Capítulo 88

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Dos días después, me encontraba mejor, evidentemente, gracias a la insistencia de Taehyung para que descansara y me alimentara bien; mi organismo tendía a bajar la guardia cuando el estrés, falta de alimento y cansancio se juntaban para hacer de las suyas.

Mi padre había estado llamando constantemente, si no contestaba, se tomaba su tiempo y volvía a hacerlo, pero mi mente era un nudo y no tenía ganas ni ánimos para aparentar normalidad con él.

Aún seguía buscando más motivos para que Frank James estuviera dándome caza, y como siempre, no encontraba nada.

Y, por el lado emocional -refiriéndome a Jungkook-, trataba de no darle más vueltas al asunto, debía olvidar su repentina aparición e intento fallido para embarcarme y desatar una guerra que, con mucho esfuerzo, Taehyung y yo tratábamos de evitar.

Taehyung: Si ya estás lista ¿Por qué tardas tanto?– preguntó, recostándose en el marco de la puerta del baño.

Desde el espejo le di una mirada acusadora.

T/n: Pude haber estado desnuda, ¿acaso no puedes tocar?

Taehyung: No sería la primera vez que te viese así– se encogió de hombros.

Desvié la mirada sonrojada y sofoqué un grito de indignación; veamos, hacía ya un año de lo sucedido, pues una vez Taehyung nos invitó a mi y a Jisoo para que le hiciéramos compañía en su casa, aceptamos gustosas. Yendo al grano, me encontraba en el baño del pasillo de habitaciones -cabe destacar que desnuda- y, sin querer, abrió la puerta de par en par, obteniendo una imagen nítida de mi como Dios me trajo al mundo. Pasó un mes hasta que pudimos vernos a la cara.

Pasé a su lado y choqué su hombro.

T/n: Idiota - murmuré acongojada.

Y, por supuesto, su risa no se hizo esperar y resonó por toda la habitación.

Tomé una mochila con ropa y una toalla adentro, la colgué sobre mis hombros y junto a Taehyung, bajé al salón.

El día al fin había llegado, y aunque le repetí que peleaba muy bien, insistió en llevarme al lugar en donde se entrenaba; mis entrañas se revolvieron en ansiedad, me sentía emocionada y totalmente lista para lo que tuviese que hacer.

Entrenar con mi padre y Jungkook, era tan solo un juego comparado a como lo hacían quienes se encontraban allí, en el gimnasio de preparación para iniciados.

Habían hombres corpulentos, impávidos y bañados en sudor; golpeaban sin compasión a su oponente, como si de esa manera destruyeran a todo aquello que se interpusiera en su camino.

Taehyung: Cuidado, eh– advirtió mi amigo poniéndome a su lado cuando, sin darme cuenta, un puño casi impacta contra mi.

Seguí explorando el lugar sin reparar en lo que acababa de acontecer, mi boca en ningún momento dejó de estar abierta; era impresionante.

Lo que más perpleja me había dejado, no era la cantidad de hombres ni mucho menos las distintas armas -desconocidas para mi- que ahí había, sino dónde estaba ubicado ese enigmático lugar; al llegar al supuesto "gimnasio", me sentí confundida, era normal igual a todos, pasamos de largo las máquinas y los sacos de boxeo, nadie allí tenía cara de vándalo, entonces, llegamos a una puerta con un letrero: "Sótano".

¿Qué haríamos en un maldito sótano?

No creía que mi entrenamiento se basara en limpiar, sin embargo, no pregunté.

Ahí mismo había otra puerta -genial-, la ocultaba un viejo mueble de madera que él se encargó de apartar.

La incredulidad se hizo presente cuando sacó una tarjeta y la pasó por una pequeña ranura junto a ésta.

Sin tiempo para morir (Narcotraficante Jeon Jungkook  Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora