitártela después de esto- dijo y lanzó algo sobre ellos que envió un escalofrío sobre su cuerpo.

-¿Encantamiento de desilusión?- preguntó Harry.

-Sí, mientras caminemos despacio y hablemos en voz baja no se nos notará-.

-¿Te he dicho alguna vez lo brillante que eres?- Harry sonrió y tomó la mano de Severus entre las suyas. Le hacía estúpidamente feliz caminar así, nunca lo habían hecho. No es que hubiera necesidad de tomarse de la mano en la cama. Soltó una risita.

Caminaron en silencio; las calles del pueblo estaban desiertas, pero las ventanas de las fachadas de las casas estaban iluminadas y a veces podían oír voces apagadas procedentes de ellas.

-Es extraño pensar que hay gente celebrando la Navidad en estos momentos-. susurró Harry. Miró a su alrededor, contemplando el paisaje de cuento de hadas hasta que Severus se detuvo y se giró hacia su izquierda. Harry siguió su movimiento con la mirada y su respiración se entrecortó.

Ante él había una casa grande y vieja, cubierta de maleza y destrozada, con un gran agujero en el tejado y la puerta principal entreabierta. El jardín era salvaje, pero en otro tiempo probablemente había sido bastante bonito.

-Eso es todo, ¿verdad?- Harry respiró. Severus le apretó la mano.

Harry se quedó mirando, con los ojos muy abiertos. Esta era su casa. O lo había sido. Las huellas del ataque de Voldemort aún eran visibles, y se mantenía como un monumento. Miró hacia la ventana bajo el techo roto, en cuyo marco sólo quedaban fragmentos de cristal. Imaginó cómo había estado allí, en su cuna, mientras Voldemort intentaba matarlo y fallaba. Cómo su madre había intentado protegerlo. Imaginó cómo Severus había llegado a la casa después para encontrar a sus padres muertos, y a él, vivo en su cuna.

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