Capítulo 80

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Narra T/n~~~~

Me sobresalté en cuanto el estridente sonido de la alarma llegó a mi percepción, con un golpe silencié al molesto artefacto.

Tuve que pestañear varias veces para poder alejar la pesadez de mis ojos, los sentía pesados; habían días en los que realmente tenía sueño, y este era uno de ellos.

Sentí un apretón en mi cintura al momento en que me removí entre las sabanas, el fuerte brazo de Jungkook me mantenía pegada a su pecho.

Traté de apartarlo con delicadeza, pues tenía un asunto que tratar con urgencia, era importante para mi -para mi curiosidad, realmente-, debía levantarme ahora o no podría asistir a mi encuentro con Joon.

Diciéndolo así, suena realmente mal.

Finalmente, de su garganta salió un gruñido -más de perro que de humano- y se acomodó quedando boca abajo, con ambos brazos bajo la almohada.

Suspiré con alivio y aparté la sabana, sacando ambos pies y poniéndolos lentamente en el suelo.

Esta mañana la temperatura estaba más baja que nunca y, podría apostar a que habría una tormenta o solo una lluvia.

Miré la ventana, cubierta por las grandes cortinas de color azul y me permití unos segundos para cuestionarme si aquello era correcto, si estaba bien hacerlo.

Aún no estaba segura si entre Namjoon y Jungkook hubo o hay algún altercado, no hay nada concreto, pues tan solo son suposiciones mías.

La incertidumbre me estaba matando, la curiosidad tampoco ayudaba y mis pies estaban en mi contra, pues no me di cuenta del momento en el que me encaminé hacia el baño, no hasta que estuve frente al espejo.

Mi cabeza estaba echa un nudo, me sentía presionada psicológicamente.

Estaba sorprendida de como estaba manejando esto, todos estaban sorprendidos de que no me hubiera tirado en el suelo y me hubiera tomado del pelo para luego empezar a gritar como una niña sin juguete.

Tenía veintiún años, pronto veintidos, ya era lo suficientemente mayor y madura como para enfrentar esto.

Toda persona tiende a escandalizarse, a actuar de forma alarmante e inadecuada, causando daños a su persona y a otros, ante una situación con la que creen no poder lidiar.

Es...como un instinto

No negaré que cuando fui consciente de todo lo que cambiaría mi vida en el momento en que el ojicafe me confesó lo que era, quise escapar y hacer cosas estúpidas.

Pero me obligué a pensar con la cabeza fría, me obligué a jamás bajar la cabeza y ser astuta.

A medir mis palabras y analizar cada suceso.

Ahora no cometería ninguna equivocación.

Me despojé del pijama y me di una ducha rápida, dejé mi cabello seco y me envolví en la toalla; no quería ni debía despertar a Jungkook, tenía que estar en la mansión antes de que fueran las nueve.

Con pasos silenciosos, abrí las grandes puertas del armario, la mitad era de mi ropa y la otra de él; el mismo ojicafe había desocupado una parte para mi, no voy a negar que ese simple gesto me hinchó el pecho.

Le di una breve mirada, seguía en la misma posición de antes.

Tomé unos pantalones de cuero negro, una blusa de algodón color beige de manga larga y ajustada al cuerpo, dejando mis hombros al descubierto, me puse unos tacones negros y solté mi cabello.

No me maquillé mucho, pinté mis labios de un café matte y agregué máscara a mis pestañas.

Volví a mirar a Jungkoon, como si estuviera disculpándome de alguna forma, sin atrasarme más, tomé mi bolso y sigilosamente salí de la mansión.

Sin tiempo para morir (Narcotraficante Jeon Jungkook  Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora