Capítulo 76

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Mi estómago era un nudo, sentía ganas de vomitar y mis manos temblaban.

Creía que iba a desfallecerme ahí mismo, que moriría...eran nervios; nervios porque no sabía que iba a pasar de aquí en adelante, si él me odiaría y lo nuestro se convertiría en recuerdos.

En recuerdos que para él no serían gratos volverlos al presente.

Específicamente, mis nervios eran de esos que tenías antes de hacer una exposición o cuando tus padres sospechaban que tenías novio, porque, vamos...esos nervios son de muerte.

Y así...así es como me sentía, no quería que después de haber luchado tanto por una estupidez todo se fuera al caño.

No pensaba dejarlo así, no me quedaría mirando hacia la pared mientras lloraba y mi cuerpo no me dejaba moverme aunque mi mente me gritara que sí.

No, yo simplemente no podía dejar esto así, mi cuerpo y mi mente tampoco lo querían.

Dejé caer la fotografía, ¿Acaso Taehyung la había traído? ¿A eso vino?, dejé las preguntas en el aire y me enfoqué en seguirlo; corrí fuera del despacho y lo busqué en su habitación, en la cocina, en la lavandería, en el cuarto de licores, en todos lados.

«¡Maldita sea! ¿Dónde está?»

Dijo mi inconsciente.

Tome mi cabello entre mis manos con desesperación.

Papá ya se había ido, debió haber pensado que era innecesario que se quedara.

Era imposible que hubiera desaparecido así tan derrepente y en tan poco tiempo, quería llorar hasta que mi pecho dejara de doler porque, hasta ahora no había derramado una sola lágrima.

Se me ocurrió que tal vez podría estar desahogando su dolor en el gimnasio privado de la mansión, por lo que me apresuré en salir de ahí y corrí hacia el lugar...nada, tampoco estaba.

Un segundo más sin poder explicarle era una punzada más de dolor.

Aspiré entrecortadamente y elevé mi cabeza cerrando los ojos, hacia el cielo.

No me iba a dar por vencida, pero no quería ver de nuevo la decepción en sus ojos, era horrible; como si clavaran un lápiz en mi garganta hasta poder abrirla.

Abrí los ojos de golpe, como por instinto, entonces lo vi...apoyado contra las barras de metal del balcón que quedaba en la pequeña biblioteca que hace poco me había enseñado y regalado.

Sentí como mi corazón latía desbocado, me iba a dar un paro cardiaco.

No lo pensé más y corrí de nuevo hacia el interior de la mansión, subí las escaleras corriendo hasta llegar al tercer piso -la mansión era de cuatro- y me detuve de inmediato frente a la puerta de madera oscura.

La abrí poco a poco -después de haber tomado al menos veinte aspiraciones- y entré en silencio dejando la puerta entre abierta.

Mi mente me torturaba con diferentes escenarios en los que Jungkook me echaba de su vida para siempre, donde me trataba de la peor manera y me echaba de su vida para siempre y donde me decía lo mucho que me odiaba y me echaba de su vida para siempre.

Todos con el mismo final, y me dolía que en la realidad fuera así.

Dejé mis paranoias a un lado y con sigilo abrí la puerta corrediza de vidrio para poder ingresar al balcón.

Sus músculos se marcaban a través de su camisa blanca de vestir.

Tragué saliva, sintiendo un nudo en mi garganta.

Sin tiempo para morir (Narcotraficante Jeon Jungkook  Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora